Niños, un ‘botín de guerra’ para Moscú, incluso son adoptados por familias rusas

Noticias
/ 25 noviembre 2022

Sacados de Ucrania con las promesas de regalos y seguridad frente a bombardeos

BALAKLIYA, UCR.- Atraídos por las promesas de regalos y de seguridad frente a los constantes bombardeos, los niños dejaron esta ciudad en agosto para ir a un campamento de verano gratuito patrocinado por los ocupantes rusos.

“Los rusos prometieron que serían dos o tres semanas, y luego los niños volverían”, relató Nadia Borysenko, de 29 años. Su hija de 12 años, Daria, estaba entre los 25 niños de esta ciudad del noreste de Ucrania que subieron a un autobús para ir al campamento.

Sin embargo, Rusia no los devolvió. Daria y otros niños ahora están al otro lado de la frontera, en Rusia, y Moscú está dificultando que las familias recuperen a sus hijos.

Estos jóvenes son parte de los muchos miles de niños ucranianos que Rusia ha sacado de Ucrania y que, en algunos casos, ha dado en adopción.

El recuento del Gobierno ucraniano es de 11 mil 461 niños identificados por nombre y llevados sin familia a Rusia o a zonas controladas por el Ejército ruso.

El presidente Volodimir Zelenski afirmó en la cumbre del Grupo de los 20 (G20) que hay “decenas de miles” más de los que se sabe sólo de manera indirecta o con menos detalles. “Entre ellos hay muchos cuyos padres fueron asesinados durante ataques rusos, y ahora están retenidos en el Estado que los asesinó”.

El traslado de miles de niños es un duro recordatorio de que este no es un conflicto armado típico y pueden ser crímenes de guerra. Los niños deberían ser una llamada de atención para los estadounidenses y los europeos fatigados por apoyar a Ucrania.

Rusia no oculta el traslado de niños ucranianos, sino que lo pregona en sus programas de propaganda televisiva, presentándose como el salvador de los niños abandonados y mostrando a rusos que entregan osos de peluche a los niños y niñas ucranianos.

La comisionada rusa para los derechos del niño, Maria Lvova-Belova, se jactó el mes pasado de haber adoptado a un niño ucraniano, y muchos de estos niños robados parecen haber sido adoptados por familias rusas.

Eso no es caridad; puede ser genocidio. Un tratado internacional de 1948 especifica que “el traslado forzoso de niños”, cuando se pretende destruir una nacionalidad, constituye un genocidio.

Sin embargo, la situación también tiene matices. Daria, en llamadas a través de su celular, no parecía una prisionera tradicional: tiene amigos, va a clase y puede usar su teléfono cada noche para llamar a su madre. Pero no cabe duda de que quiere volver a casa, a Ucrania.

COMENTARIOS

Selección de los editores