Atención con gozo o melancolía
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Una atención bien adiestrada, con entrenamientos constantes, alcanza a elevarse a un nivel de gozo, de disfrute y regocijo
Algo que parece pandémico es la desconcentración.
La atención sufre debilitamiento en su capacidad de conseguir un vértice de convergencia, excluyente de cualquier distracción.
Se han multiplicado mucho los estímulos. El sistema sensorial se encuentra ametrallado por constantes atractivos que atrapan a los cinco sentidos. Mientras un dedo oprime un botón del control remoto, del televisor o del teléfono celular, van desfilando, en rápida exigencia de atención, imágenes y sonidos dirigidos a crear adicción.
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DISTRACCIÓN INTERNA Y EXTERNA
El chateo salpica el día con interrupciones súbitas, en cualquier momento, reclamando respuesta inmediata. Al mismo tiempo, la loca imaginación es sacudida por recuerdos, proyectos y divagaciones en campos disímbolos, que se conectan con emociones de evasión.
Hay imaginaciones parásitas que siempre vuelven. Hay hábitos mentales que llegan a ser enfermizos por su negatividad, causando depresión. No pocos viven el papel de víctimas e interpretan cualquier suceso como un ataque a su seguridad. Se multiplican los miedos y los desequilibrios.
OMISIONES Y DIVAGACIONES
Se vicia la atención y se hace adicta a lo catastrófico, a lo desastroso, a lo amenazante, se cae en un acomplejamiento que hace desmoronarse la autoestima. Obsesionan las carencias inventadas y se desconocen aptitudes que quedan desaprovechadas.
La queja cierra la puerta a la gratitud. Aleja toda alegría existencial que celebra victorias y queda envuelta en oscuridades que intimidan y programan al sujeto a la inacción acobardada.
ATENCIÓN AL PRESENTE AQUÍ Y AHORA
Desde el jardín de niños y la escuela primaria, una inteligente educación formal iría logrando un uso sano, vigoroso y fecundo de una atención siempre dirigida a lo valioso, aunque le llamen difícil.
Una atención bien adiestrada, con entrenamientos constantes, alcanza a elevarse a un nivel de gozo, de disfrute y regocijo. La melancolía se quedará siempre tocando la puerta, pero no se le permitirá entrar porque ya el sitio está ocupado por la celebración alegre del último logro.
Una conversión de la atención a privilegiar el momento presente consigue dispararse hacia un único objetivo, con elección, decisión, concentración y perseverancia.
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VELA ROSADA EN LA CORONA DE ADVIENTO
Se enciende en el tercer domingo de Adviento para celebrar el comienzo de la alegría navideña.
Gozo por la Navidad auténtica que pone, en el centro, el nacimiento del Salvador. Porque “una Navidad sin Natividad es como una carcajada sin alegría”.
TÉ CON DIOS
– Oh, Dios, ¿por qué ando siempre inquieto?
– Porque te hice para Mí.
No para lo que estás deseando.
Inquieto estará tu corazón hasta que descanse en Mí.