Atropellados en Saltillo: ¿hasta cuándo se hará algo?
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Saltillo enfrenta una crisis de seguridad peatonal debido a la imprudencia vial, la falta de infraestructura adecuada y la inacción de autoridades y ciudadanos
En múltiples ocasiones, en este espacio hemos reseñado la falta de cultura vial en la ciudad, sobre todo cuando se privilegia al automóvil por encima de cualquier otra forma de movilidad.
Uno de los botones de muestra más emblemáticos de esta circunstancia es el respeto a los peatones, el cual ha escalado al grado de convertir a Saltillo en una ciudad con un alto riesgo para los transeúntes.
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El comentario viene a cuento por el reporte periodístico que se publica hoy en estas páginas. Los peligros para los peatones no cesan, ya que en 2024 suman 36 víctimas de atropellamiento en 30 incidentes reportados.
Los datos son alarmantes. De las víctimas registradas, muchas pertenecen a los sectores más vulnerables de la sociedad: adultos mayores y niños.
Pese a que las normativas de tránsito establecen límites de velocidad y la obligación de ceder el paso a los peatones, la realidad en nuestras calles cuenta otra historia. Zonas escolares, pasos peatonales y ciclovías se han convertido en escenarios de tragedias que evidencian la falta de respeto a las normas y, en muchos casos, la ausencia de infraestructura adecuada.
El bulevar Carranza, una de las principales arterias de la ciudad, continúa siendo un lugar recurrente para estos siniestros, al igual que el cruce de Valdés Sánchez y Eulalio Gutiérrez, que ha cobrado víctimas repetidamente. ¿Cómo es posible que, con un historial tan marcado, las autoridades y los automovilistas no hayan tomado conciencia de manera efectiva para transformar estas zonas en espacios más seguros?
Esta falta de acción es una muestra de la ausencia de garantías para los peatones. ¿Por qué Saltillo persiste en ignorar el diseño urbano enfocado en la movilidad segura? Ciudades en todo el mundo han demostrado que, con planificación y voluntad política, es posible reducir drásticamente los incidentes viales.
Pero no se puede culpar únicamente a las autoridades. Los conductores también tienen una enorme responsabilidad. La imprudencia al volante, el exceso de velocidad y la distracción siguen siendo protagonistas de estos accidentes.
Si bien es cierto que en algunos casos los peatones cruzan en situaciones de riesgo, el diseño de nuestras calles no les ofrece alternativas seguras. La falta de banquetas adecuadas, semáforos peatonales y señalización clara es parte de las deficiencias.
El problema es estructural y multifacético. Requiere de una solución integral que no sólo contemple infraestructura, sino también educación vial, campañas de concientización y sanciones ejemplares para quienes no respeten las normas.
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La solución a esta crisis no llegará sola. Hace falta voluntad política, pero también una ciudadanía que exija sus derechos y participe activamente en el cambio. La seguridad vial debe ser una prioridad en la agenda pública.
Los números no mienten: se ha fallado. Pero aún hay tiempo para corregir. Cada cruce seguro, cada conductor consciente, cada decisión política acertada puede salvar vidas.