Cinco años de su partida: Réquiem por el ingeniero Juan Manuel Villarreal Valdés
Fue un hombre de reciedumbre perenne, de firmes convicciones, de memorable lealtad. Un hombre de cuerpo entero y de una sola pieza
La víspera anuncia el día en que hemos de rememorar la vida generosa del ingeniero Juan Manuel Villarreal Valdés. Han pasado cinco años desde su partida y sigue vivo su recuerdo para familiares, colegas, políticos y amigos que bien evocan a Juan Manuel como noble esposo y padre de familia, excelente profesionista, servidor público ejemplar, legislador, empresario ganadero y campirano buen amigo.
Se nos adelantó en el camino y es preciso recordarlo con gratitud, haciendo elogio y enalteciendo su memoria como deben recordarse a las personas buenas, que han trascendido en sus hechos y sus obras, que fue reconocido y homenajeado por su trayectoria a su paso por la CNC, el Congreso local, la Conaza y demás dependencias en las que destacó por su eficiencia y honradez.
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Y cierto es que la Navidad siempre nos mueve a la reflexión y los buenos deseos. También a veces nos trae cierto spleen de tristeza y melancolía. Porque en esta época es cuando más extraña uno a los seres queridos que ya no están con nosotros. En el caso de la familia de Juan Manuel será difícil superar el dolor emocional que sigue al duelo de una pérdida tan sentida. Los debe animar el recuerdo de su calidad humana, fue un hombre que siempre deseó el bien para los demás, ajeno a las mezquindades de la estrechez espiritual. Juan Manuel supo ser lo que en cada ocasión debía ser para tender la mano a los demás.
En este espacio hemos reconocido a personas, amigos y parientes que ya se nos adelantaron en el camino y que de alguna forma motivaron nuestro afecto. Y es preciso no olvidar todo aquello que enaltece. De igual forma Juan Manuel es siempre bien recordado por sus seres queridos con cariño verdad. Cierto es que a diario lo ven en los fragmentos de su vida que generosamente heredó a su esposa, hijos y nietos. Son pequeños evangelios que llevan a sus vidas la esperanza y la promesa de la divina Redención. La esperanza contra el olvido. Y todo esto puede ser muy subjetivo, pero ayuda a vivir. Y a vivir feliz, que es lo más importante.
El ingeniero Juan Manuel Villarreal Valdés fue un hombre de reciedumbre perenne, de firmes convicciones, de memorable lealtad. Un hombre de cuerpo entero y de una sola pieza. Un hombre que nunca descabalgó por vituallas menores ni migajas de la vida. Y así cabalgando nos lo recuerda un poema del andaluz Rafael Alberti, el cual hoy parafraseamos porque le viene justo a la medida a Juan Manuel: “A caballo proyectaba su sombra protectora./ Y a así, a caballo, buscó su pueblo y su casa./ Y entró a ese patio que un día fuera una fuente con agua./ Y aunque no estaba la fuente,/ la fuente siempre sonaba./ Y el agua que no corría/ volvió para darle agua”.
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Hoy el memorable amigo Juan Manuel descansa en la ribera hermosa de un río, “cuyas aguas cristalinas fluyen puras, argentinas, desde el trono de nuestro Dios”. Y en las márgenes de ese hermoso río de agua viva, algún día sus seres queridos lo volverán a ver y abrazar, y todos beberán de esa agua viva para no volver a tener sed nunca jamás.
Descanse en paz, Juan Manuel Villarreal Valdés.