Coahuila: el problema de tener cada vez más autos

Opinión
/ 7 agosto 2025

El crecimiento del parque vehicular en Coahuila, lejos de implicar un indicador de bienestar, se convierte cada vez más en signo de deterioro de la calidad de vida de las personas

El automóvil ha sido, desde su invención a finales del siglo 19, y sobre todo a partir de su masificación, derivada de la concepción, por parte de Henry Ford, del sistema de la línea de ensamble, a principios del siglo pasado, un bien de carácter aspiracional, es decir, uno que casi todos deseamos poseer, al margen de nuestra posición social, nivel de ingresos o ideología.

El desarrollo de nuevos materiales, mecanismos de producción y ensamble, así como el surgimiento de una amplísima competencia global, han hecho posible que cada vez más personas posean un automóvil y lo utilicen cotidianamente para la realización de sus actividades.

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Lo anterior es una realidad sobre todo en las zonas urbanas, donde la concentración de personas promueve, de forma natural, el surgimiento y diversificación de un mercado para los automóviles individuales y familiares que sigue en expansión, incluso en nuestros días, cuando la masificación del auto ya evidencia sus consecuencias menos deseables.

Y es que en países como el nuestro, en los cuales el desarrollo de las zonas urbanas se ha realizado de espaldas a cualquier criterio razonable de planificación, la masificación del uso del automóvil ha pasado de ser una aspiración a constituir una necesidad y ello se ha traducido en un problema de congestionamiento permanente de las vías urbanas.

Adicionalmente, en el caso de la región Sureste de Coahuila, el tema resulta en una paradoja debido a que nuestro desarrollo económico se encuentra fuertemente vinculado a la industria automotriz.

El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo al hecho de que nuestra entidad es una de las que registran la proporción más alta en el número de vehículos por cada 100 viviendas, así como una de las tasas más elevadas en el crecimiento de su parque vehicular.

Las cifras se ubican más allá de lo anecdótico: entre 2018 y 2024, el número de vehículos ligeros que circulan en la entidad creció casi 64 por ciento, al pasar de poco más de 285 mil unidades a casi 470 mil. En dicho periodo, la proporción de autos por cada 100 casas pasó de 42.3 a 56.3, lo cual marca una tendencia preocupante.

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Y es preocupante porque, quienes vivimos en las principales concentraciones urbanas de la entidad, padecemos un problema creciente de congestionamiento vial debido a que el aumento constante en el número de autos se debe, en buena medida, al hecho de que no se ha invertido en la creación de sistemas de transporte público robustos, ni en infraestructura para el uso de medios alternos de movilidad.

La realidad es evidente y demanda de nosotros reacciones puntuales y muy claras: ha llegado el momento en el cual es necesario emprender el camino de regreso, es decir, el proceso de diseñar y poner en práctica políticas públicas orientadas a desincentivar el uso del automóvil particular.

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