Coahuila: ¿Y el Poder Legislativo local? ¿On’tá, papá?
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Cada martes, mi casa editorial cumple con su vocación de informar sobre las actividades de nuestras diputadas y diputados del Poder Legislativo local. En una plana entera, titulada “Mi Congreso”, ellas y ellos describen sus puntos de acuerdo, exhortos a autoridades de los distintos niveles e iniciativas de Ley.
Cuando leo esa página, escucho sonar las campanas de la Catedral de Santiago para convocar a los feligreses a misa de doce. Desde su púlpito, con la seriedad de un o una prócer de la Patria, nuestros diputados lanzan exhortos a las autoridades federales cual confeti en carnaval brasileño para modificar “la incorrectitud” de sus posturas de autoritario populistas. ¿Quién las escucha o toma en cuenta? Nadie.
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Otras y otros han desarrollado con fineza digital el arte del reciclado de iniciativas de ley para degradar su función y el nivel de discusión legislativa del Congreso local, y empobrecer así su preocupación por Coahuila. Sobra decirlo, las ocurrencias adolescentes también están a la orden del día.
¿Quién lleva la cuenta de la productividad individual y colectiva de nuestros diputados locales? ¿Quién la significancia de las leyes aprobadas en las vidas de los coahuilenses? ¿O del registro de sus votaciones y de su asistencia? Justo es precisarlo; mi casa editorial hace un esfuerzo puntual por responder esas preguntas, pero no es suficiente. Urge un observatorio ciudadano que, de manera metódica y sistemática, analice el quehacer legislativo de nuestras diputadas y diputados.
Por ello, le tengo una noticia a nuestros diputados: en nuestro estado hay vida, no sólo electoral, sino vida palpitante y desbordante más allá de sus cómodas curules, transformadas en púlpitos para desplegar, en el mejor de los casos, arengas patrióticas a los vientos embravecidos de la nación. O, en el menos peor, ocurrencias y reciclajes al por mayor.
¿Acaso no se han percatado ustedes del momento que vive México, de la emergencia de un nuevo paradigma político y, por tanto, de la urgencia responsable de que ustedes reinventen su quehacer legislativo por el bien de los coahuilenses que votaron por ustedes?
¿Por qué insisten en ahondar su lejanía de la base electoral que les permitió llegar al Congreso? ¿Por qué profundizan en la incomprensión ciudadana la utilidad de su función? ¿Por qué agravan la pérdida de representatividad de sus partidos políticos (en el caso del PRI y del PAN)? ¿Por qué soslayan el desprestigio ciudadano de la figura del diputado y optan por actuar cómo si la historia patria les hablara al oído en las noches de luna llena en el semidesierto coahuilense?
Les tengo otra noticia puntual a diputadas y diputados pristas y panistas: Morena viene por la mayoría de las diputaciones locales en las elecciones intermedias de 2026. Tiene los recursos económicos, los cuadros militantes y la capacidad de movilización política fortalecida durante los últimos años para ganarla. Por ello, insisto, ¿creen ustedes que con su actitud desapegada de la realidad y alejada del coahuilense podrán detener ese mar huracanado en 2026?
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O quizá, imaginan que esa sólo es responsabilidad del PRI y, en mucho menor grado, por su presencia electoral, del PAN. O suponen que el blindaje edificado con tanto esfuerzo, por el gobernador Manolo Jiménez, será más que suficiente.
Se equivocan en ambos casos. Si ustedes, diputados priistas y panistas, no empiezan a legislar desde territorio, con y para la ciudadanía, no aportarán su cuota obligada de rentabilidad electoral para apuntalar el posible triunfo electoral de sus partidos en 2026 y, como resultado, no mantendrán el control del Congreso local.
Salgan a las calles. No teman a la gente. Ustedes están ahí gracias a sus impuestos y sus votos. Aprendan de sus necesidades y legislen con ellos a partir de las mismas. Empaten esa agenda ciudadana con la del Ejecutivo. Porque hoy, aunque quisieran, no tienen otra alternativa.
Excepto, entregar su aterciopelada curul con púlpito y megáfono incluido a Morena en 2026.