Desechar lo obsoleto y reforzar lo esencial

Opinión
/ 29 julio 2025

Surge la tensión entre aferrarse a lo tradicional o sólo acentuar y acelerar lo nuevo que se estrena en olas sucesivas

Lo obsoleto es lo que dio muy buen servicio, pero ya quedó superado por algo mejor.

Querer conservarlo equivale a ineficiencia, falta de actualidad; conlleva más esfuerzos y menos resultados.

Se ha calentado una olla de agua sobre carbones en rojo que fueron encendidos con ocote. La leña fue alternativa simultánea. No tardó en aparecer el petróleo en estufas. Después se ha empleado el gas, seguido por la electricidad.

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Lo eléctrico, en la movilidad, va quedando superado por el hidrógeno y ya hay trenes de levitación que van superando la velocidad de aviones, en la rapidez de desplazamiento, en túneles subterráneos y subacuáticos.

TENSIÓN SIN COMPLEMENTACIÓN

Se dan los dos extremos de querer, por un lado, olvidarse de raíces y orígenes y sólo intentar nuevos frutos y, por otro lado, darle tanto valor a lo usado por antepasados que se frena lo más actualizado y eficaz.

En ámbitos de tecnologías y de metodologías de usanzas y estilos, surge la tensión entre aferrarse a lo tradicional o sólo acentuar y acelerar lo nuevo que se estrena en olas sucesivas.

Hay aparentes progresos deshumanizantes, como ya se atisba en eso que llaman inteligencia artificial y que, muchas veces, resulta ser artificio entorpecido; y hay conservadurismos que resultan anacrónicos e inoperantes.

NO TODO ES RECIO TRONCO NI HOJA VIBRANTE

La armonía de reforzar lo esencial, adaptándolo a lo circunstancial, ha resultado una tarea que requiere gran sabiduría existencial y gran sentido del equilibrio y la proporción.

La humanidad sigue encontrando grandes desafíos cuando se trata de unir lo diferente y lo contrario para lograr una complementación superior.

Ya lo hace la Creación para iniciar vida, uniendo lo distinto; o para encender luz, uniendo polaridades opuestas.

Las incivilizaciones humanas generan discriminaciones y guerras de destruir y matar. Se suman pérdidas recíprocas, idolatrando falsas ganancias, en una supuesta paz fugaz de rencores sofocados.

Y sólo en la conjunción de lo diferente se da un avance auténtico hacia una plenitud orgánica y saludable, en lo civil y en lo eclesial.

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TÉ CON FE

-Quiero que Dios me hable.

-Mira: ese deseo es ya una prueba de que te está hablando. Si aprendes a callarte en su presencia, podrás escucharlo mejor.

No esperes palabras audibles. Te habla al corazón con su paz y su alegría. Si estás en situación dolorosa o amenazante, no temas. No pidas que cambie. Sólo pide valor y tú cambiarás a una actitud de confianza, de libertad y de esperanza victoriosa.

Columna: Claraboya. El autor de Claraboya, quien ha escrito para Vanguardia desde hace más de 25 años, intenta apegarse a la definición de esa palabra para tratar de ser una luz que se filtra en los asuntos diarios de la comunidad local, nacional y del mundo. Escrita por Luferni, que no es un seudónimo sino un acróstico, esta colaboración forma ya parte del sello y estilo de este medio de comunicación.

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