Empleo, salario y consumo

Opinión
/ 13 septiembre 2024

Ya no es necesario hablar de la reforma judicial, ya pasó literalmente y sus implicaciones económicas ya las he cubierto. En noviembre me tocará hablar de ese tema nuevamente cuando ya existan datos de la segura caída de la inversión directa, ya no de cartera, como hasta ahora he estado analizando.

Lo importante esta semana ha sido la baja tan marcada en el consumo privado nacional. Sin embargo, hablar de consumo también implica hablar de empleo y de salarios porque de esa forma se puede completar correctamente el ciclo económico y explicar mejor el problema que se tiene en la actualidad en este factor que es que cada día que pasa se está gastando menos.

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Para comenzar es necesario hablar del empleo porque el factor principal para consumir es cuando menos, tener empleo y de allí derivar el salario. En el primer caso, las estadísticas sugieren una desaceleración, aunque con incrementos mensuales leves. De acuerdo con el IMSS, el empleo formal creció un 1.8% en agosto, 0.2 puntos porcentuales menos que en junio y julio. En los últimos 3 meses la creación de puestos de trabajo ha sido de 0.1% en promedio mensual, prácticamente nada si tomamos en cuenta que tampoco ha crecido la producción ni el valor agregado en la economía nacional.

El boletín de información económica de BBVA señala que en agosto de este 2024 se crearon 58 mil nuevos empleos, con lo que hay un total de 365 mil nuevos empleos en lo que va del año, 42% menos en promedio con respecto al promedio de los últimos 3 años. Así se demuestra que la economía nacional está en una desaceleración, más no en crisis. Las razones pueden ser desde los resultados electorales hasta condiciones internacionales que se están observando por la escalada de conflictos bélicos en medio oriente y en Europa. El mismo reporte del banco español señala que la manufactura se ha quedado paralizada en lo que respecta a la creación de empleos, con un crecimiento anual de sólo 0.1% y una pérdida de 7 mil empleos, a agosto de este año. El empleo en la construcción creció solo un 1.1%, cuando era el sector que más empujaba a la economía en este factor, llegando en algunos meses hasta crecimientos del 10% para sorpresa de los analistas. El sector comercio y el de servicios contabilizaron el mayor crecimiento con variaciones anuales (a agosto) de 3.2% y 2.2% respectivamente. Aunque estos datos pudieran parecer “buenos” ante la perspectiva de la desaceleración que vivimos en la actualidad y las complicaciones enfrentadas por las cadenas de valor a nivel mundial, el país necesita generar un millón y medio de empleos anualmente para poder captar las personas que cada año se incorporan al mercado laboral, principalmente por el factor demográfico de la edad, y posteriormente por desarrollo de habilidades como son los egresados de las preparatorias, escuelas técnicas y universidades. Cada que nos quedamos cortos en este indicador, hay más desempleados permanentes y un mayor número de dependientes de los programas sociales.

Solo como una referencia a la falta de políticas públicas en los aspectos laborales, hay que citar a Tabasco, donde el deterioro del empleo alcanzó una caída del 11.3% en agosto y una reducción acumulada de 7.9% en lo que va del año. Lo cito porque es el estado que recibió la mega inversión gubernamental de la refinería de “Dos Bocas”, y ahora que está llegando a su fin, el proyecto por sí solo no está siendo capaz de sostener un mercado laboral que fue el ejemplo presidencial por más de 4 años. Ni hablar, hasta los buenos ejemplos terminan.

En lo que se refiere a los salarios, en términos reales estos crecieron un 4.5% a tasa anual en agosto, impulsados principalmente por fuertes presiones inflacionarias. El ingreso total acumulado en la economía de los trabajadores (total de sueldos y prestaciones) creció solo 6.4% por el bajo crecimiento del número de empleos nuevos. Se ha dicho que aunque los salarios mínimos tuvieron aumentos en dos años consecutivos del 20%, no ha sido suficiente para compensar las pérdidas que tuvo durante sexenios anteriores y el arranque de este. Tampoco esos aumentos fueron capaces de darle a los trabajadores un respiro ante la inflación en alimentos que ha sido mayor a los promedios inflacionarios en los últimos 9 años, rondando un 12%.

Hay que reconocer que el problema salarial no es exclusivo de México. La teoría económica clásica sostiene que los salarios no pueden, en ninguna circunstancia, ganarle la carrera a la inflación. De esta forma, si hay un aumento a los salarios de 5% la inflación siempre crecerá más que estos. No hay manera de controlar la inflación si los salarios no se encuentran limitados, por eso los aumentos al trabajador son menores que los aumentos a los bienes y servicios. Así ha funcionado el mundo en los últimos 100 años.

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En lo que respecta al consumo, finalmente, este creció en agosto apenas un 0.1%, casi nada porque ya no hay capacidad de compra en el sistema económico. La primera razón es que la inflación ha causado mucho daño a los salarios que si bien recibieron un aumento a principios de este año, para esta altura ya han perdido cuando menos un 70% de su capacidad de compra en relación al aumento dado. Contra esta situación no hay ninguna defensa económica más que acelerar la producción, pero con las condiciones actuales de desconfianza, ni los empresarios nacionales ni los extranjeros están dispuestos a ofertar más bienes y servicios. Dice que “hay que esperar”. Entonces, es aquí donde comienza un serio problema para la nueva administración entrante en octubre porque nuestra economía no avanza al ritmo que debería y como consecuencia bajarán las captaciones fiscales, entre otros daños potenciales. La segunda razón para la caída del consumo es que empieza a disminuir el número de personas que trabajan, y que tienen un ingreso constante. El presidente de la república dio un dato que para mí es alarmante, el 73% de los hogares mexicanos recibe cuando menos un programa de apoyo social. Esto es un claro indicativo de pobreza en alguna forma o de falta de trabajo permanente de otra. En consecuencia, lo que estamos experimentando en este momento es un ingreso generalizado de la población mermado por diferentes factores que ya no le permiten comprar lo que compraba antes, vamos, la sensación de riqueza de la burbuja financiera creada por los adelantos de los programas sociales para hacernos sentir más ricos antes de las elecciones, ha llegado totalmente a su fin.

Lo que tenemos ahora en la economía es el verdadero México, donde ya no hay elecciones y el gobierno federal ya no tiene una estrategia clara para dirigir la economía. No hay modelo económico mexicano simplemente y no hay forma de crearlo en dos semanas que le quedan al actual presidente. La doctora tendrá que ir diseñando con tiempo los nuevos mecanismos que darán confianza a los agentes económicos en el siguiente sexenio, de lo contrario estaré hablando de crisis en muy poco tiempo. Al menos esos dicen los otros datos.

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