¿Empresas verdes? El desarrollo sostenible ya no se sostiene
Las distinciones ambientales son acuerdos que permiten legitimar procedimientos antiguos que persisten, pero ahora ocultos bajo el abanico de lo ‘verde’
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU son populares porque son nombrados en políticas públicas, instituciones privadas y en algunas organizaciones no gubernamentales. Sí, han concedido en otorgarse placas a las entradas de sus espacios que las identifican como “verdes”... sin generar un cambio real.
Es sólo marketing. Y recordemos que el marketing es el dios ahora, lo es todo; las políticas públicas también incluyen marketing. Porque si entramos a ciertas instituciones que se dicen “verdes”, observaremos acciones escasas, donde la exigua separación de residuos –en orgánico e inorgánico– y letreros que invitan a ahorrar agua son considerados suficientes elementos para tener el permiso de colocar letreros que los catalogan en la esfera de instituciones sensibles con el medio ambiente.
TE PUEDE INTERESAR: Autogobierno, algo cada vez más ausente
Si se revisan los procesos, veremos que en lo general ni hay ahorro en el agua que se consume. En el caso de los inodoros, los cuales son los dispositivos que mayor gasto de agua generan, se observan fugas o hilos de agua que corren tranquilamente generando un sonido que se escucha en forma clara, pero que no incomoda a ninguno de los allí involucrados; así se desperdicia un recurso valioso y escaso.
En realidad estas distinciones ambientales son acuerdos que permiten legitimar procedimientos antiguos que persisten, pero ahora ocultos bajo el abanico de lo “verde”.
No han movido mucho el orden de las cosas; algunos incluso comparan a esta fiebre de estampitas y letreros “verdes” con un cierto opio que permite que nada cambie en forma sustantiva. Ya que, si se analiza factualmente, la acumulación del capital, basada en la explotación, es el origen de la crisis climática: explotación de recursos y de personas.
Veamos cómo el norte global –citemos hoy específicamente a EU– vive sostenido por la explotación del llamado sur global.
Sólo es posible que este país mantenga un modo de vida desenfrenado, ya que se sustenta en la explotación de las riquezas naturales y de personas, por ejemplo de Brasil, en donde operan Exxon Mobil y Chevron en el sector energético, o Ford y General Motors, los cuales tienen una fuerte presencia, sin considerar a compañías como Microsoft, Coca-Cola, PepsiCo, Pfizer y Johnson & Johnson.
Es el saqueo de este país por el norte global el que permite este supuesto “desarrollo sostenible”; sosteniéndose en la explotación también de, por ejemplo, la República Democrática del Congo, en África, nación de donde los autos eléctricos de Tesla, por citar una empresa, obtienen baterías de litio, ya que sin problema extraen cobalto mientras dañan el medio ambiente y ocupan a niños o adultos en modalidades que son la forma contemporánea de la esclavitud.
TE PUEDE INTERESAR: Desarrollo sustentable, ¿retórica o acción?
Este norte global entonces, ejemplificado en EU, vive sostenido por el saqueo que realiza al sur global. Y esto mismo ocurre en nuestro país a escala más pequeña: vemos discursos de desarrollo sostenible que se anclan en prácticas que lastiman ecosistemas y desplazan comunidades para instalar vías de comunicación y centros de producción de energías “verdes” instalados en áreas protegidas. Pero el discurso es perfecto y es importante contestar cualquier pregunta, porque es el marketing el que le lava la cara a este desarrollo insostenible.
El vocablo “sostenible” proviene del inglés sustainable, que derivada del verbo sustain; el que a su vez procede del latín sustinere, conformado por el prefijo sub (desde abajo) y tenere (sujetar, tener, sostener, mantener, reservar, guardar, defender, resistir o conservar).