Eso no está pasando en México: Andrea Chávez
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Mientras Andrea vaga en el Senado, su mentor, Adán Augusto López, continúa escondido... su temor más grande no es que la Interpol o la DEA lo localicen; sino que Andrea, en su locura y desvarío, lo reconozca y le exija cuentas
El rumor es insistente: la senadora Andrea Chávez Treviño recorre los pasillos del Senado por las noches, vestida como llorona: con largo vestido de muchos colores que casi cubre sus pies descalzos y sucios. Su cabello, muy largo, es de colores negro, plateado y dorado. Su rostro ojeroso nutre sus lagrimales secos de tanto llorar. Sin embargo, su mirada perdida no impide que grillos, luciérnagas y mariposas se posen en su cabeza. Su grito es aterrador: “¡Eso no está pasando en México! ¡Ay, mis hijos!”.
Los personajes ilustres inscritos en letras de oro en el Muro de Honor del Senado, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Josefa Ortiz de Domínguez y Saturnino Herrán, entre otros, optan por dar la espalda a la senadora y continuar con su juego de lotería.
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Mientras Andrea vaga, su mentor, Adán Augusto López, continúa escondido bajo el escritorio del líder del Senado, Gerardo Fernández Noroña. Sentado en el suelo, López no pierde su galanura como vampiro tabasqueño de Transilvania: sanguinario y psíquico. Por ello, está vestido con frac negro, zapatos de charol, capa negra con fondo rojo, cara maquillada de blanco, rímel en sus ojos, pulidos y afilados sus dos colmillos y cabello platinado. En ese momento, su temor más grande no es que la Interpol o la DEA lo localicen; sino que Andrea, en su locura y desvarío, lo reconozca y le exija cuentas (políticas y amorosas, en ese orden).
Existe un exgobernador de Tabasco, cuyo nombre omito para no herir la sensibilidad de Andrea, que en su periodo como gobernador (2019-2021) nombró secretario de Seguridad Pública a Hernán Bermúdez, quien tenía una vinculación estrecha, bajo el grado de comandante “H”, con la “La Barredora”: grupo criminal asociado con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y cuyo radio de acción alcanza Campeche, Chiapas, Veracruz y Guatemala.
El gobernador que sucede “al escondido”, como interino de 2021 a 2024, es Carlos Merino, un hombre sin experiencia en el servicio público, pero acostumbrado –por décadas– a cuidarle la espalda al vampiro tabasqueño de Transilvania. Merino ratifica en el puesto a Bermúdez a pesar de que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) da a conocer en 2022 sus presuntos vínculos con el CJNG en dos temas: robo de combustibles o huachicol y tráfico de personas.
En 2025, tras una pésima gestión como gobernador, Claudia Sheinbaum nombra a Merino como director general de Aeropuertos y Servicios Auxiliares para asumir la responsabilidad de “almacenar, comercializar y abastecer combustibles de aviación en todo México, a través de 52 estaciones de servicio, principalmente turbosina elaborada por Petróleos Mexicanos”.
En esa cadena de omisiones, resalta la figura del general Audomaro Martínez Zapata, también tabasqueño, amigo personal y exjefe de seguridad personal de AMLO, porque era director del Centro Nacional de Inteligencia (2018-2024) y, como tal, estaba obligado a conocer de los vínculos del secretario de Seguridad Pública con el CJNG.
Hoy, Bermúdez está prófugo y la Interpol lo busca en cada rincón del orbe. Andrea continúa vagando y gritando: “¡Eso no está pasando en México! ¡Ay, mis hijos!” (mientras la gubernatura de Chihuahua se diluye entre sus lloridos secos de lágrimas).
Su vampirín no la pasa mejor: experimenta la peor crisis política personal de su vida. Alucina mirar un crucifijo volador dirigido hacia su corazón por Sheinbaum. O imagina una espada de plata que le decapitará. Y una Claudia que, acto seguido, le llenará la boca de ajos para que no vuelva a resucitar.
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Ignorante del idioma inglés, este vampírín se pregunta: si me extraditan, ¿cómo me comunicaré con mis compañeros de celda? Temo también ser “buleado” por ellos, debido a mi aspecto vampiresco, con zapatos de charol y mi acento tabasqueño.
Lo peor, si caigo, ¿quién protegerá a mi “cabecita de algodón”? Porque no creo que tenga éxito en sus ejercicios de mimesis para ser confundido –por la DEA y el FBI– como una figurilla antropomorfa de las ruinas arqueológicas de Palenque.
Mientras imagina tales escenarios, el vampiro tabasqueño de Transilvania, todavía escondido bajo el escritorio de su líder en el Senado, abraza sus piernas con fuerza, mientras suda frío y escucha a lo lejos, con pavor por aquello de la rendición de cuentas políticas y amorosas, los gritos de su pupila Andrea: “¡Eso no está pasando en México! ¡Ay, mis hijos!”.