Explorando la realidad en el teatro II: Biodrama
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Así como existen diferentes formas de ver la realidad existen, también, diferentes lentes con los que el teatro mira hacia lo real. Escribía la entrega pasada sobre el teatro documental, una de las vertientes escénicas más conocidas en cuanto a modos de hablar de lo real en escena. Durante mucho tiempo, concebí como teatro documental toda aquella obra que hablase de hechos verídicos, sin ponerme a pensar mucho en enfoques y formas de manejar la información. No fue sino hasta muchos años después que al profundizar en el tema de la dramaturgia a partir de lo real aprendí que las formas de hacer y de contar pueden crear propuestas con diferentes matices. Es así que conocí al biodrama, eso que parece y podría ser teatro documental, pero que no es exactamente lo mismo.
¿Y por qué no es exactamente lo mismo? Bueno, mientras que el teatro documental retrata una situación o hecho de una forma que tiende a abarcarlos desde la totalidad del acontecimiento, de la época o de la vida de la persona – lo “macro” por llamarle de alguna manera – el biodrama procura a concentrarse en lo “micro”, es decir, en esas pequeñas historias individuales que aparentemente podrían ser cotidianas, pero que insertadas en un contexto mayor pueden revelar un significado más universal.
Aun así, es mejor aclararlo desde ahora: lo documental y lo biodramático con frecuencia se traslapan y su distinción acaba siendo una cuestión sujeta también a la subjetividad e interpretación de que quien lo mire. A veces se considera al biodrama como una categoría dentro del teatro documental, pues, a fin de cuentas – y dependiendo de la definición de teatro documental que cada investigador maneje – es posible que un biodrama sea documental, pero no siempre un documental es biodrama.
El término, que se considera acuñado por la directora argentina Vivi Tellas, es el conjunto de las palabras “biografía” y “drama” y surge a partir de la propuesta curatorial/proyecto de investigación que Tellas realizó durante su periodo como directora del Teatro Sarmiento en Buenos Aires. Además de lo que ya se ha dicho, una gran particularidad de la propuesta es que no se trabaja necesariamente con actores. Dado que el enfoque es la biografía de la persona, lo que se presenta en escena es ese ser humano real que, actor o no actor, tiene algo que contar acerca de su propia existencia. Se trata de la búsqueda de lo teatral en la vida cotidiana de las personas.
Al mismo tiempo en que en el Teatro Sarmiento Tellas invitaba a otros directores para explorar lo que ellos mismos entendían como biodrama, la creadora inició su propio proyecto de investigación alrededor del concepto. Proyecto Archivos es una serie de biodramas que comprende las obras Mi mamá y mi tía, Tres filósofos con bigotes, Cozarinsky y su médico, Escuela de conducción, Disc Jockey y Mujeres guía. Los títulos no son ningún intento de poetizar o metaforizar la anécdota, en escena se ven, precisamente, a la mamá y a la tía de la directora contando la historia familiar, a tres profesores de filosofía – con bigote – reflexionando sobre lo que constituye la identidad, al cineasta Edgardo Cozarinsky y a su médico discutir sobre el arte y la muerte, a los empleados de una escuela de conducción hablar sobre el aprendizaje, el riesgo y el amor, dos DJs pinchando discos mientras recuerdan acontecimientos de su vida y a tres mujeres que son guías turísticas en Buenos Aires hablando sobre su profesión y sobre su vida.
Lo que se presencia son las vivencias, más o menos comunes, más o menos cotidianas, pero que desde un ojo entrenado logran resplandecer de otra manera. El brillo de esos pequeños momentos de la vida real que no por efímeros son menos extraordinarios. Porque sí, ciertamente en la vida todos tenemos unos cuantos de esos momentos que Vivi Tellas menciona que poseen el “umbral mínimo de ficción”. Esos momentos en los que, dice la directora, “la realidad misma parece ponerse a hacer teatro”. Y es que hoy en día, ¿es obligatorio ir al teatro a ver ficción? Me parece que en verdad a lo que asistimos es a que nos cuenten una historia; así sea la increíble y cotidiana complejidad de las otras personas y sus mundos.