Gusano barrenador: Senasica tenía riesgos detectados, ¿qué se hizo entonces?

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El problema del gusano barrenador es uno que se pudo prevenir. Las advertencias de riesgos allí estuvieron. La pregunta es por qué no se actuó frente a esos riesgos
La plaga del gusano barrenador no es un tema menor. Nuevamente el gobierno de Estados Unidos cerró las fronteras, lo que implica pérdidas millonarias para los ganaderos. En Coahuila, tanto autoridades como ganaderos pidieron durante la semana el cierre de la frontera sur.
El gusano barrenador es una plaga exótica altamente transmisible, que afecta a los animales de sangre caliente, como mamíferos, aves e incluso al ser humano. Y no se presentaba en México desde hace más de tres décadas.
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Pero eso cambió. Y lo peor es que hubo advertencias.
Desde el 2019, primer año de administración del expresidente Andrés Manuel López Obrador, se advirtieron riesgos por “enfermedades o plagas exóticas emergentes y reemergentes de animales terrestres y acuáticos, introducidas en el territorio nacional”, según se lee en el Programa de Trabajo de Administración de Riesgos (PTAR) del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) de ese año.
Los PTAR son documentos públicos que las dependencias están obligadas a informar y que describen las amenazas a las metas y objetivos de cada institución. Una revisión hecha a los PTAR del sexenio anterior da cuenta de que los riesgos estaban observados: ¿qué se hizo entonces?
El riesgo señalado en 2019 fue clasificado como “grave”. Sin embargo, en los años subsecuentes, a la Senasica se le siguió señalando diversos riesgos relacionados con plagas o enfermedades.
En 2020, por ejemplo, se señaló que el Programa de Sanidad e Inocuidad Agroalimentaria era ejecutado de manera inadecuada, y se identificaron factores de riesgo como la operación deficiente del sistema de vigilancia epidemiológica de plagas y enfermedades, inspección deficiente de plagas y enfermedades, así como la operación deficiente de las campañas fitozoosanitarias.
Para el 2021 se señaló una aplicación de medidas contraepidémicas ineficientes, inoportunas e inadecuadas.
Desde 2022 a 2024 se ha señalado el riesgo de “Plagas y enfermedades diseminadas en territorio nacional que pongan en riesgo el patrimonio agroalimentario del país”, con distintos factores de riesgo. En 2022, se indicó una deficiencia en la integración de expedientes de importación fitozoosanitarios con respecto a los resultados de laboratorio.
También se detectaron deficiencias en el registro, control, seguimiento y trazabilidad en las importaciones de productos pecuarios. Como medida de control, se recomendó dar un seguimiento a la ejecución del “Método de comunicación para la coordinación de la importación de ganado bovino para engorda terminal proveniente de Centroamérica”.
En 2023, otra vez se identificó como factor de riesgo la falta de seguimiento a la comprobación de los pagos a profesionales de los servicios convenidos por parte de los OASA, que son los Organismos Auxiliares de Sanidad Animal, organizaciones autorizadas por Senasica que colaboran en la prevención, control y erradicación de enfermedades animales. Estos organismos son clave para asegurar la salud y bienestar de los animales, así como para proteger la producción ganadera del país.
En 2024 se señaló un “desconocimiento de la actuación ante una emergencia sanitaria, que requiere apoyo en los Dispositivos Nacionales de Emergencia en la defensa de la seguridad alimentaria”.
Todos los casos fueron clasificados como “riesgo grave”. Ahora padecemos las consecuencias.
AL TIRO
El problema del gusano barrenador es uno que se pudo prevenir. Las advertencias de riesgos allí estuvieron. La pregunta es por qué no se actuó frente a esos riesgos señalados en los PTAR.
Todo esto se entrelaza con los recortes presupuestales. Hace dos años publiqué en SEMANARIO, un amplio reportaje sobre cómo la llamada “Austeridad republicana” del expresidente López Obrador estaba golpeando al medio ambiente en Coahuila, pues con los recortes presupuestales se afectaron programas, oficinas o áreas de operatividad que derivaron en una escasa protección al medio ambiente.
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En aquella investigación dimos a conocer recortes a dependencias como Profepa, Conagua, Conafor o Semarnat y su efecto en temas de protección a los acuíferos, daños a canales por falta de mantenimiento, el combate a incendios o la mala calidad del aire.
El presupuesto ejercido por Senasica fue de más de 6 mil 500 millones de pesos en 2016 y 2017. En 2018 se ejercieron más de 7 mil 200 millones de pesos. Pero con la entrada de López Obrador, el presupuesto se redujo: de 2019 a 2023 osciló entre los 5 mil 171 millones y los 5 mil 694 millones de pesos. Para 2024 subió a 6 mil millones de pesos.
Ahora mismo hay una preocupación por las pérdidas millonarias a causa de la plaga del gusano barrenador, incluso se han planteado propuestas como el cierre de la frontera sur y otras opciones. Sin embargo, debemos preguntarnos cómo fue que llegamos a tener una plaga que llevaba 30 años sin presentarse en el país. Debería haber responsables, pero sabemos que no los habrá.