Habemus candidatum opositor. El 2024 será un encontronazo cara a cara

Opinión
/ 5 septiembre 2023

Ahora que la oposición se anotó un logro inédito, poniéndose de acuerdo en algo por primera vez en la Historia, debe cuidar celosamente y administrar con inteligencia la candidatura de unidad que, en la persona de Xóchitl Gálvez, ha decidido respaldar: hay que seguir tratando de posicionarla (aunque la verdad es que nadie lo hace mejor que el Presidente) y evitarle al mismo tiempo desgaste y escándalos innecesarios. Hay que escogerle bien sus batallas y las controversias en las que se enfrasca, favoreciendo aquellas de las que puede salir airosa.

Necesitará al mejor despacho jurídico que el dinero pueda comprar para repeler las acusaciones de las que sin duda será objeto desde el Poder; hay que pulir su imagen (es tarde para la ortodoncia; lo bueno es que la sonrisa de la precandidata oficial hace llorar a los niños); debe ejercitar sus habilidades para debatir, es necesario andamiar su discurso y plataforma política más allá del antagonismo y a sus huipiles... no... Los huipiles están bien y hacen trinar de coraje a todos en Morena, donde se creen dueños de la patente de todo lo autóctono.

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No deja de ser muy chistoso que AMLO acuse simulación y dedazo en el proceso de selección del bloque opositor, por dos razones fundamentales:

Primero, porque fue él mismo el que perfiló la precandidatura de Gálvez; fue él quien originó el fenómeno al cerrarle la puerta del Palacio Nacional, desobedeciendo un mandato judicial, y fue él también quien la colocó en la delantera opositora con la maniobra más contradictoria y pendeja en la historia de la política nacional: Regateándole toda la importancia... ¡Durante dos meses de mañaneras! Es decir, durante dos meses estuvo AMLO duro y dale sobre un personaje que, según él (y su segunda voz, Epigmenio Ibarra), no ameritaba mayor atención.

Y en segundo término, porque si un proceso hubo que se caracterizó por el dedazo y la simulación fue la selección del “Coordinador de la Defensa de la 4T” que, como bien sabemos, ello no significa nada en absoluto como no sea la candidatura morenista, designada desde inicio del sexenio.

Hoy Gálvez no sólo es la respuesta de la oposición al Gólem de AMLO, la doctora Ivermectina, Claudia Sheinbaum; y es incluso superior en varios aspectos del marketing político, si bien no así en lo referente a la intención de voto de los mexicanos al día de hoy, pero... ¡Hey! Se supone que nadie ha hecho campaña todavía.

Xóchitl creció gracias a una serie de circunstancias tan afortunadas como fortuitas. ¿Podrá seguir creciendo ahora en hombros del triunvirato PRI, PAN, PRD, sin perder frescura y sin terminar de contaminarse con el hedor de estos partidos?

Claudia es, en cambio, el resultado de una estrategia totalmente intencionada, en la cual la Jefatura de Gobierno de la CDMX era el trampolín esencial. El siguiente paso natural era ser la abanderada impoluta del movimiento cuatroteísta, pero para su infortunio, su adversario al interior, el excanciller Marcelo Ebrard acusa dedazo, un piso nada parejo y desvío de recursos públicos en favor de Claudia “Shein”, ungida a todas luces por el Ganso cansino.

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La última encuesta digna de considerarse muestra todavía, desde luego, a la exjefa de Gobierno muy por encima de la senadora. Sí, sólo que en dicha encuesta Gálvez aún se estaba disputando el voto con sus adversarios internos (Creel, De la Madrid, Mancera, Paredes) y al día de hoy, en su calidad de candidata de unidad, se supone debe aglutinar esos votos hipotéticos de sus otrora contendientes. La doctora, en cambio, no tiene más rivales al interior que Marcelo, y es probable que los ebrardoristas desencantados (muchos al menos) prefieran darle la espalda a la 4T antes que respaldar a la abanderada oficial que cínica y descaradamente les robó la candidatura con todo el apoyo y presupuesto de las instituciones y de “don ya sabemos quién”.

Claudia ya no puede crecer más. No puede ir más allá del voto duro morenista que, desde luego, le alcanza de ida y vuelta. Pero ya no tiene manera de crecer, por más que nos la quieran meter por las narices y otras cavidades menos decorosas. Ella ya era la candidata del Caudillo desde que la 4T era puro monte, el que al día de hoy no se sumó ya a su cargada, simplemente no lo hizo ya nunca.

Doña “Chóchitl” tiene que hacer la lucha y ver si con toda la morralla del PRIANRD les alcanza “para el cartón”. Y eso va a ser lo verdaderamente emocionante de los próximos comicios, que será una elección de fuerzas netamente antagónicas; un encontronazo de a dos nomás; un cara a cara, mano a mano; la real disputa del régimen contra sus detractores.

Una de las muchas cosas que la alianza opositora tiene que cuidar ahora de su candidata es que −ya envalentonada− no le dé por improvisar y hablar por la libre para acabar enredada con su propia lengua. Le ha pasado ya como cuando la acusaron de querer recortar los tan apreciados programas sociales.

$!JAMES

Hizo luego un comentario sobre clamatos y cervezas que tuvo que salir a aclarar porque parecía moralina y retrógrada.

Y en otra ocasión se le imputó un comentario sobre la gente del Sureste mexicano, que no estaría acostumbrada a trabajar ocho horas seguidas.

Es muy delicada una declaración de esta naturaleza, especialmente hoy, luego de cinco años de un presidencialismo cuyo éxito radica en la polarización de las clases, las zonas geográficas, las etnias y las culturas.

Por más que no existiera mala intención, o que haya algo de realidad en lo dicho (las necesidades de supervivencia en el Sureste son en efecto muy distintas a las de la franja Norte y la cultura laboral puede ser, por consiguiente, muy distinta), nadie está en posición de aventarse un pronunciamiento así de temerario y salir ileso.

Pero lo hilarante fue que para capitalizar la indignación por este comentario imprudente se apuntó desde luego nuestro Mandatario: un tabasqueño que en efecto madruga a diario pero del que habitualmente, cinco horas después, antes del mediodía, no volvemos a saber nada en absoluto hasta otro día, pese a ocupar el cargo de mayor responsabilidad en el País.

No es un chisme, ni un rumor; las bitácoras militares reportan que el señor termina su mañanera con buen apetito, que es dado a la siesta, al macaneo y a toda esa rutina relajada que pueden permitirse los habitantes de las zonas bendecidas por la exuberancia de la naturaleza. Aunque, desde luego, unos hábitos tan provincianos y pueblerinos son incompatibles con el Poder y los cargos de alta responsabilidad.

Y quizás si AMLO no fuera tan holgazán, la oposición no habría tenido ni siquiera esta única, diminuta y remota oportunidad que ahora tuvo para darle una respuesta electoral de cara a la sucesión presidencial y, al interior de su movimiento, se estaría gestando quizás un proceso terso, sin cismas ni escisiones.

Pero para fortuna de todos nosotros, su propia flojera inherente, su abulia innata, su apatía característica para afrontar los problemas complejos, nos ha ofrecido un pequeño resquicio desde el cual es posible desterrarlo del Poder. Ojalá.

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