‘Huachicol’: sigue siendo un problema fuera de control

Opinión
/ 30 junio 2025

López Obrador aseguró que el problema del huachicol ‘se había terminado’ en su sexenio. Pese a ello siguen descubriéndose ‘empresas’ que trasiegan millones de litros en el país

Uno de los términos más escuchados durante el sexenio anterior fue “huachicol”, una expresión que refiere la existencia de un mercado ilegal de combustibles robados en el país. El problema, se nos dijo entonces, constituía una de las “herencias malditas del periodo neoliberal”. Pero también se nos dijo que había sido resuelto.

Apenas el 30 de septiembre pasado, durante su última conferencia mañanera, el expresidente López Obrador aseguró que el robo de combustible a Petróleos Mexicanos había disminuido casi un 95 por ciento durante su sexenio, lo cual le permitió afirmar que “eso se acabó”.

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Pero, ¿realmente se había acabado el problema? De acuerdo con cifras de Pemex, en 2024, el último año del sexenio anterior, el fenómeno empeoró en comparación con el año previo, pasando de 15 mil 400 barriles diarios a 17 mil, lo cual implicó un crecimiento de más del 10 por ciento.

Recordar las cifras del cierre del sexenio pasado es relevante para contextualizar el anuncio realizado el pasado fin de semana, y que consignamos en esta edición, relativo a la incautación de casi dos millones de litros de combustible robado en Saltillo.

La detección de esta “empresa”, producto de la coordinación entre las autoridades federales y estatales, implica el desmantelamiento de una operación a gran escala que conectaba Tamaulipas y Coahuila pues, de acuerdo con lo informado, el decomiso de combustible en nuestra entidad está vinculado con el de un buque, con 10 millones de litros de huachicol, realizado en Tampico en marzo pasado.

Uno de los detalles relevantes del decomiso realizado en Coahuila es el relativo al uso de transporte ferroviario para el trasiego del combustible robado. Es decir, estamos ante una operación de gran sofisticación que implica la existencia de enormes cadenas de complicidad.

Para decirlo más claro: no estamos hablando de ladrones furtivos que pinchan un ducto de Pemex y extraen unos cientos de litros de combustible para obtener alguna ganancia marginal. No: estamos ante una red de gran escala que opera a partir de enormes volúmenes, lo cual la convierte en una auténtica empresa criminal de grandes proporciones.

¿Cómo es que una operación de este tamaño no había sido descubierta antes? ¿Cómo podían colocarse en el mercado millones de litros de combustible cuyo origen no podía comprobarse legalmente?

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La respuesta la sabemos todos: porque detrás de dicha operación necesariamente existen servidores públicos, de distintas áreas del Gobierno, que garantizan a los criminales la posibilidad de actuar con impunidad... a cambio de una parte de las ganancias, desde luego.

Es alentador, desde luego, que la nueva administración federal esté actuando y no solamente pronunciando discursos en torno al problema del huachicol. Pero también es indispensable que se reconozca que durante el sexenio anterior el problema no solamente no fue resuelto, sino que las cadenas de complicidad que lo posibilitan siguieron funcionando con normalidad.

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