Indicadores fantásticos para 2025: lo que planteó SHCP
La semana pasada fueron publicados los criterios generales de política económica para el siguiente año y de allí se desprenden los mecanismos que dan origen a la ley de ingresos y egresos de la federación. Tanto los criterios como los egresos presupuestados han creado un sinfín de críticas. Al presupuesto se le ha dedicado una mayor cantidad de material analítico que a los propios elementos de política económica, por lo que este espacio será dedicado a analizar brevemente por qué éstos últimos no son realistas y solo distorsionan las posibilidades de crear un ambiente económico propicio para la inversión de largo plazo que permita diseñar mejores estrategias de crecimiento económico para 2025 y los años siguientes, cuando menos de este sexenio.
Me concentraré en tres indicadores centrales de la economía, el pronóstico de crecimiento del Producto Interno Bruto, el tipo de cambio y la tasa de interés de referencia del Banco de México (Banxico), que tienen un impacto directo en nuestra vida cotidiana. El primero porque implica más empleo y mejores salarios; el segundo establece el potencial exportador del estado y más dinero circulante para todos; y el tercero impacta el costo del dinero prestado, por lo que si sube o baja es de vital importancia para los que debemos dinero a las instituciones financieras.
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Para iniciar, hay que comentar que los primeros años completos de las presidencias de nuestra república no han sido muy buenos en lo que al crecimiento económico se refiere. Desde el ex presidente Salinas de Gortari a la fecha, con excepción de Calderón, el primer año de gobierno fue el de crecimiento económico más bajo (Salinas, 3.6%; Zedillo, -5.9%; Fox, 0.5%; Calderón, 2.1% no fue el más bajo; Peña, 0.9% y López, -0.3%). Hay que hacer notar que también el último año de las presidencias en esos sexenios fue un año de bajo crecimiento como seguramente será este 2024. Por ello es de vital importancia monitorear qué tanto avanzará el Producto Interno Bruto nacional este fin de año, que como todo parece indicar, será de menos de 1.5%, pese a que Hacienda dice que este año terminaremos en un 2.2%, lo que es imposible, ni siquiera poco probable. También hay que decir que en los años 2021 y 2023 los analistas dieron crecimientos notablemente más bajos que los planteados por Hacienda, por lo que ahora también se aventuran a un pronóstico más alegre pero con condiciones muy lejanas a las que se tenían en esos años.
En lo referente a los asuntos económicos, crecer entre dos y tres por ciento como lo planteó la Secretaría de Hacienda, no es posible porque traemos un rezago importante en los motores centrales del sistema económico: la inversión y el consumo. En el primer caso, y sin cifras específicas sino haciendo uso de lo que ya he comentado en este espacio, la inversión directa, nacional y extranjera, vienen cayendo lentamente en lo que va de este año. Entendible porque fue un año electoral y una cantidad importante de proyectos se detuvieron por la expectativa de la elección como tal. La inversión extranjera creció un 2% menos de lo que se esperaba al tercer trimestre de este año y la nacional se ha visto muy limitada sobre todo en construcción de infraestructura, insisto puede ser el efecto electoral como se ha dado también en sexenios anteriores. Sin embargo, para 2025 el gasto gubernamental a nivel federal será más que de “austeridad franciscana” ya que tendrá un recorte del 7%. Además, hay que tomar en cuenta que el monto destinado a los megaproyectos del ex presidente López es ya muy escaso porque están “casi terminados” aunque no funcionan como deberían pues fueron creados para generar dinero a estas alturas de la historia o al menos esa fue la promesa.
En lo que se refiere al tipo de cambio, se estableció que estaría en promedio en 18.70 pesos por billete verde en 2025. La justificación presentada, es que dado que Donald Trump llegó a la presidencia en Estados Unidos y México ya conoce cómo opera él, es seguro que la estabilidad volverá a los mercados financieros a mediados de año porque no habrá sorpresas. No se mencionan “pequeños detalles” como la renegociación del T-MEC que pretende el presidente norteamericano, ni tampoco la deportación masiva de inmigrantes (que ya está preparando) a territorio mexicano que ocasionará desde problemas delictivos hasta económicos. Estos dos factores ensombrecen el panorama financiero porque las empresas nacionales e internacionales tendrán nuevas condiciones operativas.
En este punto, tampoco se está tomando en cuenta que existe un déficit público de 6% del PIB, de un país que apenas recauda el 18% del mismo (debemos este año un tercio de lo que generamos). Lo anterior fue utilizado para gasto corriente y que hay que disminuir porque no es posible para un presupuesto rígido, como el mexicano, tener todavía más contratiempos con la percepción financiera de que debemos bastante más de lo que podemos pagar. El mercado de dinero está muy contraído y agregue que lo poco que hay se irá al pago de deudas, simplemente no hay modelo económico que aguante esta contradicción. Dentro del presupuesto se dijo que se reduciría a 4% el déficit, ya veremos si esto se alcanza, mi análisis no es tan optimista porque los ingresos se están calculando, no lo olvide, sobre la base de un crecimiento del 2 al 3% en el año 2025.
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Finalmente, en lo referente a la tasa de interés, la Secretaría de Hacienda da un pronóstico de 8% para la tasa de interés de referencia a un día cuando hoy estamos en 10.25%. Aunque la expectativa sigue siendo a la baja para la última reunión de este año y que la tasa cierre 2024 en 10%, bajarla más allá de 9% será todo un reto porque la tasa de riesgo-país para México tiene tendencia al alza. La agencia Moody’s cambió a negativa la perspectiva de calificación de la deuda soberana de México lo que podría ponerla ya a un escalón de convertirla en deuda insolvente o bono basura como se conocen todos aquellos documentos de deudas impagables. Por otro lado, la inflación tampoco ha cedido mucho y ha repuntado en el último mes. La junta de gobernadores de Banxico ha argumentado que no les preocupa la inflación promedio, ya que la inflación subyacente, la de corto plazo, está bajando constantemente. Con esa premisa el riesgo de un disparo inflacionario prácticamente, dicen ellos, está eliminado del panorama económico de corto y mediano plazo, algo en lo que los analistas en general, estamos de acuerdo de manera unánimeEn conclusión, México tiene un panorama económico poco optimista que no se representa en los criterios generales de política económica. En consecuencia, los supuestos bajo los cuales va a operar el gobierno federal no son adecuados y ha generado sospechas entre los inversionistas internacionales y las propias calificadoras de deuda que no creen que México pueda cumplir con sus compromisos centrales para 2025, reducir el déficit fiscal y hacer de Pemex una empresa rentable o al menos, que no pierda dinero. La relación económica con Estados Unidos dice el gobierno mexicano, no es una preocupación en este momento. Ya veremos posteriormente porqué debe serlo y qué factores cambiarán con Trump cuando entre a la presidencia el próximo enero 20. No es un panorama de miedo, pero si de preocupación el que priva en nuestro país entre empresarios y analistas, aunque el gobierno federal quiera cambiarlo.