La nueva generación AiDH, un proceso de cambio social

Opinión
/ 3 agosto 2023

La universidad pública es una garantía de transformación social para asegurar una comunidad libre e igualitaria. En ella se generan las mejores oportunidades, personales y sociales, que las personas necesitamos para lograr el desarrollo de nuestra personalidad. En lo personal, mi formación profesional es el mejor capital que tengo para tener condiciones que me aseguren el derecho a una vida digna.

En el camino de la vida, las personas podemos tener suerte: contar con una familia o amistades que nos ofrecen mejores oportunidades profesionales. Pero al margen de la lotería familiar o personal, la educación universitaria nos permite, a partir de nuestro propio esfuerzo, generarnos mejores condiciones de trabajo profesional. Sin labores dignas, no hay una vida digna.

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Yo he tenido mucha suerte. Sí, mi familia me ofreció las mejores condiciones para una alta formación profesional. Mi padre y mi madre, como profesionistas, me sufragaron mis estudios. Ellos salieron de su lugar de origen para prepararse, trabajar y mudarse de lugar en lugar para tener mejores condiciones laborales. Luego tuvieron la posibilidad de formar una familia, tener un patrimonio y ofrecernos las condiciones para una educación de calidad que nos preparó para vivir en forma digna.

Con esta suerte inicial, me encontré en el camino diferentes amistades que me han permitido tener opciones laborales, que me han generado desarrollarme como jurista, tanto en el ámbito privado como público. Al final, somos el resultado de muchas situaciones de apoyo que nos ha brindado la vida.

Pero no todas las personas tienen suerte familiar o personal. La universidad es, quizás, el principal motor de la igualdad. En ella, las personas pueden formarse y vincularse para tener mejores condiciones laborales que les permita desarrollarse en forma libre y autónoma. Es el mejor patrimonio que nos puede dar la sociedad.

$!La nueva generación AiDH, un proceso de cambio social

Cuando iniciamos el proyecto de la casa morada, sabía que uno de los principales beneficios que iba a tener esta institución era formar a una nueva generación de juristas que, sin la AiDH, les iba a ser más complicado tener mejores condiciones de crecimiento profesional.

Después de casi una década, aquellas personas que tuvieron el interés de formar parte de este proyecto, hoy tienen una alta formación, experiencia y mejores oportunidades de crecimiento profesional. Siempre he dicho: las personas de nuestra comunidad que no quiere estudiar derechos humanos es porque no quieren o no les interesa. No es falta de oportunidades, porque prácticamente todas las personas tienen la oportunidad de acceder a una educación pública para poder estudiar en un lugar que hoy tiene mucha mejor calidad académica que cualquier escuela privada del país. Los vínculos internacionales que, incluso, tiene la AiDH les permite contar con una educación de calidad europea por el programa de movilidad.

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Creo que este es uno de los mejores logros de este proceso universitario. El haber dado oportunidades de cambio social a toda una generación de juristas que en los próximos años, sin duda, serán los liderazgos en nuestra comunidad. Es un proceso lento, gradual, pero que hoy ya tiene buenos frutos porque nos preparamos para tener un relevo generacional que permite contar con profesionales del Derecho que están comprometidos con la lucha de la dignidad humana.

SOLIDARIDAD MORADA

Esta nueva generación debe estar consciente de su suerte profesional. Deben valorarla. Deben protegerla. Deben consolidarla. Pero sobre todo deben regresar a las siguientes generaciones las mismas oportunidades que ellos tuvieron. No pueden ser ingratos con su comunidad.

El éxito de las instituciones universitarias es la preparación profesional de las nuevas generaciones. Ellas son las que construyen (o destruyen) un lugar digno para vivir. No sólo porque tienen mejores condiciones personales para enfrentar su vida profesional, sino también porque están preparados para enfrentar los retos y desafíos de la lucha de los derechos en nuestra comunidad, con compromiso social y una alta formación profesional.

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Pero ellos −como los que participamos en construir a la AiDH− tienen una mayor deuda: regresar con mayor solidaridad, mayores y mejores oportunidades a las próximas generaciones. Ese es su compromiso. Ese va a ser el éxito de nuestra casa morada: solidaridad para generar mejores oportunidades a las personas jóvenes que estén interesados en una educación jurídica con perspectiva en derechos humanos.

Esta es la razón universitaria del cambio social. En la AiDH lo impulsamos. Lo hacemos realidad con gran calidad académica y profesional.

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