La quinta, que ni a cuarta llega
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“Sin agua las quintas se vuelven cuartas y sin presidente las cuartas son de quinta”, remata la irreverente de mi Gaby.
Les platico: Tengo un amigo que se hartó de San Pedro Garza García, y más de su alcalde Miguel Treviño.
Decidido y de armas tomar como es él, un viernes comenzó a empacar y para el domingo en la noche ya estaba viviendo con su familia en un townhouse en la ex rivera poniente de la Presa La Boca.
Lo fui a visitar, porque apenas quedó instalado en su nuevo búnker, le asaltaron los males.
Dije “los males”, no “los malos”, conste.
La entrada a su fraccionamiento me llevó por una calle de pastos secos y árboles a medio secar.
Casas que se veían desoladas, todas en su cochera con lanchas y otras, hasta con medios yates.
Un letrero de “cuidado, niños jugando”, sin niños que cuidar.
Apenas me recibió a las puertas de su casa le pedí: “llévame a ver la Presa”, como le dije un día a mi papá, pero en vez de presa, era al aeropuerto Del Norte, a ver a mis cuatro años, por primera vez a los aviones.
La Presa se dejaba ver entre los cortinajes de la sala de la casa de mi amigo, todavía con un montón de cajas sin abrir, producto de una mudanza hecha a troche moche.
Y en vez de la otrora agua, un socavón. Con muelles que partían del suelo y la tierra de la orilla, a otro suelo pedregoso y árido, donde hasta hace como un año todavía había agua.
El iardín de la casa de mi amigo, con pastos amarillos languideciendo al inclemente sol canicular del mes de julio.
Una alberca comunal para él, para su familia y los vecinos de ese fraccionamiento, con agua entre medio verdosa y cualquier otro color en la escala Pantone de los opacos.
Del otro lado, del oriente de la Presa, unas casas grandotas, las más grandes de esa comarca, todas con sus muelles que salían también de la tierra a la tierra.
“Aquella que ves es de fulano Zambrano; la otra al lado es de los menganos Sada; aquella, de los acereros Gutiérrez; esa más chiquita del que les compró Hylsa a los ´alfos´, el tal Vedoya; la del otro extremo es la de los ´sorianos”, me explicaba mi anfitrión, en aquél tour visual desde el “jardín” de su casa.
Y ante lo desolado de aquel sediento panorama, le dije: esas casas que antes con el agua eran quintas, hoy con la Presa seca no llegan ya ni a cuartas.
Me captó a la primera y se atacó de la risa.
¿Me captaste tú, querido lector?
Se me ocurrió todo esto hoy 30 de agosto, a dos días de que dé inicio el 5o año de la 4aT.
CAJÓN DE SASTRE
“Sin agua las quintas se vuelven cuartas y sin presidente las cuartas son de quinta”, remata la irreverente de mi Gaby.