Lo queer y las representaciones de la diversidad en redes #LoveIsLove
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Ser queer refiere a lo raro o diferente, pero fue resignificado por activistas y académicxs para nombrar identidades y deseos disidentes del binarismo de género y la heterosexualidad normativa
Hay algo que las redes sociodigitales logran, y eso es visibilizar. Uno de los atractivos más encantadores para los usuarios en Internet es el poder de reconocimiento y visibilización, que parece ser el detonante de los procesos de interacción digital. Estudios sobresalientes, como los de Danah Boyd en adolescentes, alumbran nuevas prácticas y desafíos. La autora identifica que los públicos en red facilitan tanto las interacciones de uno a muchos como de muchos a muchos, permitiendo que “cualquiera sea un medio de comunicación” y habilitando así un potencial de escalabilidad significativo (Boyd, 2008).
Además, Boyd expone conceptos como la legitimidad y autenticidad como algo que distingue a estos nuevos públicos, que se ven motivados por la facilidad de alterar el contenido que dificulta el reconocimiento de su origen y legitimidad, como ocurre en el caso de los memes, “lo que amplifica los esfuerzos continuos de las personas por hacer que la cultura de masas sea personalmente relevante al borrar las distinciones entre consumidores y productores” (De Certeau, 2002).
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Desplazando la exclusividad de la interacción, propia de medios tradicionales, la apertura de las redes se convirtió en un motivador desinhibido y fundamental de la conversación en Internet. Algunos autores, como Cabrera, argumentan que a esto se le suma la importancia de la creatividad y producción de contenido, dado que “esta participación en el proceso de producción de los propios contenidos informativos ha dotado a la audiencia de un poder que hasta ahora desconocía” (Cabrera, 2012)
Estos sentidos de autenticidad, legitimidad, visibilización, creatividad y producción resuenan y han sido aprovechados por la comunidad LGBTQ+ que, frente a la censura pública que han intentado instalar desde el conservadurismo de las instituciones y las sociedades, ha logrado, de forma disruptiva, desplazar su imposibilidad de participar en las pantallas o en la voz pública para visibilizarse con creatividad en la esfera pública.
Existe una palabra icónica dentro de la comunidad que nace como un término despectivo en la cultura inglesa en los años ochenta. Ser queer refiere a lo raro o diferente, pero fue resignificado por activistas y académicxs para nombrar identidades y deseos disidentes del binarismo de género y la heterosexualidad normativa. La palabra que nació como insulto fue motivación para estudios culturales y feminismos, y se posicionó como crítica al sistema cisheteropatriarcal (lo que comúnmente refiere a hombres y mujeres), además de señalar la contradicción y el deseo sexual como fuerza política. Hoy, lo queer se expresa en el lenguaje, el arte, los cuerpos y, por supuesto, en los espacios digitales, donde se produce tanto resistencia como mercantilización de estas identidades.
Las redes sociales como Instagram añadieron de manera fija la opción del sticker QUEER para los contenidos de historias, como una posibilidad de mostrar y permitir una narrativa que motive las voces protagonistas de los usuarios que se identifican con la comunidad. Asimismo, plataformas como TikTok, Instagram o YouTube permiten expresar identidades, compartir transiciones, denunciar violencias o simplemente existir con orgullo. Esta visibilidad digital ha amplificado voces históricamente silenciadas, abriendo paso a microinfluencers queer, hashtags de resistencia como #TransIsBeautiful, #NoBinaryDay, #Pride, #orgulloGay, #instagay, #LoveIsLove, #GayIsCool o #LesbianVisibilityWeek, y campañas de activismo que articulan en su enunciado el afecto y la protesta.
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A pesar de las posibilidades de expresión, el entorno digital no es un espacio libre de violencia. Muchas plataformas aplican políticas ambiguas sobre “contenido sensible”, lo que ha llevado, en muchos casos, a la censura de publicaciones LGBTQ+, incluso cuando no infringen normas comunitarias. Existe un fenómeno denunciado como shadowbanning, que invisibiliza perfiles queer sin notificación alguna o potencian algoritmos racistas, transfóbicos o moralistas que dan pie a discursos de odio disfrazados de opiniones regulares. No obstante, debemos rescatar y proteger el poder de la voz y la visibilidad de las audiencias en entornos digitales, quienes ya no necesitan del cis-tema para poder expresar y protestar sus identidades y derechos.
¡Que viva la diversidad y el poder de expresarla libremente!
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