Los nuevos males económicos: México, con ‘diabetes’

Opinión
/ 16 mayo 2025

Esta semana ha estado llena de información económica, en mayor medida negativa, a pesar de que en semanas anteriores se tuvo una estimación del Producto Interno Bruto que alcanzó el 0.2 por ciento, y con ello no hubo una recesión técnica. Sin embargo, la economía no está bien, está enferma, tiene lo que podría considerarse una “diabetes económica”, que le aflige de manera crónica y degenerativa desde hace tiempo. Este espacio lo dedicaré a ver tres asuntos que me preocupan de las nuevas condiciones de la economía, factores que a principios de año no estaban presentes y que están redefiniendo el ambiente económico y de negocios del país y que tendrán consecuencias, probablemente negativas, a corto plazo, por eso son más preocupantes.

Para empezar, el Banco de México decidió bajar la tasa de referencia de 9 a 8.5 por ciento, mandando la señal a los mercados de que el costo del dinero será más barato. A pesar de lo anterior, habrá que ver si la banca comercial decide trasladar esta reducción a sus clientes y sobre todo a los créditos, que tanta falta hacen para poder acelerar los negocios. La contraparte es que se puede disparar la inflación debido al aumento del circulante. El último dato al cierre de abril nos dice que los precios mantienen una tendencia alcista del 3.93 por ciento, bastante bien para las condiciones económicas prevalecientes.

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Hay que pensar que, desde una perspectiva meramente económica, no se percibe a corto plazo un disparo inflacionario porque esta es la tercera reducción de la tasa de manera consecutiva y aunque en las dos anteriores sí hubo un alza, ésta fue marginal. Vale la pena tomar un poco más de inflación a costa de la posibilidad de crecer.

Un segundo tema de importancia, y es más, de gran importancia, es la desaparición del tratado de libre comercio. En los hechos, opera parcialmente, pero en la realidad no se están siguiendo sus lineamientos de manera completa. El presidente norteamericano Donald Trump se ha encargado de eliminarlo poco a poco mediante declaraciones y decretos que han ocasionado una erosión de la base competitiva de varios sectores mexicanos que tenían protagonismo internacional como el automotriz, alimentario, aluminio y acero. El caos causado por las declaraciones de imposición de aranceles ha generado incertidumbre no solo en nuestro país sino en todo el mundo.

Para nuestro caso, se ha frenado la inversión extranjera y se han pospuesto proyectos de inversión productiva, reduciendo las posibilidades de crecimiento económico ya de por sí muy magras. Como confirmación citar que el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ya dijo que a partir de la segunda mitad del año en cualquier momento puede empezar la renegociación del tratado, de la cual no vamos a salir bien librados porque el señor Trump querrá “todas las manzanas para su canasta”.

Como se ve, ya se empieza a visualizar a mediano plazo una reducción en el empleo, pero no en los estados de la franja fronteriza sino en las zonas centro y sur del país, donde las grandes empresas manufactureras tienen menos presencia porque hay una menor productividad de la mano de obra. Se puede argumentar que cómo es esto posible si hubo crecimiento económico, muy poco eso sí, pero lo hubo. Hay que considerar que la manufactura, el sector secundario, decreció en Coahuila 2.1 por ciento para el mes de marzo, y así está en todos los estados fronterizos, en terreno negativo. En consecuencia, pocos subsectores de la manufactura crecieron y en realidad solo fue el sector primario el que sacó del terreno negativo a nuestra economía en su conjunto.

Otro efecto del derrumbe del tratado de libre comercio será la disminución de la inversión extranjera. Aquí surgen las dudas del nivel de impacto que pueda tener ese cambio, que dependerá directamente de los cambios que se hagan. No se tiene idea al momento de escribir este documento de qué tanto Trump querrá cambiar el documento original y qué tanto desea literalmente quitarnos lo que se ha alcanzado hasta el día de hoy. Al señor se le puede ocurrir que haya límites a la inversión, a los empleos generados, a los montos invertidos, entre otras tantas ocurrencias que se pueden dar. Por el momento, sí se está viviendo una palpable reducción de la inversión extranjera directa.

Derivado del caos y la incertidumbre alrededor del tratado comercial, se puede esperar a corto plazo una disminución de las exportaciones mexicanas. La capacidad de atracción de inversión al capital extranjero ya no será la misma. Antes las empresas de varios países del mundo invertían en México para aprovechar las bondades de un tratado que favorecía la producción en territorio nacional para exportar a Estados Unidos, principal mercado del mundo. Eso seguramente ya no será igual y Estados Unidos buscará, como lo hace ahora, que esas empresas se vayan directamente a su territorio. Piense en lo siguiente, estaremos compitiendo directamente con el vecino del norte por la inversión productiva. De no ser por costos de producción y mano de obra más baratos, no hay muchas posibilidades de éxito en este renglón.

Como tercer punto a mencionar es que ya Trump propuso poner un impuesto directo a las remesas mandadas por inmigrantes ilegales. Si quien manda las remesas no comprueba la ciudadanía norteamericana, tendrá que pagar de inmediato un cinco por ciento de impuesto federal. Esto se traduce simplemente de dos maneras, el costo de envío aumenta cinco por ciento o el receptor recibe cinco por ciento menos, esto último será lo más seguro porque los paisanos son mayormente ilegales. Un análisis económico muy somero indica que dado que los receptores recibirán en México menos dinero, ese impuesto podrá llegar a ser la diferencia entre comer o no un día para alguien aquí.

Si se mandan 300 dólares de Estados Unidos a México, entre comisiones, otros impuestos, como en Oklahoma, donde se paga el uno por ciento de lo enviado, más este nuevo impuesto, las familias mexicanas acaban recibiendo aproximadamente 260 dólares. Tome en cuenta que en Florida están analizando en su Congreso local si ponen ellos un impuesto estatal también del 3 o 5 por ciento. Lo peor del caso es que las remesas las recibe el 20 por ciento de la población más pobre, y sostiene el consumo al menudeo principalmente en los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Entre la problemática de poder “mandar” menos migrantes y poder mandar menos dinero, las alarmas en los estados más pobres deben encenderse inmediatamente para evitar migraciones masivas del campo a las ciudades donde todavía tampoco hay una solución a la reconfiguración económica.

Todo lo anterior sin mencionar lo desbordado que se encuentra el crimen organizado, la famosa elección del Poder Judicial, que es ejemplo mundial, pero de un disparate y que ayer mismo fue blanco de preocupación en un artículo central de la afamada revista británica de circulación mundial, The Economist. Nada parece caminar correctamente para nuestro país en el mediano plazo. El indicador del consumo privado está en terreno negativo al mes de marzo y la inversión privada también está en números rojos.

Ya no importan las excusas, el tiempo está pasando y se necesita tomar acciones para mejorar las condiciones que tenemos el día de hoy para hacer negocios y generar empleo. El Plan México allí está para eso, aunque habrá que ver si hay las condiciones básicas para llevarlo a cabo.

La “diabetes económica” mexicana no desaparecerá, pero podrá controlarse con una buena dosis de recorte a la solicitud de crédito por parte del gobierno federal, y una dieta adecuada con base en incentivos a la actividad productiva y una pastilla de certidumbre legal. No nos curaremos, pero viviremos mucho tiempo en una buena calidad de vida económica, que no se compra con unidades de felicidad.

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Columna: Otros datos Económicos. Economista y profesor universitario con más de 25 años de experiencia en la docencia e investigación. Estudió y fue profesor-investigador del Tec de Monterrey en el Centro de Estudios Estratégicos. Se doctoró en economía en la Universidad de Glasgow en Escocia, país donde también trabajó como investigador asociado en la universidad de Aberdeen. Ha sido analista financiero y asesor económico externo tanto en el sector público como en el privado. Dirige el Instituto de Estudios Empresariales Coahuila Sureste de Canacintra. Actualmente es profesor de tiempo completo de la facultad de economía de la Universidad Autónoma de Coahuila.

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