Mejor que LCDLF. Parte 4. El difunto que canta y la reforma al Poder Judicial

Opinión
/ 27 agosto 2024

Un ejemplo de la urgencia real que existe de reformar el sistema de impartición de justicia de México, pero no de la manera en que pretende hacerlo el Geppetto tropical, es nuestra saga de narcocomedia titulada “¿Y Dónde Está ‘El Mayo’ Zambada?”.

El otro protagonista de esta sitcom, el exrector sinaloense, Héctor Melesio Cuén Ojeda, nos dejó por desgracia igual que Pavarotti: con muchas ganas de escucharlo cantar.

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Pero aun así, reducido a cenizas y todo, fue capaz de decirnos algunas cosas interesantes en torno a su homicidio y la sospechosísima investigación concerniente. Nos ofreció de hecho una radiografía completa del presente régimen: La ausencia absoluta de Estado de derecho, la inexistencia de una línea entre las fuerzas del orden y el crimen organizado, la simulación de nuestros gobernantes así como su total y más abyecta sumisión a los capos de la droga.

Repasemos: Cuén Ojeda fue referido en la épica misiva que cimbró a la 4T, la carta que “El Mayo” Zambada hizo pública a través de sus abogados. Allí relata que el 25 de julio se reuniría en calidad de mediador con el gobernador de Sinaloa, Rubén “La Entrepierna” Rocha Moya y el hoy occiso.

Los prominentes caballeros fueron en otro tiempo buenos amigos, aliados políticos y hermanos de partido, amén de paisanos (¡puro Badiraguato, chinga’o!); pero con los años su relación se deterioró y pasaron de “amigas a rivales”, razón por la cual se reunirían con “El Mayo” quien, al mejor estilo de “El Padrino”, pondría fin a un conflicto vivo entre ambos.

El gobernador Rocha Moya niega rotunda y categóricamente que estuviera citado con el señor Zambada y cualquiera diría: “¡Obvio! ¡Claro que lo va a negar! Si sólo un pendejo lo admitiría”.

Pero lo curioso es que Rocha Moya lo admitió a priori, cuando siendo candidato dijo (palabras más, palabras menos) que gobernar significa por necesidad establecer una relación estrecha con el narco, pactar con el crimen organizado, negociar con los cárteles y sus líderes. Y que cualquier gobernante que negara dicha relación estaría haciéndose pendejo (esto sí, lo dijo tal cual).

¿Entonces por qué hacerse pendejo ahora que el señor “Mayo” Zambada lo ubica en la reunión de la cual resultó secuestrado y entregado a las autoridades de los Estados Unidos?

(¡Ah! Pues a lo mejor por eso mismo, ¿verdad?).

El caso es que el gobernador niega que tal reunión estuviera pactada y se supone que debemos creerle. Como ya comentamos, se antoja difícil que el señor Zambada haya llegado a los 76 años como uno de los hombres más buscados del mundo acudiendo a reuniones sin confirmar con los asistentes. Pero aun así, Rocha Moya nos insiste que ese día (jueves, día hábil) amaneció con ganas de saludar a Tribilín en Disney y se fue con su familia para Los Angeles, California: “Cancelen todas mis citas, sobre todo las que sean con zares de la droga que muy probablemente financiaron mi campaña”.

De regreso con Cuén Ojeda, “El Mayo” lo ubica como asesinado justo en el lugar en el que el líder del cártel fue privado de su libertad. La Fiscalía de Sinaloa, sin embargo, lo contradice: “O sea... Cuén Ojeda sí está muerto, pero en un hecho totalmente distinto, ¿eh? En otro lugar y para nada relacionado con el narco. No vayan a malpensar”.

Y nos presentaron evidencia audiovisual del supuesto asalto del que supuestamente resultó muerto Cuén Ojeda. Dicho video estaba tan prefabricado, la escena tan montada, que nomás le faltaba un personaje afroamericano y un LGBT para que cumpliera con la cuota de inclusión como exige Netflix.

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El cadáver del político finado tenía varios impactos de bala y otras lesiones que el video no justificaba; la caja o batea de la camioneta tenía rastros de sangre. Ni el vehículo ni el lugar de los supuestos hechos fue procesado por los peritos. Ni siquiera el cadáver de la víctima fue preservado, sino que la Fiscalía dio “luz verde” con carácter de “¡en chinga que me urge!” para que fuera incinerado.

Para cuando la Fiscalía General de la República del incorruptible Alejandro “Ness” Manero tomó el caso, ya había demasiadas lagunas y omisiones que llenar.

A la fiscal de Sinaloa, Sara Bruna Quiñónez, le aceptaron sin chistar la renuncia, pero pese al evidente desaseo del caso no ha sido citada a declarar ni es sospechosa de nada. Igualito que el gobernador que empolla los huevos a sentones, Rocha Moya, pese a ser ubicado por un testigo en la infausta narcoreunión, ha recibido todo el respaldo de la plana mayor de la Cuarta Transformación, con una persistencia que sólo delata la preocupación de López Obrador.

Corte a:

El líder tlatoani de este narcogobierno insiste en la urgencia de reformar al Poder Judicial. Asegura que seleccionar a los jueces y magistrados por elección directa del pueblo bueno y hasta por “tom, tom, tómbola” evitaría mucha de la corrupción y complicidades que actualmente entorpecen su cabal desempeño.

¡No tiene ningún sentido! Toda la vida hemos elegido a nuestros gobernantes y representantes legislativos y al día de hoy dicha prerrogativa en nada ha inhibido que ambos poderes se corrompan hasta la médula. Muy al contrario, el crimen organizado es ya un agente activo en los procesos electorales, no sólo coaccionando el sufragio, sino eliminando de plano a candidatos que le resultan incómodos.

¿Cómo es posible asegurar que el Poder Judicial va a mejorar una vez que trasplantemos todas esas pústulas inherentes a nuestras elecciones? Sólo en la blanca cabeza del tlatoani ello tiene sentido.

Los mexicanos sí necesitamos en efecto un mejor sistema de impartición de justicia, más confiable y expedito. Pero los ciudadanos comunes y de a pie rara vez tenemos que vérnoslas en un tribunal o con la Suprema Corte de Justicia.

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Necesitamos reformas urgentes, pero relativas a las fiscalías y los ministerios públicos, que son el primer contacto de los ciudadanos con la impartición de la justicia y son las instancias que arman los casos para que sean fallados por un juez.

Claudia Sheinbaum repelió una crítica del embajador Ken Salazar, aduciendo que la mayoría de los estados de la Unión Americana eligen por voto popular a sus jueces. Sí, pero son jueces locales, la Suprema Corte de los EU tiene sus propios mecanismos y protocolos que nada tienen que ver con un proceso abierto de elección. La doctora sólo está jugándole al vivo con el mismo sofisma de Andrés Manuel.

El Poder Judicial es perfectible, sin duda. Pero la podredumbre comienza desde las investigaciones realizadas por las fiscalías y los ministerios públicos y el Caso “Mayo” Zambada-Rocha Moya-Cuén Ojeda, es un perfecto ejemplo de ello.

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