¡No al autoengaño! La economía va a la deriva y el motor está apagado

Opinión
/ 7 diciembre 2025

El barco llamado México tiene motores viejos, oxidados y maltratados, pero ahora los tiene apagados. Aunque los motores ya eran viejos y mal mantenidos, hoy nos toca entender la magnitud del problema y sus posibles soluciones

Nos rodea todo el ruido que genera la 4T y los siete años que lleva en el poder; el ruido causado por el monopolio de los micrófonos a base de mañaneras y cajas chinas, que generan un sentimiento de falta de objetivos, plan y estrategia clara; nos rodea el ruido que generan comentadores de todos calibres, bots y medios de comunicación que parecen comprados o, al menos, alineados. A pesar de todo ese ruido, sorprende que el sonido que prevalece en el sentir de muchos, quienes procuramos seguir y entender los datos duros, se asemeja al de un barco que de pronto apagó los motores y se desliza con la inercia que le queda, a merced de las corrientes.

He tenido la oportunidad de estar en varios tipos de embarcaciones con motor, en lagos o en mares, y existe una sensación de silencio muy particular, imposible de ignorar, cuando sus motores se apagan. No es silencio total, se escucha el agua, se siente el aire por la inercia del barco que aún se mueve, pero que, sin motor, no llegará muy lejos antes de poder echar el ancla para detenerse por completo.

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Ahora imaginemos que, ante esta situación repentina de un barco sin motores encendidos, el capitán te dice e insiste que lo que (no) escuchas no es cierto, que los motores están encendidos y la embarcación avanza sin problemas, como estaba planeado; que llegaremos al destino a tiempo. Le quieres creer: ¿por qué el capitán querría engañarte a ti y al resto de los pasajeros? Lo ves tan convencido que dudas de lo que ves, escuchas y sientes. Ves que no es sólo el capitán, sino toda su tripulación que insiste que el barco va bien, los motores no están apagados. Dudas otra vez.

De pronto, ves al capitán reunido en la proa con los pasajeros de cabinas de alto lujo. Ellos se ven tranquilos y te dicen que todo va bien, no te aclaran si los motores están prendidos y sólo se limitan a declarar efusivamente su apoyo al capitán y su versión de las cosas. El nivel de sospecha aumenta. Después de todo, los pasajeros de las cabinas más lujosas, que parecen tan cercanos a este capitán, son, en general, como aquellos que también cerraron filas con capitanes anteriores; nunca se atrevieron a contradecir a ninguno de ellos, simplemente se enfocaron en ser atendidos mejor por la tripulación.

Para cuando acabas tu investigación, cuestionando si tus sentidos te están traicionando, es indudable que el barco no va con motores encendidos y el impulso que le queda es el de las olas que otros barcos más grandes y potentes generan a su alrededor. Confirmas que estás en esa situación, donde el sonido que más se escucha es el del silencio. Un barco a la deriva, con capitán, tripulación y unos cuantos pasajeros VIP que, ante la muy posible e inminente tormenta, sospechas no tendrán en mente el interés de la mayoría de los pasajeros. Después de todo, ¿por qué insisten en negar la realidad? ¿Qué nos esconden y cómo esperan cambiará la realidad si siguen obstinados en negarla y en doblar la apuesta constantemente?

En verdad procuro evitar ser pesimista y sé que el país ya no quiere ni aguanta una metáfora negativa más, pero parece relevante y hasta urgente despabilarse y no dudar de lo que nuestros ojos y oídos perciben. El barco llamado México tiene motores viejos, oxidados y maltratados, pero ahora los tiene apagados. Aunque los motores ya eran viejos y mal mantenidos, hoy nos toca entender la magnitud del problema y sus posibles soluciones. Debemos reconocer y aceptar que el (la) capitán y su tripulación (gabinete) padecen un elevado nivel de disonancia cognitiva que ya cae en calibre de autoengaño: ¿El aeropuerto? Funcionando a la perfección. ¿El Tren Maya? Una maravilla de la ingeniería mexicana y detonando el sureste. ¿La refinería Dos Bocas? Al tope de su producción y construida dentro de presupuesto. ¿Mexicana de Aviación? Necesita más aviones de tanta demanda. ¿La economía del país? Mejor, imposible.

Siguen hablando de aquel plan de navegación (México) que insisten nos llevará a ser la décima economía del mundo. Para que no haya dudas y reforzar el plan, se inventan un (ooootro) Consejo Asesor que, tristemente, logrará lo mismo que otros consejos y comités: prácticamente dejar las cosas como están, un cambio de 360 grados. Los cambios que el país necesita para lograr los objetivos del Plan México van en contra de los intereses de muchos de los que se sientan en ese consejo y en contra de las políticas que se han implementado durante 30, y por los últimos 7, años.

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De pronto, el sonido de los motores apagados y la brisa del mar es invadido por lo que parecen cantos de sirenas que entonan un dulce y repetitivo “vamos bien”. Te das cuenta de que eso es lo único que se escucha en las bocinas del barco: una grabación que no se ha ajustado en varios años, es un disco rayado. Hay quienes compran la grabación del “vamos bien”; otros han decidido saltar y nadar, aunque muchos no sobrevivirán.

Volteas a tu alrededor, algunos pasajeros creen que el nuevo consejo esta vez sí hará la diferencia. Y mientras otros empiezan a buscar un salvavidas, te preguntas si habrá suficientes y tú sólo te contestas que, dado lo viejo del barco y lo mal mantenido que ha estado por décadas, lo más probable es que no traiga suficientes salvavidas. Te das cuenta de que sigues escuchando (¿o imaginando?) un fantasmal y ominoso “vamos bien”... Todo indica que el desenlace no puede ser positivo, por más que a los del consejo les duelan las manos de tanto aplaudir la visión, estrategia y rumbo de la capitana.

Nota: si los consejos asesores y los comités de notables agregaran valor al PIB, México ya sería como Noruega.

@josedenigris

Columna: En tr3s y do2

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