No, no somos Dinamarca
Hace unas semanas, el presidente López Obrador dijo que Dinamarca es un modelo para él, ya que ellos tienen un verdadero estado de bienestar. Dijo que en Dinamarca no hay pobreza porque no hay corrupción. Tiene mucha razón al decir que en Dinamarca no hay pobreza; se estima la pobreza en 0.30 por ciento de la población, unos 18 mil daneses; en México ronda los 60 millones. Es decir, mientras que con todos los pobres de Dinamarca podríamos apenas llenar el estadio de los Saraperos de Saltillo, con los pobres de México podríamos poblar diez Dinamarcas. También tiene razón el Presidente cuando habla de que en Dinamarca no hay corrupción. Ese país está generalmente en los primeros lugares de países con menos corrupción. Aunque las reglas (escritas) que hay en México y en Dinamarca para combatir la corrupción son similares, sólo en uno de los dos países hay autoridades (y ciudadanía) más dispuestas a “cumplir y hacer cumplir” lo que dice el librito.
No profundizó AMLO en su análisis de porqué Dinamarca es un estado de bienestar o cómo es que llegó a serlo. Creer que la pobreza es sólo una función de la corrupción, sólo la perpetuará. Se le olvidó que, para poder “repartir bienestar”, primero es necesario que la economía crezca por muchos años, que los ingresos de personas y empresas suban y entonces sí recaudar más impuestos que se regresen en forma de servicios o bienestar (sí, sin corrupción). Es aquí donde empiezan a pistonear los planes de AMLO o de cualquier transformación de México para convertirnos en la “Dinamarca de América”. Los ángulos, las diferencias, los detalles son miles y, tristemente, no existe una receta fácil para “copiar y pegar”, mucho menos si no existe verdadera voluntad de dar los pasos necesarios de un maratón que tomará décadas y que es tan largo como los 9 mil 500 kilómetros que nos separan de Dinamarca. Antes de ir a la sustancia de esta columna, quisiera dejar algunos otros datos comparativos entre México y Dinamarca, sin afán de desanimar a nadie.
Dinamarca tiene un territorio de 43 mil kilómetros cuadrados, México es 46 veces más grande con casi 2 millones de kilómetros cuadrados; allá son unos 6 millones comparado con 130 millones en México. La edad promedio es de 42 años, contra 29 en México. En Dinamarca se cursa un promedio de 12.6 años de escuela (bien equipadas y con maestros preparados), mientras que en México rondamos los 8.8 años. Los daneses tienen un PIB per cápita de 63 mil dólares, que es seis veces más grande que los 10 mil de México, además de que Dinamarca tiene uno de los coeficientes más bajos de desigualdad de ingreso en su población y México uno de los más altos. Dinamarca cobra un IVA del 25 por ciento y un ISR a empresas de 22 por ciento, comparado con 16 por ciento de IVA y 30 por ciento de ISR en México. Ellos cobran impuestos prediales de casi 1 por ciento sobre los primeros 9 millones de pesos y un 3 por ciento por el valor encima de 9 millones de pesos. En ciudades como Monterrey, por ejemplo, se cobra entre un 0.2 y un 0.3 por ciento sobre el valor catastral (generalmente muy bajo). Y así podríamos seguir analizando por dónde queremos empezar a convertir a México en un País estilo nórdico.
La ANEI, Asociación Nacional de Empresarios Independientes (https://www.anei.org.mx), publicó esta semana un estudio serio y completo sobre recaudación eficiente y equitativa que empieza por aclarar que México no puede aspirar a convertirse en un estado de bienestar si no pasa antes por un periodo prolongado de crecimiento donde haya inversión, creación de más y mejores empleos, que a su vez genere más ingresos para personas y empresas, que saque a millones de personas de la pobreza y de la informalidad, para que con las tasas impositivas existentes (que el gobierno hace bien en no aumentar porque ya son altas) se generen los recursos que permitan invertir y mejorar los servicios que recibe la población (escuelas, salud, infraestructura, programas sociales). También señala la ANEI la necesidad de impuestos progresivos a grandes fortunas (el 1 por ciento) y la falta de una estrategia razonable de estados y municipios por cobrar lo que deben y pueden cobrar y así reducir su dependencia de la federación.
La ANEI invita a ciudadanos, diputados, senadores, funcionarios, gobernadores y alcaldes a revisar el estudio y consolidar propuestas a fin de que la recaudación sea no sólo más equitativa y justa, sino más eficiente y mucho más grande con base en un enfoque en el crecimiento, en aumentar el ingreso de las personas y en que quienes tienen más paguen más a nivel local y federal. Pueden encontrar el estudio completo en la página de ANEI.
@josedenigris
josedenigris@yahoo.com