Obsesión arancelaria, con costo a México, Canadá... y Estados Unidos

Opinión
/ 13 marzo 2025

Decía el Maistro Torres: ‘No hay pendejo que no sea terco’. Sin duda Trump insistirá en sus extorsiones, lo mismo contra México que contra Canadá. Solamente los propios estadounidenses podrán hacer que entre en razón

“Le tengo dos noticias, una mala y una buena”. Eso le dijo el doctor Ken Hosanna a su joven y bella paciente. Precisó: “La mala es que por error le di aspirinas en vez de darle pastillas anticonceptivas. La buena es que durante el embarazo no le dolerá la cabeza”... Sé de otra chica que se negó a presentar los exámenes en la materia de Educación Sexual. Le preocupó que todos eran orales... Sir Galahad iba a marchar a la Cruzada, y le hizo poner a su esposa, lady Draga, el consabido cinturón de castidad. “Perdona la franqueza –le dijo su camarada, sir Highrump–, pero tu mujer es tan fea que nadie se le acercará. No necesitabas ponerle el cinturón”. “Ya lo sé –admitió sir Galahad–. Pero cuando regrese le voy a decir que se me perdió la llave”... Las adivinanzas son tan viejas como el mundo y tan nuevas como él. Recordemos a Edipo y a la Esfinge, y evoquemos las que les decíamos a nuestros hijos y nietos. “Es más alto que un pino, y pesa menos que un comino”. El humo de la chimenea. “Arca monarca de buen parecer, que un carpintero no la puede hacer, sólo el Dios del cielo con su gran poder”. La nuez. Una tercera adivinanza. El papá de María, don Acisclo, señor que gusta de los juegos de palabras, tiene cinco hijas: Naná, Nené, Niní, Nonó y... ¿cómo se llama la quinta hija? María, ya se dijo antes. Desde luego hay adivinanzas –enigmas, las llaman algunos– imposibles de resolver por vía de la razón, y que sólo tienen respuesta en la luminosa ceguera de la fe. ¿Existe Dios? ¿Qué hay después de la muerte? Otros misterios hay, igualmente indescifrables. ¿Por qué el tío Cutrerio nunca paga una cuenta? Hoy quiero proponer una adivinanza de mucha actualidad. ¿Cuáles serán los países más afectados por la obsesión arancelaria del maniático Trump? Son tres: México, Canadá... y los Estados Unidos. Con orgullosa jactancia el demencial magnate ha celebrado el hecho de que una fábrica de vehículos que iba a producir un nuevo modelo en Guanajuato cambió de idea y lo producirá en Indiana. La enorme diferencia en los salarios que se pagan en México y los que en Estados Unidos perciben los trabajadores elevará considerablemente el costo de los vehículos, y serán los consumidores norteamericanos quienes pagarán las consecuencias de esa medida, nociva lo mismo para nuestro país que para el vecino. Decía el Maistro Torres: “No hay pendejo que no sea terco”. Sin duda Trump insistirá en sus extorsiones, lo mismo contra México que contra Canadá. Solamente los propios estadounidenses –políticos, empresarios, ciudadanos– podrán hacer que el vesánico jayán entre en razón y piense con la cabeza en vez de hacerlo con las cachas. Un momentito, por favor. Voy a ver qué es eso de “cachas”. Con ejemplar laconismo define el diccionario: “Cachas: nalgas”... En tiempos ya pasados a las mamás con hija en edad de merecer no les importaba que el futuro marido de la chica hubiera tenido sobradas experiencias de colchón con meretrices y otras damas de cuerpo complaciente. Razonaban: “Qué bueno que ya esté bien paseado. Casándose se sosegará”. Ahora la cosa es diferente. El hijo de un cierto amigo mío nos dice: “Ustedes aprendían sexo para casarse. Nosotros lo aprendemos para no casarnos”. A ese respecto es conocido el caso de don Vetulio, octogenario caballero que casó con Virginola, doncella ingenua y cándida. La noche de las bodas le preguntó a su desposada: “¿Sabes lo que el hombre y la mujer hacen cuando se casan?”. Respondió la inocente y pudorosa joven: “No, no sé”. “Pues estamos aviados –suspiró don Vetulio usando una expresión pretérita–. Tú que no sabes, y a mí que ya se me olvidó”... FIN.

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