José Ingenieros dijo: “a los hombres fuertes les sucede lo mismo que a los papalotes; se elevan cuando es más fuerte el viento que se opone a su ascenso” y de esto se trata la vida del español Pablo Pineda Ferrer.
Pablo es un ejemplo inspirador de superación y defensor incansable de la inclusión y la normalización de las personas con capacidades diferentes. Su vida ha contribuido significativamente a cambiar percepciones y derribar estigmas asociados al síndrome de Down.
TE PUEDE INTERESAR: Tradiciones que agonizan
Su logro de obtener un título universitario ha roto barreras y desafiados prejuicios, demostrando que las personas con síndrome de Down pueden alcanzar metas educativas significativas. Al convertirse en profesor, conferenciante, presentador, escritor y actor, ha utilizado sus múltiples habilidades y talentos para abogar por la integración plena de las personas con capacidades diferentes en la sociedad.
La publicación de su libro “El reto de aprender” no solo ofrece una reflexión valiosa sobre la educación desde su propia experiencia, sino que también transmite los valores fundamentales que le han permitido enfrentar y superar los desafíos a los que se ha enfrentado. Su lucha contra el paternalismo y la sobreprotección destaca la importancia de permitir a los niños enfrentarse a sus propios problemas y aprender a buscar soluciones de manera independiente, fomentando así su desarrollo y autonomía.
Pablo Pineda Ferrer ha influido en la percepción general de la sociedad hacia la diversidad y la inclusión. Su trabajo continuo en la promoción de la normalización y la igualdad de oportunidades es fundamental para crear una sociedad más justa e inclusiva para todos.
CUALIDADES
La clave de la sorprendente superación de Pablo Pineda Ferrer se puede resumir, en una palabra: coraje. Su valentía para enfrentar los obstáculos, desafiar las expectativas y perseguir sus sueños ha sido fundamental en su camino hacia el éxito. El coraje de Pablo, como el de tantas personas con capacidades diferentes, es un testimonio de la extraordinaria capacidad humana de superar adversidades y trascender las limitaciones impuestas por la sociedad.
Las personas fuera de serie comparten una mima trinidad: fe, tenacidad y alegría, cualidades que ciertamente distinguen la vida de Pablo: la infinita fe en sí mismo, la tenacidad para persistir a pesar de los desafíos y la alegría que ha mantenido a lo largo de su viaje, indudablemente, son componentes esenciales de su éxito.
La voluntad, la persistencia y la decisión de mirar hacia arriba, incluso cuando las circunstancias son desafiantes, son también cualidades valiosas que comparten con Pablo las personas que se superan a sí mismas a pesar de las más desafortunadas adversidades.
CUANDO...
Muchas veces pensamos que la sociedad genera influencias y actitudes perniciosas para los jóvenes; por ejemplo, cuando un joven cae en el abismo de las drogas, cuando un grupo de muchachos sufre un fatal accidente a consecuencia del alcohol, cuando un estudiante fracasa en la escuela, cuando un grupo de jóvenes se violenta en contra de sus propias comunidades. Entonces decimos: esto es provocado por la descomposición social. Sin embargo, considero apropiado observar que también existe el otro extremo.
Es decir, cuando un muchacho destaca en alguna actividad por esfuerzo propio, cuando se convierte en testimonio para los demás, entonces decimos: esa persona es admirable, pues realmente ha llegado a ser quien es gracias a su propio esfuerzo, gracias a que dejó su piel en las rocas que poblaban las pendientes de la montaña que escaló.
TE PUEDE INTERESAR: Alquimia divina: la importancia de la familia
En estos casos, liberamos a esa persona de la influencia comunitaria; inmediatamente olvidamos las atrocidades que el sistema social pudo haberle ocasionado. ¡Oh sí! En estos momentos no hay villanos colectivos anónimos, solamente héroes, líderes, con nombre y apellidos propios.
Cualquier persona puede llegar lejísimos si tiene el coraje de fijar su mirada en excelsos ideales y hace que sus sueños se hagan realidad, evitando a toda costa confundirse con la multitud.
ENGAÑO
En general, llevamos una existencia materialista, egoísta y competitiva, con un ritmo de vida frenético y estresante que impide comprender que las cosas significativas, aquellas que valen la pena, no pueden verse ni tocarse, solo intuirse y sentirse.
Este engaño impide comprender que, si bien generalmente no somos responsables de innumerables situaciones que vivimos, sí somos, en definitiva, dueños de las respuestas que damos a la vida, responsables de cómo enfrentamos las situaciones.
Charles de Gaulle acertó al decir: “Nunca se conseguirá nada grande sin hombres grandes, y los hombres grandes solo son grandes si están decididos a serlo”. Es decir, las actitudes son más poderosas que las adversidades.
Por tanto, es comprensible que convertirse en un joven excepcional es una decisión personal, jamás imputable al resto de los semejantes y menos al entorno en donde se vive, ni tampoco a los impedimentos o discapacidades físicas, tal como Pablo lo hace saber al mundo.
De la misma manera, convertirse en una persona egoísta, infeliz, fracasada, improductiva, llorona o quejumbrosa es, y será, una elección individual.
DESCUBRIR
Quizá la tarea más difícil del ser humano sea aprender a ser único, a ser uno mismo. Así pues, es necesario reconocer que esta labor se inicia comprendiendo que los humanos, individualmente, ya somos singulares y notables por el simple hecho de ser personas únicas e irrepetibles.
Por tanto, solo requerimos descubrir nuestra misión existencial y saber que, inevitablemente, de tiempo en tiempo, habremos de padecer y sufrir, pero siempre teniendo la fe de que en esas jornadas penosas contaremos, permanentemente, con un sostén divino.
VIVIR
Vivir joven es como acabar de nacer, existir en el asombro como seres recién estrenados. Porque solo así se goza de la belleza de ese cielo que a menudo pasamos por alto.
Vivir joven es existir en el presente. No hay manera de ser felices si no lo somos hoy. La fuga al pasado o al futuro es solo eso: una inútil fuga.
Martín Descalzo comenta que en el mundo hay dos clases de personas: los que valen por lo que son y los que solo valen por los cargos o las posiciones que ocupan en la vida.
Los primeros están llenos; tienen el alma rebosante. Pueden ocupar o no puestos “importantes”, pero nada ganan realmente cuando entran en ellos y nada pierden al abandonarlos. El día que mueren deja un ancho hueco en el mundo y en los corazones de las personas que los conocieron.
TE PUEDE INTERESAR: La ciudad que habitamos
Los segundos están repletos como una percha, que nada vale si no se le cuelga encima vestidos y abrigos. Empiezan no solo a brillar, sino a existir solo cuando los nombran catedráticos, embajadores o ministros, y regresan a la inexistencia el día que pierden esos tratamientos y títulos. Pero el día que mueren, lejos de dejar un hueco en el mundo o en los corazones de sus conocidos, se limitan a ocupar espacio en un cementerio.
Las personas que van tras sus sueños conforman la primera clase de personas; los mediocres y aburridos, la segunda. Los primeros son generosos, los segundos, egoístas y ciegos.
ESPERANZA...
Disraeli acertadamente sentenció: “El hombre no es la criatura de las circunstancias, sino que las circunstancias son las criaturas de los hombres”. En definitiva, veo en cada joven la posibilidad de crear circunstancias, de conquistar y desarrollar realidades inéditas.
Tener fe en esta posibilidad, como un fenómeno social y no como una realidad excepcional o marginal, es contar con una fe racional basada en la comprensión de la naturaleza del ser humano. Y es esta fe la que hoy requiere México.
El mundo demanda seres humanos que vivan con el alma desbordada, que se dediquen a construir y a trabajar apasionadamente. Me refiero a esas extraordinarias personas que, silenciosamente, están cambiando para bien las realidades actuales; a esos seres humanos que jamás se rinden, precisamente como Pablo y tantos otros héroes anónimos que llevan el optimismo y la esperanza a flor de piel.
cgutierrez@tec.mx
Programa Emprendedor
Tec de Monterrey Campus Saltillo