Propósitos 2025: retos personales y ciudadanos para el nuevo año

Seré firme. Procuraré permanecer con mi voluntad inquebrantable cuando menos hasta el 10 de enero de este nuevo año, pues las tentaciones son múltiples. Mis propósitos para 2025 no son cosa del otro mundo, y su cumplimiento no exige un gran trabajo, pero siempre es más fácil incumplir las promesas.

En años anteriores hacía una lista de propósitos utópicos que ni yo mismo me creía: Correr una hora diaria, no pecar de gula, ir al gimnasio, despertar antes de que el sol lo haga, etcétera.

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En esta ocasión me propuse cosas tan sencillas que ni siquiera estoy seguro de que signifiquen un sacrificio o un cambio de hábitos considerable.

La llegada de un año nuevo supone una serie de retos personales. El primero de ellos, creo yo, es el de sacudirnos de una vez por todas de la tremenda cruda que ha venido acumulándose durante las fiestas decembrinas. Otro reto es el de ahorrar. Diciembre es un mes precioso, pero suele costarnos bastante caro. Entre regalos y comidas, quedan nuestras finanzas molidas. Y llegamos a enero con una cuesta que cada vez luce más costosa.

Pero entre todos los retos, el principal es el de convertirnos en mejores personas. Siempre existe algo en nuestra forma de ser que puede mejorarse. Aunque cuesta trabajo reconocer los errores propios, la llegada de un nuevo año nos brinda la oportunidad y el ánimo para escribir la historia de lo que queremos ser.

La llegada de un nuevo año está íntimamente ligada al deseo de que vengan tiempos mejores. Los primeros días de 2025 han estado plagados de buenos deseos y de acontecimientos esperanzadores, sobre todo luego de las malas noticias que por desgracia abundaron durante 2024.

La guerra entre Rusia y Ucrania lejos está de terminar. Claudia Sheinbaum, tras ser electa por una abrumadora mayoría, dedica las primeras semanas de su administración a dar cumplimiento cabal a las órdenes de López Obrador, como aquella de mandar al diablo a nuestras instituciones. Además de acabar con un Poder Judicial autónomo y garante del apego a nuestra Constitución, el Instituto Nacional de Acceso a la Información vio sus días finales gracias a un régimen corrupto que hace hasta lo imposible por depositar el máximo poder en una sola persona: el expresidente que se bautizó como un rayo de esperanza, pero que a su paso sumió al país en la ilegalidad, en la peor de las corrupciones y en una crueldad sin límites que significó un narcogobierno de facto y la falta de medicamentos y de atención médica oportuna para millones de mexicanos, entre ellos los niños que padecen algún tipo de cáncer.

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Debido a lo anterior, entre nuestros propósitos para este 2025 debería estar el ser más vigilantes del proceder de nuestros gobernantes. Así como nosotros lo hemos hecho, ellos han dado a conocer en estos días un sinfín de promesas. “Combatir la inseguridad pública”, “ofrecer más y mejores servicios a la comunidad”, “garantizar un absoluto apego a la transparencia en las cuentas públicas”. Si queremos tener mejores gobernantes, debemos ser mejores ciudadanos. Esto implica respetar la ley, cumplir con las obligaciones fiscales y exigir el cumplimiento de las promesas lanzadas al viento.

Doy gracias a Dios por la llegada de un nuevo año. Muchos son mis deseos para 2025. En estos días le pido al Señor que infunda en nuestros gobernantes la capacidad necesaria como para elevar la calidad de vida de todos los mexicanos. Le pido también seguir contando con lectores dispuestos a perder su valioso tiempo con mis textos y, sobre todas las cosas, le rezo por la salud de mis padres y por la felicidad de mis hijos. Si estos deseos se cumplen, lo único que me resta pedir es salud y sabiduría para saber en qué momentos debo escuchar a mi diablo y cuándo debo obedecer ciegamente las órdenes de mi ángel.

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