Saltillo: Combatir las fugas de agua, clave ante la crisis hídrica
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La red hidráulica de Saltillo necesita una intervención estructural. No se trata únicamente de parchar fugas o sancionar tomas ilegales
En medio de la crisis hídrica cada vez más aguda, Saltillo enfrenta una realidad alarmante: los pozos que abastecen a la ciudad registran un abatimiento progresivo, mientras que miles de metros cúbicos de agua potable se pierden cada año por fugas en la red de distribución. Esta situación, lejos de ser anecdótica, representa un riesgo estructural para la sostenibilidad del recurso hídrico en la región.
Este hecho, que se ha documentado insistentemente en estas páginas, toma relevancia ante el nuevo reporte que publicamos en esta edición sobre las fallas y fugas en la red de agua de la ciudad.
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La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Inegi muestra que la percepción de fallas y fugas en la red de agua ha crecido más de 25 puntos porcentuales en un sólo año, pasando de 48 a 75.4 por ciento de la población saltillense.
Esta situación ya se coloca como la segunda problemática urbana más identificada por los saltillenses, sólo por debajo de los baches.
Esta percepción no es infundada: según datos oficiales, en Saltillo se detectan más de mil 880 fugas al año, que representan una pérdida de 2.3 millones de metros cúbicos de agua potable. Es decir, el equivalente a llenar 180 veces el lago del parque de la Ciudad Deportiva se va, literalmente, por las grietas.
Si bien es positivo que se esté implementado tecnología, incluso aquella avanzada –como sensores usados en misiones espaciales– para detectar fugas con mayor precisión, esto sólo representa un primer paso.
Identificar los puntos críticos es indispensable, pero resulta insuficiente si no se destinan los recursos técnicos y humanos necesarios para repararlas con celeridad.
El rezago en la atención de estas fugas anula los avances en detección y deja expuesta a la ciudad a un círculo vicioso: más fugas, más desperdicio, más escasez.
A esto se suma otro fenómeno preocupante: el uso ilegal del agua. Tan sólo en julio, las autoridades municipales reportaron medio millar de tomas clandestinas en viviendas, comercios e incluso centros recreativos. Este tipo de prácticas, además de representar un delito, agravan el deterioro de la red y profundizan las desigualdades en el acceso al agua.
El problema de fondo es que la red hidráulica de Saltillo necesita una intervención estructural. No se trata únicamente de parchar fugas o sancionar tomas ilegales.
Aguas de Saltillo ha anunciado en meses recientes un plan integral contra la sequía, el cual contempla la detección de fugas.
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Esperemos que este plan considere una solución integral de modernización, el cual, con acciones concretas, priorice la eficiencia del sistema, la recuperación de caudales y la prevención de nuevas pérdidas.
Pero no todo es tarea de las autoridades, también es urgente fomentar una cultura ciudadana del ahorro, la denuncia y la corresponsabilidad.
Frente a un panorama climático adverso y la creciente presión sobre los mantos acuíferos, Saltillo debe actuar con visión estratégica. Combatir las fugas no es sólo una medida técnica, es una decisión política y moral. Porque permitir que se desperdicie agua en una ciudad con pozos que se secan, es un lujo que ya no podemos darnos.