Saltillo: Contaminación del aire, nuevas señales de alarma
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Las fuentes de contaminación del aire y, en consecuencia, los riesgos para la salud pública, se multiplican sin que las autoridades parezcan tomar nota de lo que está ocurriendo
Se ha dicho en innumerables ocasiones y en todos los tonos posibles: la contaminación atmosférica representa una de las más serias amenazas a la salud pública. Y lo anterior no es una metáfora ni un posicionamiento alarmista, sino un hecho concreto y real sobre el cual nos alertan de forma cotidiana los organismos multilaterales de salud.
La evidencia que tenemos a la mano, con sólo consultar nuestros teléfonos móviles, nos lo advierte también de forma cotidiana: se están convirtiendo en excepción los días en los cuales la calidad del aire que respiramos se encuentra dentro de los parámetros deseables.
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Y, como lo hemos publicado en múltiples ediciones, estamos ante un problema de carácter planetario al cual prácticamente nadie escapa. No se trata más de un tema que deba preocupar a los habitantes de otros países o de ciudades lejanas si hablamos del nuestro.
Se trata de una realidad que ya nos ha alcanzado y que no hace sino empeorar de forma progresiva.
Las fuentes de contaminación atmosférica no hacen sino incrementarse, mientras que las autoridades responsables de implementar las normas, para impedir que dicho fenómeno avance, parecen no tener intención alguna de actuar en la dirección correcta.
Una de esas fuentes, como lo consignamos en el reporte que publicamos en esta edición, son las empresas cementeras que, en nuestra región, emiten más contaminantes a la atmósfera de lo que hacen empresas similares en otras partes del mundo.
El problema se ubica, claramente, en la ausencia de regulaciones estrictas para las actividades industriales peligrosas, así como en la actitud indolente de quienes debieran asegurar que se cumpla con las obligaciones legales existentes.
Por ello es que se registran casos como el de la planta de la empresa Cemex, ubicada al sur de la ciudad, y cuya actividad constituye una fuente de contaminación para el área habitacional circundante.
Los vecinos, como corresponde, han realizado el señalamiento de forma constante e incluso los empleados de la planta reconocen que han recibido quejas por parte de aquellos. Sin embargo, tales quejas son rechazadas con un argumento baladí: la planta de Cemex fue establecida en el lugar antes de que aparecieran las casas que hoy se encuentran alrededor.
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La “explicación” no responde al reclamo ni ofrece un argumento que sea digno de atenderse, por supuesto. Pero el vacío que es imprescindible llenar es el de la autoridad que debe responder a una pregunta simple: ¿puede dicha planta convivir con quienes son sus vecinos?
La respuesta puede ser sí, pero sólo a cambio de que se impongan controles estrictos que impidan la contaminación que su actividad genera y que constituye un riesgo para la salud. Lo que es inadmisible es que el problema persista y se finja que no existe.