Saltillo, en su aniversario 447: el descuido del centro histórico
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Viniendo del bulevar Francisco Coss, tomamos en dirección hacia la calle Manuel Acuña. Es una calle representativa por llevar el nombre del poeta emblemático de Saltillo. Llaman la atención las fachadas: descascaradas, en pleno declive, lo mismo que muchas calles del centro, y con un deterioro igual al del pavimento y los techos de las casas del primer cuadro de la ciudad.
Muchas casas del centro están deshabitadas; también numerosas de ellas con problemas legales, cerraron sus puertas y hacen que el paisaje se vea gris, triste, dejado, ajado.
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Casas que proceden del siglo 19 algunas y otras más del 20, ostentan inscripciones con la fecha de su construcción. También nos encontramos en el paisaje urbano interesante ventanería, se conservan las rejas que nos hablan de la necesidad de protección de los moradores. Adentrándose más en el centro empieza a notarse más el descuido. Quizá debido a que las calles se ven menos anchas, y se advierten más las señales de dejadez. Pálidas luces de los semáforos y de las ocasionales señales de Alto, acompañan a un pavimento con baches que obligan destreza rápida al volante.
Las plantas que nacen en los techos parecieran terminar con el cuadro, pero no, no es así. Lo que colabora con el cuadro, la escena de un centro histórico en descuido, es que ni los nombres de las calles principales aparecen en su totalidad para advertir a los ciudadanos y a los turistas del lugar en que se encuentran.
El flujo de personas y de automovilistas es denso, más ahora con las obras en las calles de General Cepeda, lo cual resulta comprensible por tratarse de una importante vía que se dirige al sur. Pero la falta de coordinación en la zona y la rapidez con que apuran el paso los grandes camiones que cruzan Allende, vuelve un caos de tráfico esta parte de la ciudad.
La rehabilitación de la de General Cepeda es de aplaudirse, pero hay que prestar cuidado en las vías alternas; es un imperativo de todos los días estar al pendiente de la circulación de los camiones y de la rapidez con que lo hacen, poniendo en riesgo a caminantes y conductores.
Saltillo en su centro histórico presenta serias deficiencias. Cuando se pintaron los macetones en una de sus principales calles, cercana a la Plaza de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, sobre la misma Allende, se hizo con tal desidia que esos macetones se están despintando y de negros están por partes vistosos tonos en café de fondo, que lo que hacen es ofrecer una imagen muy pobre de la capital.
Caminar el centro es toparse con las deficiencias de limpieza, de organización vial, de señalética, de rampas para discapacitados, de estética. El centro es mayormente comercial, pero el descuido es tal que sólo las lluvias son capaces de mantener limpia la zona, pues durante la sequía son muy pocos los que pasan un trapeador por las banquetas.
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Había algunos basureros y una administración los eliminó casi por completo. Si existieran tantos como parquímetros hay, podría alentarse, hasta donde ello fuera posible, la cultura de orden y limpieza en la ciudad.
En el aniversario 447, le debemos todavía mucho a la ciudad. Mucho, en términos de limpieza de su centro histórico, de cuidado, de preservación, de señalética y atención hacia las personas que hacen uso de las sillas de ruedas.
Ojalá que para el año que entra, en su 448, sean solventadas estas deficiencias para celebrar con mayor dignidad el sitio donde la vida en Saltillo empezó a caminar sus primeros pasos, el ahora centro histórico.