Suspenden suministro de gas en la frontera: la realidad nos golpea otra vez
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Bastaron unas pocas horas de frío en la frontera para que se registrara la primera contingencia en el suministro de gas en Piedras Negras. Una mala señal para el resto del invierno
Apenas ayer señalábamos en este espacio el riesgo que implica para nuestro país, específicamente para la región norte, la alta dependencia que tenemos del gas natural proveniente de los Estados Unidos y ayer mismo la realidad nos alcanzó: siete empresas ubicadas en Piedras Negras sufrieron el corte del carburante producto de la onda gélida que afecta aquella región.
De acuerdo con la información difundida, el proveedor de la Compañía Nacional de Gas (CONAGAS), empresa que distribuye el combustible en Piedras Negras, y que se encuentra a unos 140 kilómetros de distancia en la localidad de Cotulla, en el Estado de Texas, suspendió el servicio porque “se les cayó la planta”.
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El corte en la proveeduría obligó a CONAGAS a suspender el servicio a siete altos consumidores para priorizar el suministro a casas habitación e instalaciones estratégicas como hospitales. El corte podría durar hasta 24 horas, según se informó.
Se trata, en esencia, de un hecho contingente que, como bien sabemos, puede registrarse durante la época invernal debido, por un lado, a una mayor demanda de gas en los Estados Unidos y, por el otro, a complicaciones causadas por las bajas temperaturas en las instalaciones de quienes proveen el servicio.
El presidente López Obrador había reconocido, el lunes pasado, la existencia de una situación “de cierta emergencia” debido a la tormenta invernal que afecta a los Estados Unidos, pero al mismo tiempo minimizó las posibles repercusiones asegurando que su gobierno está “actuando de manera preventiva por los problemas de las tormentas invernales en Estados Unidos que afectan sobre todo la distribución del gas”.
Ciertamente no se ha registrado ningún corte de energía derivado de que las plantas productoras de electricidad, que funcionan a partir del citado carburante, hayan dejado de operar. Pero es que esa sería, en todo caso, la consecuencia última de una contingencia ambiental.
El problema es que, aún cuando las temperaturas en la región fronteriza no descendieron de forma extrema ya se registró la primera afectación y las instalaciones industriales que dejaron de recibir gas vieron impactado su proceso productivo, aún cuando se ha informado que no en forma grave.
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Pero si eso ha ocurrido con una helada de apenas unas horas, cabe preguntarse qué pasará si en lo que resta de invierno se registra una tormenta invernal de magnitud superior.
Frente a esa posibilidad cabe insistir, una vez más, en el señalamiento de que la única solución de fondo a este tipo de contingencias es disminuir -idealmente eliminar- la dependencia que tenemos del gas proveniente de los Estados Unidos, explotando los yacimientos que existen en nuestro propio territorio.
Hasta ahora se han aducido razones ambientales para no hacerlo, pero justamente lo más absurdo de esta realidad es que terminamos comprándolo a quienes sí lo explotan más allá de nuestras fronteras.