Televisa Leaks: El estruendoso silencio

Opinión
/ 8 mayo 2025

La actual relación Presidencia-Televisa parece ser tan buena, tan tersa... que, pese a que la presidenta Sheinbaum no pierde ocasión para distraernos con un nuevo pleito con la clase empresarial o con los medios de comunicación, esta vez no tiene nada que decir

Times Square, en el corazón de Manhattan, es quizás la zona más emblemática de Nueva York, la más concurrida.

Recorrer la intersección de Broadway y la Séptima es gratis. Se trata de deambular y contemplar con cara de aldeano (o fingiendo cool indiferencia) las megapantallas, las marquesinas, los espectaculares, los rascacielos.

Ya si interactúa con “El Vaquero Desnudo” o algún otro personaje emblemático, queda a su criterio; lo que sí le recomiendo es que evite tratos con los animadores disfrazados de superhéroes y botargas, son una plaga y un potencial peligro para el turista (si lo ven pueblerino, se lo despelucan).

TE PUEDE INTERESAR: Cinco de Mayo y la era de la posverdad

Lo que más me asombró de ese lugar, sin embargo, no fue el mosaico humano, ni el permanente despliegue multimedia de la publicidad, ni la portentosa arquitectura circundante, ni su historicidad, sino su silencio.

Es quizás el espacio público más transitado del mundo, el punto de ventas más codiciado del planeta y uno de los hitos urbanos de nuestra civilización. Cualquiera pensaría que es bullicioso como un mercado, atronador como un estadio de futbol, ensordecedor como una turbina de avión. Pero todo lo contrario. Es, de hecho, uno de los sitios más callados y apacibles que conozco.

Debe ser que, acostumbrado como estoy al estridente desorden de nuestras zonas urbanas, el contraste me dejó atónito.

Recorrer nuestros centros o cualquier barrio popular implica hacerlo entre bocinazos, perifoneos, voceadores y una infaltable sucursal de Farmacias Similares con el reguetón a todo lo que su maldita bocina buchona da, con el inefable Doctor Simi perreando como si no hubiera mañana.

Somos, además gritones, como que nacimos medio sordos y nos comunicamos desgañitándonos. Y si no es un perro ladrando, es el camión del fierro viejo o un cafre que pasa con los corridos tumbados a full.

Nada de eso ocurre en Times Square, pese a que diariamente convergen ahí más de un cuarto de millón de almas y −si es Año Nuevo o alguna otra celebración− pueden ser hasta dos millones (supongo ese día sí se dan alguna licencia para ponerse un poco alharaquientos). Pero ya le digo, es por regla general un espacio muy apacible en el que podría incluso conciliar el sueño si encontrase una banca desocupada.

Contemplar ese río de gente y escuchar el leve rumor que produce la suma de miles de conversaciones a voz baja (una especie de ronroneo grave que llena todo el ámbito), me resultó mucho más inquietante que si me hubiera encontrado con el sórdido alboroto que era esperable.

“Es un silencio estruendoso, ensordecedor”. Así describieron las pocas voces que han hecho eco del escándalo puesto al descubierto hace dos semanas por Carmen Aristegui bajo la etiqueta de Televisa Leaks.

Si usted no está al tanto, no le puedo culpar (y sí). No es reprochable porque prácticamente ningún medio se ha solidarizado con la causa de Aristegui Noticias (a diferencia de la rapidez con que se treparon cuando “La Casa Blanca”, por ejemplo). Pero sí es cuestionable su elección de medios y quizás su personal curaduría informativa, si es que no se ha ocupado en empaparse de este nuevo escándalo que no hace ruido.

En resumen: Un exempleado, excolaborador de Televisa reveló que existe un área especializada en la creación y difusión de campañas negras y desinformación en contra de rivales empresariales y adversarios políticos.

¡Gran cosa!, dirá el cínico promedio: ¡Televisa mintiendo y desinformando!

Sí, pero sucede que esto va más allá del tendencioso giro informativo habitual siempre indulgente con el poder en turno. Lo que se ha puesto en evidencia es una maquinaria para destruir empresas, carreras y vidas, a base de calumnias anónimas a las que se les da vuelo en redes sociales, bajo un formato de investigaciones periodísticas de las que nadie se hace responsable.

Si bien, la influencia de Televisa en la vida pública siempre ha sido objeto de debate y señalamientos, en esta ocasión no se trata de un tema controvertido: se ha puesto en evidencia de manera incontestable que la empresa de comunicación en español más grande del mundo ha influido de manera perversa y encubierta para influir en el ánimo y la opinión públicas, en favor de un proyecto corporativo y de intereses particulares.

¿Es grave? Gravísimo: Como empresa que cotiza en bolsas (tanto en México como en EU), su valor accionario pende de un hilo y su junta de inversionistas podría exigir una explicación satisfactoria e incluso iniciar una pesquisa judicial en Estados Unidos, lo que podría significar el fin de este nefasto emporio como lo conocemos, pues no es que haya incurrido en una travesura menor, sino que calumnió, difamó e injurió deliberada y perversamente y ello tuvo repercusiones tan trascendentes como que Arturo Zaldívar llegó a la Presidencia de la SCJN sobre la destrucción del prestigio y la vida familiar de uno de sus adversarios.

Nunca olvidemos que, pese a todo, el fuerte de Grupo Televisa ha sido el uso de la concesión pública de telecomunicaciones que el Estado mexicano le presta (y cuya renta tan generosamente paga Televisa, alistándose siempre como “soldado del Presidente”, sin distinción de colores o ideologías).

De hecho, la actual relación Presidencia-Televisa parece ser tan buena, tan tersa; parece haber tanto amor, entendimiento y complicidades que, pese a que la presidenta Sheinbaum no pierde ocasión para distraernos con un nuevo pleito con la clase empresarial o con los medios de comunicación, esta vez no tiene nada que decir, nada que apuntar, nada sobre lo cual pronunciarse.

TE PUEDE INTERESAR: TelevisaLeaks: Aristegui Noticias destapa red de manipulación de información vinculada a Televisa

Y claro, como que Zaldívar fue el juez presidente a modo del sexenio pasado y hoy día es el brazo ejecutor de la decapitación de la República vía la Reforma/Elección del Poder Judicial. Pero no es ello ni con mucho el único vínculo entre Televisa y la 4T (tanto que la odiaba AMLO candidato y, sin embargo, nunca dejó de ser el medio de comunicación mejor apapachado presupuestalmente durante el lopezobradorato).

El mutis de la Presidenta sólo hace más atronador el silencio respecto a los Televisa Leaks. El disimulo con que los otros medios hacen como que la filtración masiva de datos de Televisa no existe o no es relevante, sólo hace más evidente el escándalo que no tienen el valor de abordar.

Este silencio sólo amplifica y pone de manifiesto el miedo que les provoca el escándalo que buscan acallar. Es un silencio que grita su cobardía a todo pulmón.

COMENTARIOS