Tesla: no llega, pero genera especulación en la región Sureste de Coahuila
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La especulación es un elemento indeseable de la economía de mercado que, en casos como el de Tesla, genera efectos negativos incluso sin que haya beneficios por la inversión
Han transcurrido casi 15 meses desde que se anunció la llegada de Tesla a Nuevo León y, aunque a lo largo de ese periodo se han realizado varios anuncios respecto del inicio de la construcción de su gigaplanta, lo cierto es que no se ha colocado un sólo ladrillo.
Las últimas noticias que se han difundido sobre el proyecto señalan que incluso las empresas que formarían parte de la cadena de suministros de la automotriz han puesto “en pausa” sus proyectos en la región. Diversos consultores de inversión extranjera en Nuevo León han confirmado la especie señalando que en múltiples casos la comunicación se ha suspendido.
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¿Se ha cancelado la inversión anunciada por el polémico CEO de la empresa fabricante de autos eléctricos, Elon Musk? A ciencia cierta no lo sabemos, pero los datos conocidos apuntan por lo menos a una pausa cuyo momento de conclusión es desconocido.
Pero, aun cuando la incertidumbre es lo único claro en torno al proyecto, en la Región Sureste de Coahuila se ha consumado una realidad indeseable: el surgimiento de una burbuja especulativa que ha elevado el precio de la tierra hasta el triple, de acuerdo con analistas del mercado.
“Se creó una burbuja especulativa inmobiliaria tras el anuncio de que iba a llegar la gigaplanta Tesla a Santa Catarina y en los terrenos, tanto para casas habitacionales como para parques industriales, se dispararon de manera desorbitada los precios de los terrenos por metro cuadrado, con la expectativa de que se iba a instalar la planta, pero no se ha visto avance”, ha dicho Marcelo Lara Saucedo, economista y analista financiero.
Al respecto es importante decir que se trata de un fenómeno “natural” producido por las reglas del mercado: ante la posibilidad de que la demanda de un bien se incremente −y con ello su precio− hay quienes deciden “adelantarse” con el propósito de maximizar sus ganancias.
De un lado se ubican quienes cuentan con capital y buscan adquirir predios estratégicamente ubicados con la expectativa de venderlos a mayor precio una vez que se concreten las inversiones, en este caso, la construcción de la armadora de autos.
Del otro están quienes poseen predios en la zona de influencia del proyecto y deciden no vender hasta que el mercado empuje realmente los precios hacia arriba y ello les suponga mayores utilidades. La combinación de ambas posiciones genera una burbuja de especulación.
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En circunstancias como la que nos ocupa, el resultado termina construyendo una realidad indeseable, pues quienes esperan para vender no terminan de ver aparecer su oportunidad y quienes han invertido en adquirir tierras tienen detenida su inversión.
El problema con ello es que la burbuja especulativa tiene reverberaciones más allá del proyecto de Tesla que afectan de forma directa o indirecta a toda la comunidad. Y es que a estas alturas no contamos con una sola repercusión positiva por el anuncio de la llegada de la empresa, pero sí estamos padeciendo los efectos negativos.