Urge conciencia ambiental, necesaria para la supervivencia

Arrecia el calor. Han sido jornadas de intenso calor en las más recientes semanas en las que México y Saltillo han estado en el paquete. Fuimos sorprendidos, considerando que siempre atribuíamos un clima especial para la ciudad. Las hipótesis circularon rápidamente: el fenómeno del Niño; el inicio del verano; un anticiclón en el Pacífico, y lo que mucha gente se negaba y aún se niega a aceptar: el calentamiento global.

Puede ser que no se diga en voz alta, pero las actitudes y la falta de organización para cuidar del medio ambiente desde la propia familia y las instancias gubernamentales demuestra que aún la sociedad se niega a aceptar que la fortísima ola de calor sea a causa del calentamiento global.

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De lejos y en la pantalla de la televisión, hace años se informaba del descongelamiento gradual, pero consistente, de los polos y también del efecto invernadero. Se escuchaba la voz, también distante, de una niña que desafió incluso a un antes todopoderoso presidente Donald Trump. La niña, que comparte reflectores internacionales con la Premio Nobel de la Paz, Malala Yousafzai, es Greta Thunberg, en este caso, en el terreno del medio ambiente.

Pues bien, el futuro nos alcanzó y lo tenemos no sólo en el umbral de la puerta, sino en los hogares, las escuelas, las oficinas. En las planchas de concreto de las ciudades.

Hay ciudades en el mundo que, tomando conciencia del cambio en los patrones climáticos, desde hace tiempo se han preparado y obligado a sus habitantes a vivir responsablemente en las urbes.

Algunas, ampliando y cuidando sus áreas verdes en conexión y armonía con las especies propias de su región; en otras, empeñándose en organizar la debida separación de residuos y el reciclaje de materiales, así como la prohibición de los envases que están lastimando el medio ambiente.

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Así, ciudades de Francia, donde es obligatorio depositar en contenedores separados los residuos orgánicos de los industrializados: cartón, plástico, PET, etcétera.

Por supuesto que la obligación comienza en los hogares, pero la reglamentación es de la autoridad. Una reglamentación sostenida por la vigilancia.

Hay en nuestro país cada vez mayor conciencia, y de ahí los procesos de certificación de Oficinas verdes en las que la eliminación de productos de unicel, por ejemplo, es uno de los parámetros para llegar a convertirse en una de ellas.

Ampliar el abanico de posibilidades para responder de manera adecuada en el inédito tiempo que estamos viviendo puede favorecer en al menos disminuir la trepidante caída en la que estamos inmersos ahora mismo.

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Se hace necesario hacer un cambio en la dinámica del espacio público: eliminar árboles es la peor decisión. Las planchas de cemento doblan el calor en las ciudades. Ojalá, y sensibilizados, logremos trabajar en conjunto para dotar a la ciudad de espacios verdes que cuidemos y protejamos. Se necesita determinación, se requiere imaginación. Se requiere conciencia, una colectiva conciencia ambiental que nos permita una verdadera y sana convivencia con el entorno.

EL PASEO CAPITAL

A la par de la construcción del Paseo Capital, será deseable que se desarrolle un plan de acción de embellecimiento de la zona que lo circunda: calles cercanas, como Hidalgo esquina con Juárez y Ramos Arizpe, lucen grafitis que afean el paisaje; poseen banquetas en pésimo estado y casas abandonadas a punto del derrumbe. Incluso el muro perimetral de Catedral tiene pintas de manifestaciones.

Hay una esquina, justamente en Ramos e Hidalgo, a unos metros de Juárez, calle donde se realizan los trabajos para la zona peatonal de estreno, que desde hace años tiene un farol con una de sus lámparas quebrada, así como un reloj por el que no pasan las horas. De lo entrañable que se intentó hacer, es un espejo del descuido de la zona alrededor, de banquetas quebradas y pasos para las personas discapacitadas inutilizados.