Y apenas van seis meses de Trump...
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Como el populista consumado que es, en momentos de desesperación saca su as bajo la manga, su tabla de salvación: México y Europa... Retoma, una vez más, el asunto de los aranceles y la razón no es económica, sino un asunto de seguridad
En estos tiempos nuestros, resulta irónico que todo se mueva a gran velocidad, que las noticias sólo acaparen la atención pública por unas horas y las consecuencias, de lo que se haya hecho o dejado de hacer, pronto quede en el olvido porque nuevos avatares reclaman nuestra atención. De manera que va amontonándose una enorme cantidad de acontecimientos en distintos frentes y, de pronto, caemos en cuenta de que sólo han transcurrido unas cuantas semanas o meses.
El mundo parece saturado por la presencia de Donald Trump, como si la pausa de cuatro años no hubiera sido suficiente. Asombra que apenas lleva seis meses en el gobierno. Todavía falta un año y cuatro meses para que se verifiquen las elecciones intermedias en las que habrán de elegirse 435 representantes del Congreso y una tercera parte de los cien senadores que conforman ese cuerpo legislativo. La mayoría legislativa de la cual hoy goza, muy probablemente la va a perder.
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Si los seis meses transcurridos han sido de una intensidad enorme, los próximos dieciséis lo serán más. Es una papa caliente que nadie quiere tener en sus manos. Durante poco más de un mes, Trump se olvidó de México, para enfocarse en Ucrania y Gaza. En Ucrania, le falló Putin y ya empieza a costarle su alianza con Netanyahu. Conviene tener en cuenta que, a final de cuentas, el único objetivo de Trump es conservar la aceptación de su electorado. Su popularidad cae, su ofensiva mediática, enfocada en la deportación de migrantes indocumentados, también empezó a costarle entre propios y extraños.
Como el populista consumado que es, en momentos de desesperación saca su as bajo la manga, su tabla de salvación: México y Europa, los vecinos y los parientes, esa relación de amor y odio que tanto obsesiona a unos y a otros. Retoma, una vez más, el asunto de los aranceles, dice ahora que serán de 30 por ciento; la razón no es económica, sino un asunto de seguridad. Acusa: el gobierno de México y el narco son socios.
La inexistencia de una oposición partidista eficaz y creíble empuja a un sector de la población a aplaudir las palabras de Trump, otro sector de la opinión pública se desgarra las vestiduras, mientras que la presidenta Sheinbaum recurre a su exitosa y característica serenidad. Ya le ha funcionado, veremos si le funciona ahora otra vez.
“Es la economía, estúpido”, era el recordatorio que Bill Clinton veía todos los días en la Oficina Oval. Al ciudadano medio primero le duele el bolsillo, y sólo después lo demás: convicciones, causas y banderas políticas, sociales o culturales. Las economías de México y Estados Unidos están estancadas. Uno de los principales termómetros de la economía estadounidense, los bienes raíces, llevan meses paralizados. Como les gusta, los inversionistas buscan opciones libres de riesgos. Esa postura no cambia, lo que cambia es que las alternativas se reducen.
En México la cosa también se complica: en la industria manufacturera el desempleo crece, el nearshoring quedó en una gran ilusión que se frustró por la política proteccionista de Trump. En Estados Unidos la política depende del humor con el que amanezca el inquilino de la Casa Blanca. En México quedamos a la espera de la diaria mañanera.
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Las instituciones se debilitan mientras la política personalista cobra fuerza. Estados Unidos tiene una gran ventaja, la popularidad de Trump está por debajo del 48 por ciento y la Suprema Corte, aunque cercana a él y con mayoría conservadora, ya le ha parado en seco muchos de sus excesos. En México sucede todo lo contrario, la Presidenta conserva su popularidad, el control político es absoluto y ahora contará con una Corte afín. Veremos y diremos.
En México, la nulidad de la oposición partidista es garantía de éxito. Existe un sólo riesgo para el régimen: una debacle económica, la que no llegó con AMLO, pero que no está tan lejos ahora, la deuda crece al igual que el desempleo. Toda la apuesta del gobierno de “izquierda” radica en rescatar el acuerdo de libre comercio que tanto criticó mientras estuvo en la oposición.
Facebook: Chuy Ramírez