El escritor Alejandro Rosas considera que hay historias que esperan al narrador indicado. No todas se revelan ante cualquiera, dejan los detalles más jugosos y especiales de su legado ocultos, hasta que llega aquella persona que podrá hacerle justicia.
Y lo menciona específicamente por la forma en que la trama de su libro “Cartas desde el Atlántico: El Titanic y la Revolución Mexicana” lo encontró, de forma fortuita, y que ahora regresa al público este 2024 en una nueva edición a través de la editorial Fondo Blanco —la primera se publicó en 2008—.
Este libro, que narra una historia paralela a través de varios miembros de la familia coahuilense Aguirre Benavides, uno en medio del mar, en una travesía de principios de siglo que lo hará volver entre la violencia de la Segunda Guerra Mundial, y otros enfrascados en el la primera etapa de la guerra civil mexicana, se presentó el pasado miércoles en el Centro Cultural Vito Alessio Robles.
“Todas estas historias son las que uno se encuentra preguntando, tocando alguna puerta. De pronto una persona te cuenta una anécdota y de ahí puede agarrar un hilo y demás”, comentó el historiador al inicio de la presentación.
El libro cuenta varias historias, una de ellas, la que lo llevó a indagar más en la historia de esta familia, llegó a él en 1999 cuando tuvo la responsabilidad de publicar las obras completas de Francisco I. Madero, por lo que viajó con regularidad a Coahuila.
En Parras de la Fuente conoció a Eugenio Aguirre Aguirre, descendiente de la familia Aguirre Benavides, quien tenía en su posesión una carta de navegación donde se marcaba una ruta entre Texas y Alemania, en medio de la cual estaba señalado el punto exacto donde naufragó el Titanic, con todo y el iceberg dibujado.
“Gustavo Aguirre Benavides, su papá, era el menor de la familia, tendría 15-16 años cuando sus padres deciden enviarlo a estudiar a Europa, porque querían que estudiara ingeniería eléctirica para regresar a Parras y hacerse cargo de la luz en el pueblo”, mencionó.
El viaje ocurrió en abril de 1912, y el buque donde iba Gustavo, el Frankfurt, fue uno de los que recibió la señal de auxilio del Titanic el 14 de abril. El navío no llegó a tiempo para rescatar sobreviviente alguno, solo pudo observar el mar lleno de cuerpos que días después recogió otro buque especializado.
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Esta historia, aunque impresionante, por sí sola no daba para un libro, en especial al ser solo unas pocas horas las que el joven estuvo frente a la tragedia, y luego siguió su ruta sin mayor contratiempo. Pero nuevamente la fortuna sonrió al autor y años después, en Ciudad de México, se encontró con una tía de la familia, quien le presentó una serie de correspondencia de los otros hermanos Aguirre Benavides, donde daban parte de los avances en la Revolución hasta la Decena Trágica.
Así es como surgió este libro que compagina dos grandes historias que ocurrieron de forma simultánea, uniendo de cierta manera al desarrollo de México con una de las tragedias más conocidas de todos los tiempos.