En ‘The joy of walking’ Karla Rangel comparte el placer de dejarse llevar por el desierto
COMPARTIR
La más reciente exposición de la artista coahuilense parte de los recorridos que realiza por algunas zonas rurales de General Cepeda, donde las huellas del pasado le permiten reflexionar sobre el presente
A pesar de su aparente vacío, el desierto le da mucho a quienes reconocen la riqueza que se encuentra entre su desnudez, nutrientes para el cuerpo y para el espíritu que como una cornucopia de espinas entregan a quien tiene la paciencia para esperar y para buscar.
Por ello, recorrerlo y dejarse llevar por senderos invisibles es un ejercicio que no deja de darle frutos a la artista Karla Rangel, quien compartirá ahora en su más reciente exposición “The joy of walking”, los descubrimientos y reflexiones que han sido productos de sus visitas al semidesierto de General Cepeda, en sitios que están cargados de la historia humana y de la familiar.
La muestra que se inaugurará este miércoles en la Taberna El Cerdo de Babel toma su nombre del popular programa de televisión del pintor Bob Ross “The joy of painting”, como homenaje al placer tan sencillo de crear que el artista comparte con millones todavía y que ahora ella busca compartir, solo que a través de la caminata.
“[En un programa] empezó a hablar de porqué le gusta dibujar la naturaleza y habla de que él camina mucho, que le encanta perderse en los bosques y en sus paisajes”, dijo, “yo creo que, como a muchos, a mí me afectó Bob Ross, e incidió en mí para dedicarme a esto. Me encantaba ver sus programas en el 11, porque es maravilloso cuando no conoces ver cómo transforma un lienzo en blanco en un bosque nublado en media hora. Decidí divertirme y relajarme, al final de cuentas es eso, el mero placer de hacerlo”.
TE PUEDE INTERESAR: Hace 15 años se apagó la voz de Luciano Pavarotti, una de las más icónicas de la escena operística
Las piezas que es exhibirán durante un mes parten de este placer de la caminata, que heredó de su abuelo y que comparte en la actualidad con su padre, y que la han llevado a conocer espacios hermosos en las zonas rurales del municipio vecino.
“Yo comencé a caminar por el desierto cuando estaba pasando por un momento no tan agradable [...] y pensé que era momento, quizás, de descansar de la labor creativa, y empecé a caminar”, explicó, “coincidió con que mi abuelo había fallecido. Y dije, bueno, ¿qué pasa si camino por los lugares que caminaba mi abuelito? Como una especie de vivir ese duelo. No es que tuviéramos una relación tan apegada, pero sí es una figura importante, sobre todo en las cosas que hago”.
Recuerda que, en su niñez, su abuelo los llevaba a recorrer grandes extensiones en esa región, muchas veces sin un objetivo aparente. Si bien en aquellos años la experiencia era extenuante y poco agradable, con el tiempo la memoria y el territorio le dieron otra perspectiva y ahora las caminatas las hace por placer.
“Mi papá fue el que me llevó a este espacio en el que trabajo que parece el fondo marino, tal cual. Fue un proceso, de caminar sin esperar nada, sin buscar nada, y ahora sí que soltarse ante esa incertidumbre [...] No voy buscando nada, quizá no encuentre nada, es el mero placer de hacerlo”, compartió.
Si bien reconoce la popularidad del tema de las caminatas y recorridos en muchos discursos contemporáneos, también recalca que para ella fue un encuentro fortuito con este ejercicio, del cual ha podido extraer muy distintas propuestas y reflexiones.
Ya en el pasado presentó registros de los restos fósiles del ancestral lecho marino que encontró en aquel lugar, y ahora con “The joy of walking” está haciendo algo similar con unos petroglifos muy particulares, los cuales, a falta de información antropológica al respecto, considera dibujos de las rutas de los antiguos pobladores de la zona.
“Justo la última visita que hice me encontré estas piedras con estas rutas. Porque no se parecen a nada, están muy complejos, están más elaborados, son un símbolo aislado, esto es otra cosa. Y qué bonito volver a conectar con este pasado”, explicó.
Aunado a esto, luego de haber participado en una residencia en el taller La Ceiba Gráfica —donde entre el verdor del bosque veracruzano recalcó el valor del semidesierto—, la serie viene cargada de la experiencia de los maestros con quienes tuvo ocasión de convivir.
“Tienes a disposición máquinas, material ¡el papel! Y tienes la asesoría de personas que realmente saben y que más allá de eso que le tienen un amor a la gráfica y a los procesos creativos, porque hay un respeto por los procesos increíble”, recordó.
Estos símbolos encontrados quedarán plasmados sobre los muros del Cerdo, los cuales estarán acompañados por dibujos, acuarelas y grabados, además de un video que se proyectará la noche de la inauguración y quedará para consulta a través de un código QR en el que invita a recorrer junto con ellas estas zonas ricas en más que flora y piedras.
“Creo que es de las expos más honestas que he hecho, en el sentido de lo íntimo, de lo afectivo. Todo lo que es mi familia y ancestros son intermediarios y forman parte de esto, porque sin ellos, sin esa historia y sin esos recuerdos no existirían todas estas reflexiones posteriores que estoy haciendo”, concluyó.