Marisol Ceh Moo, literatura en lengua maya que sueña con un Nobel

Artes
/ 26 septiembre 2019

La escritora en lengua maya Mariso Ceh Moo se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA) y confiesa que le da confianza para que algún día ella sea la primera escritora en lenguas originarias en obtener el Nobel de Literatura.

Orgullosa, comprometida, pero, sobre todo, más cerca de su objetivo de vida, así se siente la escritora en lengua maya Mariso Ceh Moo luego de convertirse en la primera mujer en ganar el Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA), un galardón que ella equipara con el Nobel de América y que le da confianza en que algún día podrá ser la primera escritora en lenguas originarias en obtener el Nobel de Literatura en Estocolmo.

A unos días de que se diera a conocer el citado galardón, que le será entregado en noviembre próximo, en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, la autora, quien además de escribir poesía, novela, ensayo y prosa, es periodista y compositora, habló a Litoral sobre el premio, su condición de creadora en dualidad, la discriminación que enfrenta entre sus propios colegas y el “reconocimiento” a los idiomas originarios en el marco del Año Internacional de las Lenguas Indígenas.

Entrevistada en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, donde participó en el Diplomado de Literaturas Mexicanas en Lenguas Indígenas, la autora del poemario Kukulcan para el Concierto del Fin del Mundo, realizado por la Orquesta Sinfónica de Alemania, reconoce que su formación no es literaria, pues es licenciada en Educación y en Derecho, maestra en Derechos Humanos y diplomada en Derechos Humanos de Poblaciones y Comunidades Indígenas, así como en Educación Intercultural Bilingüe.

Sin embargo, siempre hubo algo que le atrajo de la literatura, siendo su primera incursión una novela socialista, en español, sobre Víctor Jara, algo sin intención de publicar, por el puro gusto de tener en casa un libro hecho por ella, aunque fuera engargolado, sin pensar en hacer carrera o ganar premios, si acaso, recuerda, le gustaba imaginarse firmando libros, pero estaba lejos de saber que sería el inicio de una fructífera y exitosa trayectoria, que hoy incluye una docena de materiales publicados y la traducción de varios de ellos al griego, catalán, inglés, alemán y japonés.

Una convocatoria del Fonca en 2003 fue lo que la hizo escribir en su lengua, la maya, y al ganar, plantearse por primera vez sus posibilidades como escritora, que a 16 años de distancia tiene muy claras, de ahí que hoy se defina como “una persona que hace literatura en lengua originaria, específicamente en lengua maya; una persona que vive una dualidad, es decir, que abreva de dos mundos, uno que respeta a mi cultura maya y otro que tiene una cosmovisión occidental, si así se quiere ver”.

Una persona, agrega, que al ganar este premio del PLIA adquiere una mayor responsabilidad a la que de por sí se había impuesto cuando ganó el Premio Nezahualcóyotl en 2014, una mujer que recibe este premio con sensaciones encontradas pues planeaba un periodo de descanso y ahora acabará sumando tiempo al que de por sí dedica a su obra, porque quiere “demostrar que las mujeres somos capaces de más y que mis hermanas creadoras de México y Yucatán, las que están en grupos étnicos del mundo, también pueden lograr cualquiera de los niveles de posicionamiento que se marquen”.

Quiero que quede claro que para triunfar sólo hace falta estar comprometidas con nosotras mismas y comprender que existe un sacrificio y decidir si se quiere ser o no, y si sí, hay que ponerle esfuerzo, sacrificio para alcanzar una meta de vida, porque dormir hace que el tiempo se fugue; el premio PLIA es una responsabilidad enorme, un compromiso nuevo conmigo, una cláusula más para seguir compitiendo con la universalidad”, asegura.

Sobre el galardón, dotado con 300 mil pesos, se muestra inquieta, pues indica que hay colegas que lo han ganado y a quienes se les ha pagado en partes, lo cual le parece una falta de respeto hacia los creadores y un descrédito para el reconocimiento y sus instituciones convocantes. “Esperemos que esto no sea así, porque yo no pienso aceptarlo y lo dejaré muy claro”, comenta Sol Ceh Moo, para quien esta situación definitivamente no ocurre a los autores hispanoamericanos y le molesta que a los de lenguas originarias sí. También se dice un poco extrañada con el monto, dado que solía ser mayor (25 mil dólares) aunque desde hace tres convocatorias se fijó en pesos mexicanos y quedó en 300 mil. En cualquier caso, explica, lo importante es que la hace sentir que puede conseguir su sueño de llegar algún día a Estocolmo.

 

TRAYECTORIA EN DUALIDAD…

 

Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas, porque empezar tuvo sus dificultades, desde aprender a generar una idea y ponerla en papel en su lengua materna; recuerda que pedían dos textos y recurrió a un relato que solía hacer un tío sobre la cacería del venado y luego, tras darle muchas vueltas, acabó narrando algo sobre lo que ocurría en la procesión de la Virgen de Calotmul, recibió buenos comentarios, sobre todo recuerda los de Juan Gregorio Regino, lo que la animó a seguir, pero pronto se encontró con el otro lado de la moneda, pues siendo un campo dominado en Yucatán por hombres, las envidias no se hicieron esperar.

La gente que escribe en maya empieza a criticar que escriba novela, porque es un género inexistente en esa cosmovisión, básicamente porque no aceptan la dualidad en la que me he desarrollado, dice, pues como escritora emerge inevitablemente de dos culturas, habla y piensa en los dos idiomas, de hecho, refiere, después de que intentó que un escritor le diera su opinión sobre su trabajo y notó esa predisposición adversa, se dedicó a trabajar sus textos únicamente bajo su mirada, porque entendió que hay mucho rencor, machismo y hasta discriminación entre los propios colegas.

Y no es que le afecte, pero sí le parece triste esa visión tan reducida. Ella, por su parte, tiene claro que es una mujer en los dos contextos y con su idioma puede hacer cualquier género, “soy creadora en lengua originaria y no hay un solo referente vivo de cómo hacerlo (escribir); todo esto que vamos creando es con base en lo que sabemos, escuchamos o leímos, y lo que sucede en nuestras comunidades, en mi caso, hay una formación que avala; tuve la oportunidad de ingresar a un espacio académico y no puedo decir que no existió, decir que tenemos que retroceder para seguir siendo los que queremos que crean que somos, sería una falacia, hay que llevar a la cultura como lo que es, algo dinámico, que se adapta y se integra, que ayuda a ingresar a este otro mundo y a ellos a ingresar al nuestro, porque si nos encerramos, nosotros mismos generamos un aspecto de discriminación, en nuestro trabajo, en nuestra vida y en el trato”.

 

El AMANTE QUE LA SATISFACE…

 

Con una imagen rebelde, Sol Ceh Moo tiene a su favor que siempre ha sido muy positiva, fiel creyente en sí misma, dedicada y exigente, su estándar es cada día hacer las cosas mejor, porque su visión es competir con las obras clásicas, las universales, aunque la gente piense que puede ser compleja o difícil de leer, pues para ella, bajar la calidad del trabajo, es como si pensara que los lectores son incapaces, y no lo va a hacer por sugerencia, “me interesa que conozcan el estilo, como pienso y escribo, y si me buscan sea por mi literatura, sea novela, poesía o ensayo, porque no soy poeta pero eso no quiere decir que no pueda intentarlo de vez en cuando".

Para mí, escribir es un compromiso que asumo con convicción, con pasión, porque la literatura es como un amante que me satisface, y cuando eres feliz con lo que haces puedes conocer otros chicos (el cuento, la poesía) y salir con ellos, y volver con el que te hace feliz, habiendo cumplido con un proyecto, una meta y con los lectores”, por eso para ella ser escritora ha sido un reto de constancia, una exigencia de mejora continua, para llegar al lugar en donde está.

Los frutos están a la vista, no sólo medidos por los premios recibidos, que no han sido pocos, sino por el hecho de que todos sus libros tengan ediciones agotadas, que varias de sus obras hayan sido traducidas y le paguen regalías por ello, que haya universidades en Estados Unidos que pidan sus textos y la autorización para reproducirlos para sus alumnos, que haya una cátedra universitarias sobre su literatura y que la inviten como ponente para hablar de las condiciones en las que se desarrolla la literatura en lengua maya, o cualquier otro de los temas en los que es experta.

A la fecha tiene unas 25 obras, 12 de ellas publicadas y se enorgullece de varias, como Teya, un Corazón de Mujer, Día sin Mancha, Mis Letras en las Paredes de la Vagina, La Muerte del Adivino o Nacer Mujer es un Pecado; recientemente apareció en español el poemario Cópula de Dioses, y en breve será editada Gudelia Flor, el Sueño de la Muerte, lo que la tiene complacida aunque no satisfecha pues su vara está mucho más alta, con la mira en el Nobel de Literatura, galardón en el que espera algún día convertirse en la primera mujer escritora en lenguas indígenas en recibirlo. Sueño que abraza, no obstante que en Yucatán no goce del reconocimiento que tiene su obra en otras partes del país y del mundo.

En México hay una especie de auge en torno a los temas indígenas, y está bien que haya foros como los organizados recientemente en el Palacio de Bellas Artes o el Diplomado en Literaturas Mexicanas en Lenguas Indígenas, pero considera que hasta hoy todo eso es una especie de adorno en el marco del Año Internacional de las Lenguas Indígenas, pues sigue habiendo comportamientos que evidencian un trato indigno hacia los creadores de los pueblos originarios respecto al que tienen los artistas nacionales o internacionales en los encuentros, festivales y demás.

Hay una falta de respeto, una insensibilidad, aún parece que se nos hacen un favor en incluirnos en los programas y las actividades, se nos paga menos o ni se nos paga, se nos programa en espacios menores o en condiciones poco adecuadas, y todo eso también tiene que cambiar, sostiene la escritora, quien lamenta que siendo ganadora de un premio tan importante como el PLIA, de nivel continental, en su estado le sugieran que sea ella la que se acerque a los funcionarios y los convenza de que promuevan sus logros. Eso es algo que no haré, sostiene la creadora, quien recibió una llamada de las oficinas de Comunicación Social del gobierno del estado para “sugerirle” que si quería que la conociera el gobernador, hablara con la gente de Atención Ciudadana e ingresara un escrito diciendo quién era y su trayectoria.

Triste y con pena ajena por ello, compartió el episodio en sus redes, quizá un poco para ilustrar por qué en días pasados, después del premio, ha declarado que en su estado no la valoran sin temor a evidenciarlos, pues hay que decir las cosas como son, sentencia Marisol Ceh Moo, su nombre completo, egresada de instituciones como las universidades Autónoma de Yucatán, Marista de Mérida y Nacional Autónoma de México (UNAM).

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