La película ‘Gran Libertad’ retrata el drama de la persecución homosexual en el siglo 20
La ganadora del Premio del Jurado Una Cierta Mirada, en el Festival de de Cannes 2021, ya se encuentra disponible en las salas comerciales de cine de México
Para Hans (Franz Rogowski) es complejo hacerse una idea del concepto de libertad. Perseguido por su orientación sexual, primero por los nazis y después por las autoridades de Alemania Occidental, ha pasado gran parte de su vida tras las rejas.
Él es el protagonista de “Gosse Freiheit” (“Gran Libertad”, en español), que toma su nombre del bar gay que aparece en el filme del director y coguionista Sebastian Meise.
Es evidente el toque de ironía del título de esta producción austriaca, que ha ganado varios reconocimientos en festivales internacionales, entre ellos el Premio del Jurado Una Cierta Mirada 2021 en Cannes. Además, en Rotten Tomatoes tiene un 97% de valoraciones positivas.
El argumento del filme se basa en el artículo 175 del código penal alemán, que hasta 1969 estuvo vigente y que penalizaba cualquier actividad sexual entre individuos del mismo género. Las sentencias para los condenados eran muy estrictas. De hecho, durante el régimen nazi, las condenas podían alcanzar hasta un máximo de cinco años de reclusión.
“Gran Libertad” es una película carcelaria muy inteligente, que además destaca por las notables actuaciones del elenco. También hay quien la considera una historia de amor, o quizás un “bromance”, que se extiende desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta finales de la década de los sesenta.
La película muestra tres momentos de la vida de Hans , que estuvo confinado en un campo de concentración y, a pesar del final de la guerra, en 1945 se encuentra nuevamente en prisión con su número tatuado en el brazo. Esto después de que es sorprendido teniendo relaciones sexuales con otro hombre, en un baño público.
A lo largo del filme, la vida de Hans fuera de la cárcel es principalmente un misterio. No se sabe sobre su familia o cualquier trabajo que haya estado haciendo previo a su encierro, lo que sí se conoce es que tuvo una relación amorosa con Oskar (Thomas Prenn), quien compartió prisión con él durante la década de 1950.
Pero la verdadera relación duradera de Hans es con su compañero de celda, un hombre serio e impasible llamado Viktor (Georg Friedrich) que, como Hans, es un veterano reincidente del sistema penitenciario.
Aunque al inicio el sentenciado por asesinato tiene gestos homofóbicos hacia Hans, luego siente compasión por él cuando ve el tatuaje que le dejaron los nazis.
De manera conmovedora, de hecho, trágica, tanto Viktor como Hans tienen un sentido de sí mismos que se congela en la década de 1940, de tal suerte que la prisión es para ellos su única vida, y ciertamente su única vida erótica. Sin embargo, la libertad, de alguna forma, ha estado disponible desde adentro para ambos personajes.
Meise captura la dureza, el ambiente opresivo y la búsqueda de dignidad en una cárcel que refleja la historia de represión hacia homosexuales alemanes en buena parte del siglo 20.