Aunque la historia se desconoce, no existe rastro de quiénes son Isela o Jonathan, la placa representa para los habitantes de la zona, una expresión de amor que dejó huella en su plaza y la señal de que “aún existen hombres que persiguen al amor de su vida” o tiene detalles de ese tipo para conquistarlas, por lo que no se ha considerado retirar la placa.