Caso Vanguardia: Muñoz Grajales, un magistrado ‘a modo’... y cantinflesco

“Y ahí, bueno... incluso yo mismo, que era el ponente, dije: “bueno: está bien”... por... porque había una causa objetiva que podía... aquí, en algún momento dado calificarse... que falta que la califiquen... Que yo después les hice valer: bueno, ya depende de ustedes lo que opinen de la situación... Bueno: eso, por un lado. Sin embargo... y ahí, como bien dice, pues se trataba de un menor y de una muerte de un menor...”.

No se trata de un extracto del guion de alguna película del inmortal Mario Moreno, “Cantinflas”, sino del despliegue “argumentativo” de Édgar Humberto Muñoz Grajales durante la sesión del Tribunal Colegiado en Materias Civil y Administrativa, del Octavo Circuito, celebrada este jueves, y durante la cual se revolvieron cuatro juicios de amparo que involucraban a Grupo Vanguardia.

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El entrecomillado inicial corresponde a la “argumentación” del aún magistrado en relación a los recursos, promovidos por los abogados de esta casa editora, para recusar a una de las integrantes del Tribunal, así como para demandar se esperara a que la Suprema Corte de Justicia de la Nación se pronunciara respecto de una solicitud de atracción presentada.

Previamente, el presidente del Tribunal, Héctor Alejandro Treviño de la Garza, había planteado que en un caso similar, debatido hace apenas cuatro semanas y que también correspondía a la ponencia de Muñoz Grajales, se había resuelto recusarlo, es decir, excluirle de la discusión y resolución del caso.

“... en el caso mío había una cuestión efectivamente objetiva que podía dar pauta a que hubiera un impedimento. Sin embargo, aquí es una causa subjetiva por parte nada más de quien la ofrece, es una... es, vamos, desde mi punto de vista, y lo digo claramente, para mí es una argucia jurídica con la única finalidad de... de... de tener... con todo el debido respeto para el, el abogado y la parte que pide, pues está en su derecho de hacerlo, pero no hay aquí algo objetivo que pudiera dar lugar...”, argumentó al respecto Muñoz Grajales.

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“O sea, no es algo que en realidad tengamos que calificar, pues es notoriamente improcedente porque es nada más: ‘a mí me cae gordo el magistrado... entonces, como me cae gordo, pues entonces vamos a... a solicitar que lo recusen. Es que aquí el magistrado me vio feo, así”, ¡no..! o sea... no hay absolutamente nada... no hay una base jurídica para decir: ‘oye: hay la posibilidad de que se declare fundado ese impedimento’. En mi caso, sí. En mi caso sí había la posibilidad y por eso incluso yo mismo opté por decirles, ‘¿sabes qué? Pues vamos a dejarlo aplazado, tienen razón’”, abundó.

En este mismo sentido, y para reforzar su “argumentación”, el denominado “magistrado a modo” agregó:

“...estaba (el caso previamente estudiado) muy de que si se se concedía, se amparaba, que esto y lo otro... y qué mejor que la Corte pues ya decida si lo hacen ellos o no... Ahí sí: incluso hasta por salud mental... esa es la diferencia que yo veo. No hay, no hay las mismas razones como para dejarlo este... estos asuntos pendientes”.

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Más adelante, para justificar la prisa con la cual se resolvió el caso y que ha sido denunciada por Vanguardia en múltiples ocasiones, Muñoz Grajales esgrimió el siguiente argumento:

“Yo creo que ya es momento... Que se le... es más: el tribunal que acaba de resolver en Torreón lo hizo... les dijo: ‘¿saben qué? de plano les resolvemos que esto es frívolo e improcedente y ya’... Entonces, yo en lo personal considero que sí se puede resolver.

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“Ya están puestos a discusión los asuntos, ya están... ya ustedes están... lo revisaron... y pues que sea lo que sea... o sea, por unanimidad, por mayoría, por como deba de resolverse. Porque aparte están resueltos objetivamente, bien resueltos. O sea, no es una situación de que hay alguna cuestión... de la única cuestión es ellos en su cabecita tienen eso. Eso es lo que... Y es válido, pues cada quién...”.

Más adelante abundaría en su alegato, respecto de la necesidad de resolver de inmediato, en los siguientes términos: “...y precisamente: años han pasado, años... ya se resolvió, ya todo... Ya estamos en la parte final... Yo, como ustedes saben... es de su conocimiento... yo ya no voy a estar. Y este asunto, bueno, pues ya, ya lo... ya lo estudié y todo... ¡pues ya que se resuelva!, o sea... aparte se está resolviendo conforme a las constancias, conforme a la jurisprudencia, conforme a todo... No puedo yo adelantar los, los... este, obviamente los sentidos, pero ustedes les consta: ¡se va a resolver como es!, o sea, no hay no hay algo más que en la mente de las personas que están inmiscuidas...”.

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Y así, a partir de este tipo de “argumentación jurídica” se procedió a señalar y votar los cuatro amparos proyectado por el referido magistrado y concederle la razón a la contraparte.

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