La infidelidad que acabó en muerte y pleito entre los fundadores de Saltillo y Monterrey

Los rumores llegaron hasta la Santa Inquisición, la ira derramó sangre y al final volvió la paz. Esta es la historia de cómo el adulterio provocó el primer asesinato de una mujer a manos de su cónyuge en Saltillo

Coahuila
/ 21 julio 2023
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En 1581 se supo que Alberto del Canto sostuvo una relación extramarital con Juana Porcallo, quien años más tarde habría sido su suegra.

Villa chica, infierno grande. El enredo digno de telenovela ocurrió cuatro años después de que del Canto fundó la Villa de Santiago del Saltillo. Según la fecha “oficial”, en 1577.

¿Cómo iban a pasar desapercibidas las aventuras amorosas de este personaje tan conocido en el lugar?

Poco después de que se fundó la villa, Diego de Montemayor se asentó en estas tierras junto con Juana Porcallo, mujer vasca con quien se casó en Real de Mazapil, en 1572.

Es decir, para cuando se dio el adulterio, el matrimonio habría tenido nueve años. ¿Habrá sido culpa de Diego, de Juana... o de la monotonía?

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O quizá fueron los encantos de Alberto, descrito históricamente como un conquistador no sólo de tierras, sino también de mujeres. Osado, ambicioso, audaz, galante y arisco.

Se cree que el explorador llegó a la Nueva España entrando por Veracruz, aunque no se sabe cómo llegó al norte.

Provenía de una familia distinguida en la Isla Terceira de las Azores, en Portugal, donde se estima que nació en 1547.

Si hacemos cálculos, Alberto andaba en sus treintas durante los encuentros sexuales con Juana, de quien desconocemos su edad exacta, pero sí sabemos que le decían “doña”.

Tal vez Juana encontró en Alberto el abandono que le provocaba Diego, con sus constantes salidas para cazar indios y con los viajes a las minas para supervisar los trabajos.

Cualquiera que fuera el motivo, la pareja tenía una hija, Estefanía, quien tendría ocho años cuando su madre le era infiel a su padre en el hogar de la familia.

EL PRIMER UXORICIDA

El también explorador, español nacido en 1530 y el engañado de nuestra historia, Diego de Montemayor, ya había tenido un hijo antes que Estefanía.

Alrededor de 1555 contrajo nupcias con María Esquivel y tuvieron un hijo llamado Diego “El Mozo”. De hecho, Juana era ya la tercera esposa de Diego.

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Las razones por las que concluyeron los otros dos matrimonios de Diego no están claras. Pero sí conocemos lo que ocurrió con Juana.

Diego la mató. Los detalles del asesinato escasean, pero el motivo siempre estuvo claro: adulterio.

La infidelidad consumió en ira a Diego hasta el punto de acabar con la vida de su esposa.

Tras consolidar el primer asesinato de una mujer a manos de su cónyuge (uxoricida) en Saltillo, Diego huyó de la justicia rumbo a las minas de San Gregorio.

TODO QUEDA EN FAMILIA

El turbio pasado de los Montemayor parecía haber quedado en el olvido, hasta que en 1589 una comunidad indignada reavivó el suceso y se lo hizo llegar a la Santa Inquisición.

Alberto del Canto quería casarse con Estefanía, ya de 16 años, la hija de Diego y Juana.

Para los pobladores aquello era inaceptable. Cómo iba a permitirse que Alberto tuviera como esposa a la hija de quien fue su amante, y bajo ese parentesco, en vida sería su suegra.

Conforme avanzó el caso hacia la Santa Inquisición, el tribunal religioso que investigaba y daba justicia a los delitos cometidos en contra de la fe, los testimonios tomaron fuerza.

Uno de ellos fue el de Ana Gómez. La esclava de la familia Montemayor Porcallo dijo haber visto varias veces a Alberto y Juana en la alcoba, en la cama, para ser específicos. Y no precisamente sentados en la orilla de la misma.

A los relatos sobre el adulterio se le sumaron testimonios como el del vecino de la villa, Juan de Virues y un par de indias, Juana e Isabel.

Entre las versiones se afirmó: “ya es cosa pública y notoria y de mucho escándalo en esta villa, que el susodicho antes que se casase con la dicha Estefanía tuvo cúpula con la dicha doña Juana, su suegra”.

Los intereses políticos se impusieron. El entonces gobernador Luis de Carvajal convenció a Diego, que ya había regresado de su escondite sin recibir castigo alguno, de permitir que la boda se realizara.

A Carvajal no le convenía que existieran diferencias entre dos de sus más valiosos colaboradores, expedicionarios y conquistadores.

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Para ese punto, Alberto y Diego habían sostenido varios enfrentamientos armados entre sus bandos, porque había “pendientes de honor”. El adulterio, para más sencillo.

El proceso ante la Santa Inquisición no procedió y todos terminaron siendo parientes. Diego aceptó que su hija y Alberto se casaran y la pareja tuvo tres hijos: Miguel, Diego y Elvira.

En 1593 los pobladores intentaron de nueva cuenta llevar el caso a juicio inquisicional, pero los resultados fueron los mismos.

En esa segunda ocasión, la india llamada Juana y su suegra, dijeron que si las autoridades le pedían declaración a Estefanía alejada de Alberto, ella les contaría todo.

Aseguraron que Estefanía recordaba haber visto a su marido con su madre muchas veces en la cama, cuando ella era niña. Pero que por temor a su ahora esposo, no revelaría nada.

Alberto fungió como regidor y alcalde de la villa en varias ocasiones y murió a los 64 años en diciembre de 1611.

Diego siguió explorando tierras y fundó en 1596 lo que hoy es Monterrey. Murió a los 83 años en 1613, dos años después que Alberto y 32 años más tarde de haber asesinado a Juana.

Existen registros de que, luego de haberse enfrentado a muerte en varias ocasiones y previo al casamiento de Alberto y Estefanía, del Canto y de Montemayor convivieron pacíficamente a finales del siglo XVI, cuando Montemayor fue alcalde de la villa y del Canto regidor.

*Con información de Arturo Berrueto, Sergio Recio Flores, Vito Alessio Robles, Archivo Municipal de Saltillo.

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