Saltillo, una ciudad que se cuenta a sí misma todo el tiempo desde lugares inesperados
El 24 de diciembre de 2022, contamos en esta sección sabatina la historia número 100 que habla sobre las curiosidades, muchas veces ocultas, que rodean a personajes, lugares y sucesos de la capital coahuilense. Gracias por ser parte de este viaje y apapachar siempre con cariño y pensamiento crítico estas Historias de Saltillo.
Las personas habitamos ciudades y a su vez esas ciudades también nos habitan, nos devuelven parte de lo que somos como individuos y nuevas caras que solo existen en el colectivo. Y este ciclo de identidad y conversaciones y reinterpretación se mantiene a través del tiempo, como una respiración, como parte de un ecosistema vivo.
Saltillo y sus gentes y sus lugares y sus historias y sus extrañezas y sus cotidianidades no son la excepción.
La semana pasada, en la víspera de Navidad de 2022, Vanguardia publicó la entrega número 100 de Historias de Saltillo. Por supuesto es una cifra para festejar, para sentirnos orgullosos, pero lo es sobre todo para inspirarnos y motivarnos. ¿Cuáles serán las siguientes 100 historias?, nos preguntamos en el corazón de la redacción, ¿te imaginas cuando contemos la número mil?
Así, entre documentos oficiales, curiosidad e imaginación, esta sección se nutre de todas aquellas cosas que nos forman. Lo que hacemos es invitar a los lectores y escuchas a que redescubran un pedacito de su historia.
Todo comenzó el 4 de noviembre de 2019 cuando, en uno de esos clásicos ejercicios periodísticos que se basan en publicar información relacionada a las fechas cercanas, retomamos los datos de los cementerios más antiguos de Saltillo. Y aunque todavía no teníamos un logo, ni un podcast, ni teníamos una propuesta serializada, para nosotros ese es el origen de lo que leen el día de hoy.
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El resultado nos gustó, pero todavía estaba en un lugar muy seguro: sabíamos que faltaba algo. Y encontramos ese algo en dos experimentos que nos hicieron decir el famoso y escaso: ¡Eureka!
El primero de diciembre de 2019 lanzamos la reconstrucción de un caso por demás peculiar: el suicidio ocurrido durante 1975 en la Catedral de Saltillo. Hacia el cierre de año, el 30 de ese mes, otra historia que dista de lo común: La arena de lucha libre más olvidada del mundo está en Saltillo.
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Con estas dos apuestas encontramos un tono propio. Establecimos que queríamos una narrativa fluida y sencilla. Que preferíamos un alto grado de mímesis que aprendiera a llevarse bien con la celeridad exigida por los tiempos de un periódico. Confirmamos que iríamos por historias que no tan convencionales, pero que aún así lograran conectar con las emociones y pensamientos de la gente de este valle. Decidimos alejarnos de enfoques aburridos. Supimos que en algún momento necesitamos un podcast. Le pusimos el ojo a diseñar portadas personalizadas.
Al final, buscamos que las Historias de Saltillo provocaran conversaciones con las lectoras y lectores.
Sin embargo, la pandemia vino y, como a todos, en todos lados, nos frenó y obligó a caminar más lento de lo que queríamos.
Los planes, sin embargo, continuaron.. Establecimos el ritmo de publicar una historia por semana. Jugamos con el punto de vista. Hicimos alianzas con instituciones públicas, historiadores, escritoras, dependencias gubernamentales. En junio de 2021, para el aniversario 444 de Saltillo, lanzamos los primeros 11 relatos en audio. A partir de mayo de 2022 llevamos estos relatos a la portada impresa de nuestra sección local.
El sábado 24 de diciembre publicamos, como dije al principio, la historia número 100, una que habla sobre Juan Landín Gómez de Zavala, hombre que fue del éxito a la ruina hace más de 200 años y cuyo legado pulsa hoy en una de las colonias más conocidas de Saltillo.
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Cien historias. Un número para festejar, por supuesto, un número que lleva por delante la entrega de Adriana Armendáriz en el escudriñamiento de los datos y las anécdotas de nuestra ciudad; el amor de Apolonio Alvarado y Moisés Rodríguez en la edición de nuestras páginas impresas; el talento gráfico de Roberto González, Esmirna Barrera, Edson García, Merith Beltrán, Edgardo Barrera; del atinado ojo fotográfico de Omar Saucedo, Héctor García, Homero Sánchez, Francisco Muñiz o Alejandro Rodríguez; la visión de Rocío Hernández en los artes para la difusión; el oído educado de Ramiro Cárdenas para la producción sonora.
Estas entregas llevan sobre todo la inagotable confianza de quienes acceden a platicar con nosotros, a leernos, a dar propuestas, a hacer suyos los temas, a corregirnos, a defendernos. Al final, estas historias son suyas, nos forman, nos dan individualidad y colectivismo, como si fuéramos un archipiélago encallado entre montañas y asediado por desiertos.
También aprovecharé este espacio para ser un poquito egoísta. Historias de Saltillo es un proyecto que busqué diseñar hace más de 10 años en mi temporada como reportero. Pero me faltaba humildad, me sobraba rebeldía, y no tenía la experiencia necesaria para pensar los arrebatos de buscar historias como proyectos más articulados.
Todavía no tengo esas cualidades, pero Saltillo sigue aquí con sus historias. Por eso estoy muy feliz de que ahora, una década después, un equipo de periodistas jóvenes y con pasión, lideren esta idea.
También debo decir que Historias de Saltillo ha sido una pequeña oportunidad para reivindicarme calladamente con un maestro que eventualmente se convirtió en amigo. Hace unos siete años, en uno de sus acostumbrados y siempre bienvenidos sermones, nos reclamó que escribiéramos sobre nuestra ciudad como un lugar sin magia ni nauseabundismo (palabra mía).
Escriban de Saltillo como fuera Nueva York, o como si fuera el Dublín que recorre Leopold Bloom, nos dijo. Escriban sobre Saltillo como si en verdad creyeran que ese lugar surreal que dicen que es (yo le digo el Springfield de México con justo parangón a los Simpsons). Así que aquí estamos, mi estimado. En una venganza silenciosa de aquellas palabras, remixando a Saltillo entre lo real, lo surreal y lo absurdo. No es tarea difícil, al fin y al cabo Saltillo, es una ciudad que se cuenta a sí misma todo el tiempo desde lugares inesperados. Nosotros somos uno de esos lugares.
Gracias a todos por dejarnos contar estas historias. Seguimos en la brecha.