Otilio González, la vida y muerte de un poeta menor en tierra de colibríes

Saltillo
/ 31 enero 2025
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Dos pasiones alentaron al abanderado del modernismo, la poesía y la política, pero esta última le costó la vida

En la historia de Saltillo hay zona grises, fulgores, heroicos lances, traiciones, negros pozos y tragedias. De estas últimas quizá sean las promisorias vidas jóvenes perdidas las que más pena causan.

Desde el origen de nuestra ciudad hasta hoy, sabemos de jóvenes muertos por una disputa amorosa, como Agustín Jaime; o que por una desilusión se dan la muerte, como Manuel Acuña. Hay otros que mueren por imprudencias, o por estar donde no debían o con quienes no les conviene o por sus ideas políticas, y de estos el más claro ejemplo es Otilio González.

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$!La fachada en ruinas de la casa donde nació Otilio González, en el centro de Saltillo.

Este joven poeta, oficio que no debería representarle mayor situación de riesgo, fue mostrando inclinación por la vida pública desde su etapa de bachiller y luego en la UNAM; y en una época tan convulsa como la que vivió, tras cometer algunas imprudencias, estar donde no debía y defender con un grupo de afines ideas antirreeleccionistas, fue asesinado.

DE UN TALENTO POCO USUAL

Nuestro Otilio hizo su vida en Saltillo y estudió en el Ateneo Fuente, luego se trasladó a México a estudiar la carrera de Derecho, en la que brilló. Fue también columnista en varios periódicos y mostró siempre preocupación por los más vulnerables.

Para Otilio, escribir versos fue una vocación, ya que por profesión era abogado, pero fueron sus dotes de orador las que le abrieron las puertas de la política, al grado de que Álvaro Obregón intentó varias veces que trabajara en su campaña, a lo que se negó siempre por su simpatía con el general Francisco Serrano.

Considerando que nació en una familia conservadora, y atendiendo a lo que el historiador Vito Alessio Robles escribió de él, --que recibió una educación estrictamente católica--, entendemos la tensión en sus poemas: “por el choque moral entre el placer de la carne y la salvación del alma”.

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$!De fuerte personalidad, así era Otilio González.

A la par de su crecimiento como escritor mantuvo genuino interés por los desvalidos y fue por esa razón que se acercó a la política, al considerar que era el mejor camino para que lo que pensaba se convirtiera en acciones que les mejoraran la vida.

Sus dotes argumentativas le permitieron avanzar, hacer amistades y ser diputado. Además, por sus afinidades, aceptó ser el orador oficial en el equipo del general Francisco Serrano, un sonorense ligado a Álvaro Obregón y candidato antirreeleccionista en 1927 a la Presidencia de la República.

Fue esta amistad la que le puso una negra firma al destino de Otilio, ya que por su rompimiento con el presidente Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, quien pretendía reelegirse; Francisco Serrano y sus seguidores fueron motivo de persecución.

La razón es que falsamente se le atribuyó al general Serano un intento de sublevación militar contra el gobierno de Calles, por lo que luego de apresarlo en Cuernavaca con 13 de sus acompañantes, entre los que estaba Otilio González, todos fueron asesinados en Huitzilac, Morelos.

$!Francisco Serrano y su equipo de campaña, en el que Otilio fue orador oficial.

EXTRAÑAS SINGULARIDADES

De la muerte de Otilio sabemos cosas ciertas y otras las imaginamos.

Cuentan los historiadores que con las manos amarradas con alambre de púas contra la espalda, mientras otros pedían clemencia, o que se aclararan las cosas, o que les permitieran rezar, Otilio González se mantenía callado.

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“Permanece indiferente, no ruega ni pide nada”, aseguran. Otro cronista sugiere que incluso sonreía, para recrear una imagen más mesiánica que cierta.

Otra vez Vito Alessio tiene algo qué decir: “Otilio González fue un cazador de estrellas, volver a su recuerdo nos lleva a imaginárnoslo de pie, con la cabeza en lo alto, repitiéndose casi como una plegaria algún verso de Rubén Darío o de Machado, de frente al batallón de fusilamiento, prestándole más atención a la geometría de las nubes, al perfume de la flora, al silbido del viento, que al cañón que le quitaría la vida”.

$!Unas cruces de hierro marcaron algunos años el lugar de la ejecución, en Huitzilac.

Luego recibió los impactos de bala que se abalanzaron contra él en este Huitzilac de triste memoria, con una carga dramática muy alejada del risueño nombre náhuatl “en agua de colibríes”, que le dio origen.

DE LO QUE DEJÓ SU POESÍA

Nos cuenta el escritor Alejandro Pérez Cervantes que Otilio González publicó su primer libro en 1919, a los 24 años y que su obra estuvo siempre impregnada de evocaciones a su tierra natal y su infancia. Su último y mejor libro, “Triángulo”, fue entregado a su hermano Héctor poco antes de su asesinato.

Para el escritor Jesús de León, Otilio González fue eficiente para manejar “los tópicos y la retórica de la poesía de su época”, pero no logró ir más allá. No le ve De León una aportación personal y duro afirma que de no morir joven y de manera trágica, no hubiera trascendido; aunque luego matiza, al decir que releerlo en estos tiempos no es inútil.

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Sobre los alcances de Otilio no está de más recordar lo que Borges escribió a un poeta menor.

“Dieron a otros gloria interminable los dioses,

inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;

de ti sólo sabemos, oscuro amigo,

que oíste al ruiseñor, una tarde”

$!La Biblioteca Central de la Alameda resguarda los versos de Otilio, testimonio de su amor por Saltillo.

Es la poesía a su solar nativo lo más rescatable, porque da cuenta de una época y un sentimiento singular ya perdido. Hoy, si usted se anima a caminar hacia el centro de Saltillo por la calle Manuel Pérez Treviño, un adepto a Plutarco Elías Calles, pasando la calle Álvaro Obregón, quien quizá mandó matar a Otilio González, verá la casa en ruinas del poeta asesinado.

No tiene pierde, pegada en la fachada de adobe ruinoso está una placa que ubica el lugar con una contradicción, al afirmar que Otilio nació en 1895, siendo la fecha oficial el 13 de diciembre del año anterior.

La leyenda afirma además otro tema puesto a discusión por el académico Alejandro Pérez Cervantes, el que nuestro poeta fue personaje central de la novela de Martín Luis Guzmán, “la Sombra del Caudillo”.

Pocas cosas nos quedan del infortunado escritor, la placa inexacta, su breve obra resguardada en la Biblioteca Central de la Alameda y una bulevar con su nombre; larga vía que atraviesa Saltillo de oriente a poniente, que se llamó “Democracia” y fue rebautizada para honrar a este treintañero abatido en tierra extraña.

$!La placa colocada a instancias del Archivo Municipal, con la fecha discrepante.

A MANERA DE COLOFÓN

En la carretera federal México-Cuernavaca, cerca del lugar del sacrificio, hay un pequeño monumento en memoria del general Serrano y sus infortunados compañeros, que sustituyó a las cruces que durante años señalaron el lugar de los asesinatos.

Parafraseando a Chesterton diremos a propósito del “amor por una causa” lo que él dijo del “clima en Inglaterra”, lo defenderemos con la vida a pesar de que sea el motivo de nuestra muerte, palabras que seguro suscribiría Otilio González hasta el último momento.

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