Saltillo y la maldición de Portugal en 1986: ¿por qué no sería sede viable en la Copa del Mundo 2026?
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A un año del Mundial en México, Estados Unidos y Canadá, se recuerda este desastroso capítulo en la historia del futbol, tanto internacional, como local
Este 11 de junio estaremos a 365 días para que se realice la tan ansiada Copa del Mundo 2026 que tendrá como sede México, Estados Unidos y Canadá... y Saltillo se encuentra marcado en los libros de historia por su vínculo por esta justa internacional.
En el verano de 1986, Portugal regresaba a un Mundial tras dos décadas de ausencia. La sede mexicana ofrecía condiciones climáticas y geográficas desafiantes, por lo que eligieron establecer su campamento en la capital de Coahuila, a mil 600 metros de altitud.
Desde el inicio, la elección estuvo marcada por la improvisación, la desorganización y la falta de profesionalismo, tanto de la federación portuguesa como de los responsables logísticos del campamento.
El Hotel La Torre, donde se alojó el equipo, no ofrecía privacidad ni las comodidades que exige una selección mundialista. La presencia constante de prensa, la falta de seguridad y los entrenamientos en campos inclinados y mal cuidados generaron incomodidad.
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Por si fuera poco, el trayecto Lisboa–Saltillo incluyó escalas innecesarias y jornadas extenuantes, lo que agotó física y mentalmente al plantel.
Lo que comenzó como una preparación deficiente pronto se convirtió en una crisis. El llamado “Caso Saltillo” estalló tras la exclusión del futbolista António Veloso por un supuesto dopaje que luego resultó falso.
A esto se sumaron fiestas nocturnas, acusaciones de escapadas a Laredo, llamadas constantes de familiares al hotel y una huelga sin precedentes en pleno Mundial.
El equipo se negó a entrenar exigiendo primas mayores, generando un cisma interno que derivó en su prematura eliminación en Fase de Grupos tras perder ante Polonia y Marruecos, pese a debutar con victoria ante Inglaterra.
Las consecuencias fueron devastadoras: la federación sancionó de por vida a ocho futbolistas (aunque se retractó en 1987), el técnico José Torres renunció, y el nombre de Saltillo quedó marcado en la historia del futbol portugués como sinónimo de desastre.
Desde entonces se habla de la “Maldición de Saltillo”, una expresión que aún hoy despierta incomodidad entre generaciones lusas.
¿Por qué Saltillo no es viable en 2026?
A pesar del paso del tiempo, Saltillo no ha evolucionado lo suficiente para ser considerada como sede de concentración en la próxima Copa del Mundo. Sus instalaciones deportivas siguen siendo modestas.
El Estadio Olímpico local apenas tiene capacidad para 7 mil personas, con césped artificial y sin infraestructura profesional. Las canchas de entrenamiento disponibles son rústicas, mal niveladas y carentes de servicios adecuados para selecciones de élite.
El hotel que albergó a Portugal está actualmente abandonado, sin condiciones para la privacidad ni la seguridad que demandan los equipos internacionales.
A nivel logístico, la ciudad carece de conectividad aérea directa y depende de rutas carreteras.
Además, Saltillo no cuenta con un ecosistema deportivo de alto rendimiento: no tiene clubes profesionales consolidados, ni cultura de atención especializada a atletas de alto nivel.
Aunque Coahuila aparece entre los estados con menores índices delictivos según cifras oficiales, la percepción ciudadana es mixta.
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La carretera Saltillo-Monterrey ha tenido que ser reforzada con filtros policiales, además de los múltiples accidentes registrados en los últimos años.
En los últimos años, el tráfico en la autopista Saltillo–Monterrey ha crecido notablemente, pasando de un promedio de 11 mil 195 vehículos diarios en 2022 a más de 12 mil 158 en el último registro del pasado 2023, lo que representa un incremento de casi 8.6 por ciento.
Este aumento se traduce en más de cuatro millones de desplazamientos anuales por la vía de cuota, considerada una de las más transitadas del norte del país.
Aunque la autopista de cuota mantiene un promedio de aproximadamente un accidente diario, la carretera libre registra dos, y la siniestralidad anual en la ruta de cuota apenas supera el 0.01 por ciento de los vehículos circulantes.
Sin embargo, las condiciones climáticas extremas —como niebla, lluvia y neblina— han provocado múltiples carambolas graves; entre las más relevantes, destaca una en diciembre de 2019 con alrededor de 30 vehículos involucrados y, otra, el 31 de diciembre de 2020, con más de 50 unidades afectadas.
Conductores frecuentes coinciden en que la vía se vuelve sumamente peligrosa en condiciones de poca visibilidad o pavimento mojado.
A pesar de la inversión de más de 900 millones de pesos en seguridad —con cámaras, radares de velocidad, iluminación LED y monitoreo climatológico—, y la instalación de zonas de inspección y reductores de velocidad tras accidentes fatales, la autopista sigue presentando índices de riesgo significativos bajo condiciones climatológicas adversas.
En conjunto, estos datos reflejan un incremento sostenido del tráfico en la Saltillo–Monterrey y, aunque la proporción de accidentes crece en menor medida, los episodios graves se concentran en temporadas de niebla o lluvia intensa, lo que mantiene la alerta sobre la seguridad de esta importante vía.
La combinación de infraestructura insuficiente, logística deficiente y falta de una cultura deportiva consolidada hacen que Saltillo, a pesar de su historia en los Mundiales, no cumpla con los estándares modernos para recibir a una selección nacional durante la Copa del Mundo 2026.
