Lanza del Destino y el Arca de la Alianza... las reliquias sagradas que Hitler buscaba para conquistar el mundo
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Hitler buscó la Lanza del Destino y el Arca de la Alianza creyendo que le darían poder divino. Descubre las teorías, leyendas y misterios que rodean estas reliquias perdidas
En medio del caos de la Segunda Guerra Mundial, mientras el mundo se hundía en el conflicto, un hombre dirigía su mirada hacia el pasado: Adolf Hitler. Más allá de su ambición política y militar, el líder nazi tenía una fascinación casi espiritual por los objetos místicos. Creía que reliquias como la Lanza del Destino, aquella que según la tradición atravesó el costado de Cristo, y el Arca de la Alianza, que guardaba las Tablas de la Ley, podían concederle poder absoluto y asegurar su dominio.
La búsqueda de estas reliquias no fue solo una fantasía. Existen registros de que Hitler ordenó a sus unidades especiales, como la Ahnenerbe, investigar templos, iglesias y ruinas antiguas en busca de rastros de objetos sagrados. Su convicción era tan fuerte que veía estas piezas no solo como símbolos religiosos, sino como armas espirituales que podrían cambiar el curso de la historia.
La obsesión por lo divino se mezclaba con el deseo de control. Hitler creía que si lograba poseer lo que durante siglos había sido venerado como símbolo del poder celestial, él mismo se convertiría en una figura casi sobrenatural.
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LA LANZA DEL DESTINO Y SU SOMBRA EN LA HISTORIA
La Lanza del Destino, también llamada Lanza de Longinos, ha sido protagonista de múltiples leyendas a lo largo de los siglos. Se dice que quien la posea gobierna el mundo, pero si la pierde, también perderá su poder y su vida. Curiosamente, se cuenta que Hitler tuvo acceso a una versión de esta lanza en Viena, donde pasó horas observándola antes de llegar al poder.
Durante la caída del Tercer Reich, la lanza fue recuperada por tropas aliadas y trasladada a Austria, aunque muchos aseguran que la pieza recuperada era solo una copia. Hay quienes sostienen que la verdadera Lanza del Destino fue escondida por órdenes secretas del régimen nazi, o incluso que permanece en algún santuario del Vaticano.
La idea de que un objeto físico pudiera concentrar poder divino puede parecer mística, pero para Hitler era una obsesión real. Y esa obsesión marcó algunas de las decisiones más irracionales de su régimen.
EL ARCA DE LA ALIANZA Y SU ENIGMA ETERNO
El otro gran objeto de deseo fue el Arca de la Alianza, la reliquia bíblica que contenía las Tablas de los Diez Mandamientos. Según los textos sagrados, el Arca emitía una energía tan poderosa que podía destruir ejércitos enteros. Para Hitler, obtenerla significaba tener en sus manos la energía divina misma.
Las teorías sobre su paradero son infinitas. Algunos creen que el Arca fue trasladada a Etiopía, donde se resguarda en la iglesia de Santa María de Sion, inaccesible incluso para los creyentes. Otros sostienen que fue escondida en cuevas del desierto o destruida siglos atrás. Sin embargo, la fascinación por su poder continúa, alimentando tanto documentales como películas, entre ellas la célebre En busca del Arca Perdida.
El mito del Arca sigue vivo porque representa la conexión entre lo humano y lo divino. Su poder, real o simbólico, sigue inspirando a creyentes, investigadores y soñadores.
CURIOSIDADES Y MISTERIOS
• Hitler también mostró interés en el Santo Grial, otro símbolo del poder divino.
• La Ahnenerbe, su sociedad secreta, realizó expediciones a lugares tan remotos como el Tíbet en busca de pruebas del origen mítico de la humanidad.
• Se dice que la obsesión de Hitler con las reliquias sagradas fue uno de los factores que lo llevó a tomar decisiones impulsivas en los últimos años del conflicto.
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EL PODER DE LA FE Y EL MISTERIO
Hoy, el paradero real de la Lanza del Destino y el Arca de la Alianza sigue envuelto en sombras. Más allá de las leyendas, su historia nos recuerda algo más profundo: el poder de la fe, el mito y la ambición humana. Las reliquias pueden o no existir, pero su influencia sigue viva en la cultura, en las creencias y en la eterna búsqueda del hombre por algo más grande que él mismo.
El misterio persiste, como si el tiempo mismo protegiera sus secretos. Tal vez nunca sepamos dónde están realmente, pero quizás eso sea lo que las mantiene sagradas.