Sara Aldrete la llamada ‘narcosatánica’ clama por su inocencia en documental de HBO, tras 34 años de prisión
A ella se le acusa de inhumación, exhumación de cadáveres, profanación de cadáveres y el asesinato de 13 personas, quienes fueron mutilados en ritos de santería en Matamoros, Tamaulipas
El 13 de julio se estrenó una impresionante serie documental en HBO Max, sobre uno de los casos criminales más terribles que conmocionaron a México en 1989.
Hablamos de La Narcosatánica. Y una de las cosas más llamativas de la serie, es que Patricia Martínez, la realizadora, sigue de cerca y entrevista a Sara Aldrete en su estancia en el Penal Femenil de Tepepan, en la Ciudad de México.
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A ella se le acusa de inhumación, exhumación de cadáveres, profanación de cadáveres y el asesinato de 13 personas, quienes fueron mutilados en ritos de santería en Matamoros, Tamaulipas, bajo las órdenes del líder de la secta de los llamados ‘Narcosatánicos’, Adolfo de Jesús Constanzo “El padrino” al que ella estuvo ligada.
Sin embargo, luego de llevar 34 años detenida, ella afirma que es inocente de esos hechos, ya que asegura que desconocía por completo lo sucedido, pero admite que sí tenía una relación muy estrecha con Constanzo.
A lo largo de la serie cuenta como conoció al ‘Padrino’ de una forma casual mientras ella llevaba en su automóvil a su hermana a una fiesta y en el camino se encontró con él.
Por lo que empezaron a entablar una relación de amistad, y que a ella le llamaba la atención que Constanzo tuviera cierto conocimiento en Santería, por lo que comenzó a profundizar más en el tema, hasta que fue aceptada en el culto religioso.
En los reportes de prensa señalaban los “templos satánicos” que creó “el rey de la cocaína” Adolfo Constanzo el llamado “Padrino de Matamoros”. A los Narcosatánicos se les atribuyó el sacrificio de niños, así como cercenar a sus víctimas que secuestraban, torturaban y asesinaban, ritos realizados para que tuvieran protección metafísica a través de ofrecer las ofrendas sangrientas.
De acuerdo con otros, entrevistados, que eran reporteros, o autoridades de la época, para 1984, Constanzo ya era líder en Matamoros de un grupo dedicado a la santería y al narcotráfico, y tres años después reclutaría a Sara Aldrete para ingresarla a aquel culto donde sería “bautizada” como “La Madrina”.
Durante ese tiempo, los dos líderes del culto reclutaron a varios “ahijados” para el trasiego de drogas y para secuestrar y tortura a la gente.
Sin embargo, estas acusaciones, son desmentidas por Sara, ya que asegura que ella nunca participó en ninguno de los asesinatos y que los desconocía por completo. Y que solo asistía a los ‘trabajos’ de santería que realizaban en panteones o casas de los ahijados.
Así mismo, hay una declaración que hace Aldrete que es muy inquietante. Por el hecho de que relata que en una ocasión uno de los ahijados fue a emborracharse a una cantina, y cuando Constanzo se enteró, ya que les tenía prohibido tomar alcohol o drogarse, fue a buscarlo y enfrente de todos le disparó en la cabeza, y les dijo que les sirviera de ejemplo sobre lo que no se puede hacer.
Otros testimonios apuntan que Sara mutilaba los cuerpos para preparar sus restos en calderos para comenzar con los rituales. A petición de Constanzo, cocinaba las columnas vertebrales, los corazones y los cerebros de los asesinados para lograr tener invulnerabilidad tanto para ellos, como para algunos de sus clientes.
En abril de 1989, el culto de Sara y Adolfo terminó luego de que uno de sus trabajadores, identificado como David Serna, fue detenido por la policía al no respetar un retén, por lo que al ser cateado su automóvil, los uniformados encontraron una arma de fuego, droga y un extraño caldero el cual tenía manchas de sangre y restos de los corazones, columnas vertebrales y cerebros que usaban los santeros.
Tras ser interrogado, el detenido confesó que formaba parte de una organización de santeros, por lo que la policía inició las indagatorias. David Serna les dijo que era parte de una secta que realizaba sacrificios humanos, de tal manera que las autoridades acudieron a la ubicación que les dio el detenido dentro del Rancho Santa Elena en Tamaulipas.
Al revisar el rancho, la policía encontró varios objetos espeluznantes como la caldera de hierro que la “Narcosatánica” tenía varios palos de madera a medio cocinar, además de estar en el piso varias cacerolas con despojos de cuerpo humanos de animales. Asimismo, colgaban varias columnas vertebrales expuestas, así como múltiples machetes y varios kilos de marihuana en el lugar.
Ello llevó a la policía a revisar aún más a fondo y hallaron una especie de narcofosa con alrededor 13 cuerpos humanos mutilados, entre ellos el de un estudiante estadounidense de medicina identificado como Mark J. Kilroy, cuyo caso cimbró a la opinión pública tras saberse que lo buscaron para aprovechar sus características físicas para lograr un trabajo especial de santería.
En su testimonio, Sara menciona que no sabía nada sobre que habían encontrado los cuerpos en el Rancho, y que ella había decidió irse de viaje a Acapulco, y que cuando estaba en la conexión del viaje en el Aeropuerto de la Ciudad de México, la estaba esperando uno de los ahijados de Constanzo, y le dijo que la estaba esperando para hablar con ella, llevándola a una de sus propiedades en la ciudad, y al llegar Constanzo prendió el televisor y le dijo que todo estaba muy mal, ya que en todos los noticieros, estaban pasando lo que ocurrió, por lo que le dijo que no se podía ir, por qué estaban metidos en el asunto.
Sara añade que la subió a un auto con los otros ahijados cercanos e intentaron huir, pero decidieron regresar a la ciudad porque les pareció que ahí no los buscarían, por lo que fueron a un departamento de una ahijada en la entonces delegación Cuauhtémoc.
Aldrete insiste que ella fue tratada como una rehén, y que permanecía encerrada en una habitación y que incluso era amarrada, y que a veces la dejaban salir, hacer unas compras y teniendo la oportunidad de huir, no se atrevió.
Sin embargo, luego de unos días, dice que mientras barría, vio a través de una ventana a unas personas que pasaban por lo que escribió en un papel que la ayudaran y con mucho temor de ser descubierta, lo lanzó.
A las horas llegaron en un gran operativo muchos policías y comenzó una balacera, ya que Constanzo, estaba armado y gritaba que él no iría a prisión, sino que moriría antes.
La muerte de Constanzo es muy polémica, puesto que la información oficial es que Sara pudo salir corriendo del departamento y fue auxiliada por los policías, y que Adolfo le pidió a otros dos ahijados que le dispararan y que al final él se quitó la vida, puesto que encontraron su cuerpo junto con el de otro ahijado, en un armario.
Sin embargo, Sara dice que para ella fueron asesinados por los policías y después colocaron los cuerpos en el closet.
Añade que en un principio fue tratada como víctima, pero que después surgieron todas las acusaciones conocidas y que incluso fue torturada y violada por las autoridades para que ella admitiera los crímenes.
Fue declarada y sentenciada en un principio a purgar una condena de 600 años de cárcel. En un segundo juicio, fue sentenciada a 62 y, para 1995, su condena se modificó a 50 años. Ha estado presa en el Reclusorio Oriente, el penal de Santa Martha Acatitla, el Cereso de Baja California y el Penal Femenil de Tepepan, en Xochimilco.
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