Coahuila: ¿Acaba el reinado del sector automotriz en las exportaciones?

Durante más de una década, el sector automotriz ha sido la columna vertebral de las exportaciones mexicanas. De 2014 a 2024, encabezó la lista de bienes enviados a Estados Unidos, convirtiéndose no sólo en símbolo de integración económica, sino también en pilar de desarrollo para regiones como el Sureste de Coahuila, que figura como uno de los corredores industriales más importantes del país. Sin embargo, los datos recientes muestran que esa hegemonía comienza a erosionarse.

Este contexto viene a cuento a propósito del reporte periodístico que publicamos en esta edición, que documenta que, dentro de las exportaciones, el sector automotriz es el único que ha perdido fuerza e incluso ha dejado de ser el ramo líder.

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El Inegi registró que las exportaciones automotrices mexicanas reportaron una caída de 4 por ciento durante junio, pese al dinamismo del resto de ventas mexicanas al exterior, que aumentaron un 13 por ciento.

Este escenario agrega presión a la actividad económica de la región Sureste de Coahuila. Según cifras del Inegi, las exportaciones automotrices de Coahuila ya habían caído en el primer trimestre de 2025 a 10 mil 237 millones de dólares, desde los 10 mil 722 millones del mismo periodo del año anterior.

Aunque la baja pudiera parecer moderada, empresarios de la localidad advierten que la caída puede ser aún mayor; no obstante, mantienen la esperanza de una recuperación hacia el segundo semestre si se aclara el panorama arancelario.

Y es que la clave de esta transformación no está en la productividad o en la demanda interna, sino en factores externos, especialmente los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos al sector automotriz mexicano como parte de sus estrategias de presión vinculadas al combate al fentanilo y al control migratorio. Mientras tanto, sectores como el de equipo de cómputo –menos penalizados arancelariamente– han desplazado al automotriz como principal rubro exportador, con un 25.9 por ciento de participación en lo que va del año.

Este viraje de liderazgo exportador puede tener implicaciones para estados como Coahuila, cuya economía depende entre el 23 y 25 por ciento del sector automotriz. Más aún, el modelo laboral e industrial de la región ha estado construido en torno a ese sector: empleos formales, sueldos por encima del promedio manufacturero y un ecosistema logístico e industrial hecho a la medida de la movilidad.

La preocupación es legítima. Aunque sectores como el electrónico crecen, no ofrecen las mismas condiciones salariales ni de estabilidad que la industria automotriz. Además, un giro súbito en la demanda o las cadenas de suministro puede dejar rezagadas a regiones especializadas que no logren adaptarse con rapidez.

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Frente a esta nueva realidad, el reto para Coahuila y otras regiones automotrices es doble. Primero, mantener y defender su participación en el sector automotriz, buscando acuerdos binacionales que mitiguen el impacto de los aranceles. Y segundo, diversificar su base industrial con inteligencia, sin sacrificar los empleos de calidad que hoy ofrece la industria automotriz.

El reinado del automóvil puede no haber terminado, pero está amenazado. La respuesta no debe ser la resignación, sino la adaptación estratégica. Coahuila tiene experiencia, infraestructura y talento; ahora necesita visión de largo plazo.