Lecciones: Tiempo de vida y honestidad

Opinión
/ 10 agosto 2025

Actuar bien aun cuando nadie esté mirando, ¿qué implica? Al menos representa el ejercicio de la autoevaluación, de la mesura, del considerar al otro

Para Shaquille

A través de la vida aprendemos lecciones de honestidad; algunas nos las enseñan nuestros padres. Y es con ese precepto que, como una luz entre los complejos escenarios, alumbramos el andar. Ahora que la codicia impele, cada vez más, a actuar de maneras ruines, es la ética –que está en desuso– la que nos recuerda que actuar con honestidad es la medida de nuestra convivencia con los otros y la medida para hablar con nosotros mismos.

La luz que ofrece el actuar con integridad se eleva en nuestra existencia, se reconozca o no, y es una sustancia que nos une a los demás al mostrar respeto, porque ser honesto es actuar con integridad y sinceridad.

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Quiero compartirles el caso de un hombre íntegro que recuerda una lección en su infancia que lo llevó a ser lo que ahora es: cuando era un niño tomó un billete tirado en el piso de la escuela y lo escondió en su bolsillo; al ser descubierto fue su padre quien llegó y, luego de pedir que todo el salón escuchara, lo reprendió en público. Allí, entre la profesora y sus compañeros, le recordó a su hijo que tenía todo lo que necesitaba, que no le faltaba nada y que actuar de forma honesta o no definiría su vida entera. Le dijo que siempre debería hacer lo correcto aun cuando nadie estuviera observando.

Estas grandes pequeñas cosas, para los monstruos que algunos hombres son, constituyen bagatelas sólo para ingenuos, cosas que sobran, porque fácilmente se puede robar a alguien, como lo hacen muchos políticos y tomadores de decisiones, con millonarios hurtos que han hecho famoso a México, ya que quienes buscan ingresar a este país a hacer negocios consideran, entre sus costos, al menos un veinte por ciento de pérdidas por el dinero que deben de repartir a quienes, de no hacerlo, les detienen los trámites necesarios.

Pequeñas grandes cosas que hacen el tejido de un país, o que de no estar, destejan y generan grandes hoyos por donde se va la confianza. Y esto ocurre en transacciones comerciales, pero también en las personales, donde hay elementos en juego que no son precisamente dinero.

Son tiempos duros en los que la vanidad aceita la deshonestidad, tiempos duros en donde hasta las viejas generaciones dicen a su descendencia: “anda, toma eso (o aquello), si no eres tú, alguien más lo hará”.

Actuar bien aun cuando nadie esté mirando, ¿qué implica? Al menos representa el ejercicio de la autoevaluación, de la mesura, de considerar al otro. Es decir, alguien honesto es quien deja de ser importante sólo para sí mismo e incluye, en su universo, al otro. Así, el honesto deja de ser un idiota en el sentido griego clásico. Deja de ocuparse de sus propios asuntos y se interesa por la colectividad a la que pertenece. Es decir, piensa en las implicaciones de sus actos.

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Eso que se toma cuando no es de uno, a alguien más le falta. Eso que se toma aun cuando nadie se da cuenta es, para una persona consciente, una sensación incómoda; va a doler, va a estar punzando hasta que ese acto no sea resarcido.

Y ocurre que aquellos que nos dan lecciones de honestidad parten un día a otra dimensión, y el legado dejado también contiene entre sus arcas este valor intangible que es sumamente fértil. Esta herencia recordada por el hijo le da templanza, atesora también, aquel momento que le generó una vergüenza. Sí, por supuesto que es uno de los elementos que un hombre íntegro no olvida.

El vocablo “honestidad” proviene del latín honestitas, que a su vez deriva de honos, que significa “honor”. Honestitas se traducía como aquella cualidad de ser decente, decoroso, razonable u honrado.

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Nacida en Monclova, Coahuila. México, en Junio 3 de 1969. Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Maestra en Historia de la Sociedad Contemporánea. Doctora en Ciencias y Humanidades para el Desarrollo Interdisciplinario. Ha publicado entre otros, “Los frutos del sol“ (Castillo MacMillan 2005) libro infantil y poemarios entre los que figuran Casa de sol (FECA-CONACULTA 1995), “Ruido de hormigas“ (Gatsby Ediciones, 2005), Carne para las flores, antología personal (Aullido libros, España 2011), Las flores desenfundan sus espinas, antología personal (Secretaría de Cultura de Coahuila, 2013) y “Donde la piel“ (Mantis Editores/CONARTE, 2019). Aparece en “Anuario de poesía mexicana“ (Fondo de Cultura Económica, 2006).

Obtuvo el primer lugar en fotografía Coahuila luz y forma 2003. En poesía, recibió beca del FONCA, estímulos como joven creadora y como creadora con trayectoria del FECA y del PECDA en varias ocasiones. Fue becaria FORCA-Noreste 2011-2012, en Lima, Perú donde impartió talleres sobre poesía objetual. Como invitada de honor del Festival Internacional de Teatro Tánger 2013 en Marruecos, se leyó su poesía traducida al árabe. Parte de su trabajo también tiene versiones en inglés, alemán, portugués y francés. Entre las revistas en las que ha publicado, destacan el número inaugural de la revista de poesía contemporánea de Valencia “21veintiúnversos“, ( octubre de (2015), y “Lichtungen“ (noviembre de 2016) en el apartado “Literatura del norte de México“, en el que sus poemas fueron traducidos por Christoph Janacs.

Fotografías medio ambientales, video poemas y atmósferas sonoras fueron exhibidos en la Galería Mohammed Drissi de Tánger (Julio-agosto 2021). Participó en la muestra de arte coahuilense titulada Segar el mar, dentro del 49 Festival Cervantino. Parte de su trabajo se encuentra en el portal virtual www.thenatureofcities.com, al lado de artistas medio ambientales del mundo. Actualmente es Directora de Divulgación Científica en el Museo del Desierto.

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