No cabe duda que en este momento México está convertido en un país con una economía de tendencia socialista o de izquierda, solo tendencia porque aún quedan muchas aristas liberales, como la disciplina fiscal. Sin embargo, lo que queda del actual gobierno y su prometida continuidad, parece que llevan al país a desaparecer cualquier tendencia liberal, por considerarla negativa, pero para la gran mayoría de la población, no saben exactamente por qué.
La tendencia socialista o de izquierda favorece una participación del gobierno en todos los rubros. Es este quien, asumiendo una representación del “pueblo sabio”, decide qué es lo que debe hacerse y lo que no dentro del sistema productivo. En términos económicos, el socialismo promueve una mayor participación del gobierno en todas las esferas de una economía, vía la intervención en los mecanismos de intercambio. Los también llamados gobiernos de “izquierda” promueven mayores tasas impositivas a los que más tienen, pero sin un fundamento real, es poner impuestos por cobrar, y hasta por venganza social por ser ricos. Tienden a incrementar las tasas de impuestos hasta que llega el momento en que ya no pueden hacerlo, simplemente porque ya no hay más que quitarle a la gente “rica”. Los gobiernos capitalistas por el contrario, o de derecha, como también suelen nombrarse, limitan la participación del gobierno en la economía y solo llevan a cabo las labores claves en una sociedad como la seguridad pública y la administración de recursos en general. Dejan casi todo a las fuerzas del mercado que no siempre trabajan de forma óptima. A lo largo de la historia, los países en el mundo han oscilado de manera pendular (de un lado del espectro político al otro) teniendo periodos de gobiernos capitalistas y de gobiernos socialistas, dependiendo de las percepciones de ese pueblo sabio.
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Nuestro país ha sido gobernado por partidos de centro izquierda y de izquierda como se define Morena, pero este último no ha sido tan socialista pues ha mantenido una disciplina fiscal que solo hasta este año rompió porque era año electoral. Los gobiernos “seudo socialistas” tienden a generar estructuras sólidas de perpetuación en el poder para evitar que cuando se acabe el dinero y no haya más que repartir, la gente no pueda sacarlos, allí está el ejemplo de Venezuela y Nicolás Maduro, cuyo antecesor, el señor Chávez se dedicó a destruir instituciones y contrapesos a cambio de dádivas a diferentes sectores de la población y de las fuerzas armadas, que sean ido perdiendo ante la falta de impuestos cobrables a la gente que ya no tiene trabajo. En América Latina, ni la izquierda ni la derecha, han sido capaces de resolver o mitigar de manera contundente el problema de la pobreza. Sin embargo, ha habido épocas de crecimiento económico profundo en ambos lados del espectro político y económico que precisamente hacen que los votantes siempre tengan la posibilidad de pensar que en “este será un buen periodo” para tal o cual partido. Lo único malo de esta democracia cambiante es que no se logra concretar cambios profundos y necesarios para una mejora del tejido social y económico. Los políticos siempre gobiernan para su periodo y no recuerdan que deben ejercer su poder para la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
Mientras la izquierda económica tiende a crear programas sociales a diestra y siniestra, la derecha conserva una prudencia astringente de los recursos y por ello, gasta con mucha moderación, ya que endeudarse es algo que se ve como negativo. Para la izquierda, pedir prestado, no es un factor relevante desde la perspectiva económica y genera en consecuencia, aumentos de la tasa de riesgo-país lo que aumenta las tasas de interés interna, genera inflación y al final, un deterioro notable de la economía. La derecha crea condiciones de astringencia económica que llevan a la depresión económica, desde luego reducen la inflación y las tasas de interés, pero a costa del consumo interno, creando tasas elevadas de desempleo, desaparición de empresas, pero eso sí, una economía “equilibrada” en un muy bajo nivel que poco aporta a la calidad de vida de los ciudadanos. Por lo anterior, nuevamente se dan cambios hacia la izquierda.
Hay que mencionar dos casos importantes en este sentido; España y Francia. Ambos han sido países que han tenido “efecto péndulo” pero de diferente forma. Mientras el primer país ha tenido cambios rápidos de perspectivas económicas de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, que se han dado en periodos de 4 años, el segundo ha mantenido largos periodos de ambos frentes ideológicos. Esto es, España ha tenido cambios de perspectiva económica que no han alcanzado a madurar. El manejo económico por ambos tipos de partido ha sido tan malo que la gente vota por cambios inmediatos. Las consecuencias no se han dejado esperar, programas sociales que se quedan a medias, políticas públicas con comienzo pero sin final, paquetes fiscales con grandes déficits públicos, endeudamiento, solo por mencionar algunas consecuencias. A pesar de ello, se ha podido salir rápido del problema, aunque por desgracia para caer en otro. En el caso de Francia, desde Francois Mitterrand, primer presidente declarado de izquierda, hasta el actual, Emmanuel Macron, los periodos presidenciales han mantenido las políticas económicas por las reelecciones. Los votantes han dado la oportunidad a que las políticas públicas tengan un efecto en la sociedad y sobre eso deciden si sus gobernantes continúan o no en el poder. Macron ha sido capaz de crear una mezcla de políticas públicas que, como él mismo lo ha dicho, busca seleccionar lo mejor de ambos espectros para crear un sistema económico eficiente para sus ciudadanos, aunque no lo ha logrado. Recientemente enfrentó una crisis política porque tenía que aumentar las contribuciones para las pensiones o aumentar el número de años en activo. Finalmente, no logró nada y casi le cuesta el puesto. Así de complicada es la economía y no hay un perfil ideológico que tenga mejores efectos que otro.
Finalmente, lo importante son las acciones que cada gobierno tome para poder hacer que la economía funcione lo mejor posible para que haya una mejora en la calidad de vida. Está más que claro que los gobiernos de derecha en su afán de ser muy eficientes terminan creando niveles de bienestar muy bajos porque no hay un gasto público adecuado para hacer crecer el sistema económico. Los gobiernos de izquierda gastan sin parar hasta que ya no queda nada más que deuda y los ciudadanos tienen que pagar las consecuencias. Si algo ha vivido México es una indefinición de su perspectiva económica. Hay ocurrencias, más no un conjunto de políticas públicas que estén orientadas a un rumbo en el futuro, a definir el tipo de país que queremos o podemos tener. Si algo nunca se menciona en las mañaneras presidenciales, es eso, el futuro y se entiende porque no hay planeación.
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En 37 días cambiaremos de gobierno, se asume que seguirá siendo de izquierda, pero no sabemos si la izquierda moderna que gobierna a Suecia, Alemania o Australia o la izquierda espontánea sin planeación para el futuro que gobierna a Venezuela, Nicaragua, Brasil o México (ironía). No se trata de izquierdas ni derechas, porque este gobierno ha sido ampliamente conservador en su manejo económico, aunque con mucho apoyo vía programas sociales en época electoral casualmente a los ciudadanos, se trata de crear un sistema de gobierno orientado a mejorar la economía, la vida pública y desde luego la educación y la salud. Crear empleos no es algo que se deba aplaudir, es una obligación de todos los actores sociales; gastar con moderación es una necesidad sobre todo cuando hay muy poco dinero, como el que tendrá la nueva presidente de México. Para la siguiente administración, en un mes y algunos días, habrá una descomposición del ambiente económico sin precedentes en los últimos 30 años. México no es de izquierda, ni de derecha, sino todo lo contrario. Así lo dicen los otros datos.