Presente ahistórico y desfuturizado

Opinión
/ 9 julio 2024

Se vive una bisagra existencial de transiciones.

Hay ciclos que se cierran. Etapas que concluyen. Procesos que terminan. Ensamblajes preliminares para reiniciaciones imaginadas. Se unen los adioses con los holas. No ayudan los fijismos no esenciales que quieren permanecer congelados. Ni son útiles los proyectos impacientes, embadurnados de pasados obsoletos y caducos.

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En lo político, se habla de segundo piso, avizorando el riesgo de presentar sólo un sótano. En lo eclesial se calumnia a un gran concilio segundo y se abre la necesidad de un concilio tercero que complemente lo opuesto y reconcilie lo distanciado.

ECONOMÍA, GUERRA Y ARQUITECTURAS

Las economías despojadoras y concentradoras sufren el cáncer de la desigualdad, con metástasis de espectro creciente. Capitalismos y socialismos han sido extremos que se han tocado hasta la semejanza. La derecha se ha hecho zurda y la zurdez se inclina hacia velada derechura.

La guerra nuclear depende de que un dedo índice gobernante oprima un botón. Los fabricantes de armas ofensivas impulsan las duraciones bélicas que mantienen su clientela infaltable. La pereza intelectual se esmera en delegar la tarea de pensar al mundo robótico de los artificios que insultan la inteligencia.

Las ciudades se tecnologizan con verticalidades de gran altitud, con puentes y túneles que anulan obstáculos y con iluminaciones despilfarradas y noctívagas. Lo gigantesco acoge a multitudes para un consumismo desbocado de necesidades creadas.

La juventud empieza a sentir un mareo ávido de aprender a seleccionar, a privilegiar, a acoger y desechar, estrangulando la gula enfermiza de querer experimentarlo todo.

VIUDECES CONTRASTANTES

Una viuda exclama: ¡Ay, amada libertad, cuánto te habías tardado! Y agradece el Alzheimer que le hace olvidar los malos recuerdos. Otra, viuda también, con madurez humana y recia fe, comenta que cada recuerdo es un gozo. Que esas memorias son la mejor herencia. Que es como una nueva presencia que cura de la ausencia.

Si a eso se suma la esperanza que viene de su fe, sabe que la Pascua, que es muerte vencida, es separación temporal para un futuro encuentro sin vínculo, en una libertad que hace posible un amor universal para vivir una eternidad.

NO SE VALE

Era la frase suprema en los juegos de la infancia. Es lo que hacía evitar lo peor. También ese quinto mandamiento del decálogo que da un “no” al homicidio, al que antecede el enojo, el desprecio y la descalificación, es el “no se vale”, el “no matarás” que señala lo indebido de un ser humano a otro. Nunca matar porque no se vale.

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Es un rasgo de cultura radical humana que no puede ser borrado. El Salvador es nación que logró el cero estadístico en todo un año. En España se sigue contando el chiste de mexicanos. “‘¿Cuánto pesas?’ ‘50 kilos’. ‘¡Pum, pum y 100 gramos!’”. O eso otro de “‘¿Te gustan las flores?’ ‘Claro’. ‘Pum, pum, mañana te llevo un ramo!”. Urge ese cero estadístico en estas tierras de poco respeto a la vida humana.

ESPECTADOR PRESENCIAL

Una pelea del Canelo. Un juego finalista de futbol o de beis bol llenan graderías con gran poder de convocatoria. También los conciertos de conjuntos o cantantes de arrastre. Estar ahí y meterse en la corriente de emoción por una serie de golpes en el ring o por una atrapada genial del portero o una volada de barda del bateador, o aplaudir la música acompañada, o gritar olé por unas chicuelinas embarradas a los cuernos del toro, basta para que muchos sientan sensación de haberse divertido. En la pantalla hay mucha calidad de transmisión, pero la gente quiere presencia, ambiente, vibración comunitaria, ser espectador presencial...

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