Proyecto económico de Coahuila, un castillo de naipes

Opinión
/ 15 octubre 2025

Necesitamos una sacudida para salir del hoy en el que nos metieron sexenios atrás. O cada quien se rasca con sus uñas, región por región, o se da un golpe de timón que reconozca el problema

La semana pasada escuché en tres ocasiones al gobernador Manolo Jiménez Salinas. Habló en el North Capital Forum, que se celebró en la Ciudad de México. Primero participó en un panel con los gobernadores de Aguascalientes, Baja California y Nuevo León. Más tarde, en una mesa redonda llamada Government Lab del Estado de Coahuila y, finalmente, en una cena cocktail que ofreció a una parte de los asistentes al foro.

Importa destacar que su participación se dio en el marco de una discusión sobre el presente y futuro de América del Norte. Tuvieron lugar muchas otras conferencias y discusiones a lo largo de tres días. Se abordaron temas muy variados, desde la inmigración y la seguridad, hasta el comercio de todo tipo, sin que faltara la inteligencia artificial.

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En todo momento estuvieron presentes dos elefantes: Trump y China. En ocasiones se obviaba mencionarlos; otras, los ponían en el centro de la discusión, tampoco faltaron quienes, simplemente, prefirieron ignorar su existencia. ¿Será porque el realismo no está bien visto en el ambiente o porque suelen confundirse crítica y negatividad? ¿Será porque la clase política vive, sencillamente, en un mundo paralelo, desconectado de la realidad?

Es preciso decir que el gobernador Jiménez me saludó con mucha cordialidad y que cordialmente respondí su saludo. Considero que el respeto nunca ha estado peleado con el debate franco y honesto, así fui educado.

El gobernador parecía celebrar en cada una de sus intervenciones a un estado pujante. No fue el único, también lo hicieron los otros gobernadores. Apuntó los logros alcanzados, en primer lugar, la seguridad pública, base de toda la estrategia de gobierno. Continuó con lo que llama “paz laboral”, orgulloso, dijo que Coahuila lleva 30 años sin que estalle una sola huelga. Mencionó que el Estado de derecho da certeza a la inversión y la entidad cuenta con mano de obra calificada, muy vinculada con las universidades. Finalmente, dijo, Coahuila cuenta con infraestructura y servicios, agua, tierra y energía.

Posteriormente, enumeró cifras y porcentajes: el 65 por ciento de la inversión proviene de Estados Unidos y de Canadá; y el 90 por ciento de las exportaciones de Coahuila van a los Estados Unidos. Coahuila es el principal productor de vehículos en México, concentra el 20 por ciento de la producción nacional en esa rama. En producción de autopartes, la entidad es número uno y nadie produce tantos carros de ferrocarril. Ya entrados en gastos, había que presumir que Coahuila es campeón en producción de carbón mineral.

Percibo tres problemas en el optimismo del gobernador, el primero consiste en la enorme incertidumbre que ha generado en la economía mundial el gobierno de Donald Trump, incertidumbre que algunos empiezan a decir que llegó para quedarse. Este solo hecho hace que el proyecto económico de Coahuila se parezca más a un castillo de naipes.

El segundo problema es China, cuya pujante economía está metida hasta las manitas, tanto en México como en Estados Unidos, y no irá a ninguna parte por más aranceles que le pongan Trump y México. El gigante asiático va años luz adelante en proveeduría y “mente de obra” calificada. No se puede prescindir de ellos de la noche a la mañana.

Finalmente, tenemos el ánimo social. El inexplicable optimismo del gobernador Jiménez estaba a contracorriente del sentir de un público bien informado y, por supuesto, contradice el sentimiento que priva en los ambientes socioeconómicos del Estado, no en vano empieza a sentirse una crisis que ya está entre nosotros.

No responsabilizo al gobernador de la crisis, él no creó esta “economía de cuates”, Saltillo-céntrica, que puso todos los huevos en una misma canasta: el sector automotriz. Heredó un sistema capitalista corrupto, al más puro estilo del México post De la Madrid, sistema que abusó de los más vulnerables y del medio ambiente, aunque sí benefició a la clase media y empresarial.

Lo que sí es responsabilidad de este gobierno es que actúa como si todo fuera viento en popa, sin un plan de contingencia para hacer frente a la crisis. En Saltillo, los despidos están a la orden del día, hay empresas cerrando o haciendo paros técnicos, la producción y exportación de automóviles va a la baja. El impacto de los aranceles y la incertidumbre que se genera es real, no es un juego, y no parece pasajera.

En el centro del Estado, la crisis de AHMSA sigue sin encontrar salida, y la eternamente olvidada Región Carbonífera acaba de estrenar un nuevo capataz para la venta de carbón a la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Tal y como sucede un sexenio sí y el otro también.

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Todo esto y más acontece en un estado cuya sociedad no está acostumbrada a actuar al margen del gobierno. La iniciativa privada está privada de iniciativa. El autoritarismo forma parte de nuestro ADN: en el de la clase gobernante y en el de la gobernada.

Necesitamos una sacudida. El Rodeo Saltillo y los mercaditos de Mejora Coahuila no van a sacarnos del hoyo en el que nos metieron sexenios atrás. O cada quien se rasca con sus uñas, región por región, o se da un golpe de timón que reconozca el problema: el desempleo de 65 mil coahuilenses, y busque una solución social, democrática, innovadora y respetuosa de la libertad económica de todos los coahuilenses. Toca hacer un diagnóstico profundo, plantear la diversificación económica urgente, escuchar a los sectores productivos del Estado y a los jóvenes, promover nuestras fortalezas y ejecutar.

¿Paz laboral de 30 años en un Estado en el que no hay división de poderes y un mismo partido ha gobernado durante 96 años? Dime de qué presumes y te diré de qué careces.

Facebook: Chuy Ramírez

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